aon

172 19 1
                                    

Cerré los ojos luego de suspirar, disfrutando de la frialdad llenando mis mejillas, expandiéndose por cada parte de mi cuerpo.

Yo ya no estaba ahí.

Ahora mismo estaba recostado en un amplio jardín, lleno de flores rosáceas por los rincones.

El mundo se movía a mi alrededor, pero simplemente no había ninguna clase de sonido, solo yo y una suave manta de luz del sol filtrada por árboles encima mío, al fin podría dormir para siempre.

Nunca sentí miedo, tampoco pánico, solo me sentí aliviado . . . aliviado de haber tomado mi decisión final y de haberlo hecho, ahora solo debía esperar que todo hiciera efecto, y podría despedirme de este cuerpo.

Toda mi vida, mis malas decisiones, mis lloriqueos nocturnos terminaron por fin.

No me arrepiento.

En ese par de minutos conocí la paz, como la calidez se fundía sobre mi fría piel y esta fue una sensación que no había conocido hasta ese momento, y joder, debería ser así siempre, estaba en paz, sentía paz, todo era paz...

Hasta que, unos largos brazos me levantaron, la voz que amé algún día gritaba cerca de mis oídos, y unas manos ásperas me estaban sacudiendo violentamente mientras el aire volvía a subir por mi garganta. Ya no había luz del sol, tampoco había flores, mis parpados se abrieron solo para transportarme a la realidad, estaba tendido en el piso del baño, los ojos de Jaemin estaban bien puestos sobre mi rostro, y estaba llorando, me abrazo fuertemente, dio caricias en mi espalda y me llevo a la cama.









Ahora mismo estoy parado al final de la fila en la sala de emergencias, y me siento como un fraude.

Yo no estoy sangrando, puedo caminar.

Jaemin me ha sobornado.

Nunca hubiera venido voluntariamente si no me hubiera amenazado con el corte inmediato de mi medicamento psiquiátrico. Y, eso era peor que una ruptura.

Llamaron mi nombre y me apresure a entrar a la pequeña oficina del doctor Park, quien hasta ahora había sido mi salvación, pero no se veía para nada feliz, sus cejas se curvaron hacía abajo y su postura se tenso en cuanto me vio, simplemente lo ignore y tome asiento, evitando contacto directo entre nuestras miradas.

—No seguiré atendiéndote hasta que te registres en un hospital psiquiátrico.

¿Yo que? ¿Por qué?

—En el momento en que tu esposo me dijo que intentaste suicidarte, no me deja más remedio que insistir en que te mantengas bajo vigilancia un mínimo de setenta y dos horas.

—¿Vigilancia? ¿Por quién? No necesito que me vigilen. Solo necesito mis malditas drogas.

—Entonces será mejor que vayas al hospital hoy. No volveré a surtir tus recetas después de lo que hiciste. Yo legal y moralmente no puedo.

—Espera... Solo espera... Hace meses me preguntaste cómo me encontraba y te lo dije. Te lo dije porque pensé que debía ser honesto contigo. Así que esto no debería ser nuevo para ti. Siempre pensé que eras la única persona con la que era seguro ser honesto. Pero estas empezando a sonar como si fueras el único al que realmente debo mentirle.

—Renjun, tu... eres un joven extremadamente inteligente y talentoso, pero también estás muy, muy enfermo, y ​​necesitas estar en un lugar donde puedas mejorar.

—Por favor... ¿No estoy aquí hablando contigo? ¿Eso no te demuestra que estoy bien? Quiero decir, no estoy loco... Al menos, no en la forma en que tu crees. Hay razones reales, razones válidas por las que me hice esto y, ¿sabe qué, doctor? Creo que cualquiera podría haber hecho lo mismo en mi lugar.

—Fue mi palabra final, no puedes volver aquí, y si lo haces, no necesitarás volver a casa porque habrá una ambulancia que te llevará directamente de mi oficina al hospital.

—Entonces, básicamente, te estas negando a darme mi medicamento bipolar hasta que acepte revisarme, ¿un hospital para dementes? Creo que ambos sabemos que dentro de cuarenta y ocho horas, seré un lunático suicida corriendo por la calle con la esperanza de ser atropellado por un automóvil. Diste tu respuesta final, la mía es esta y no, no voy, ¿te sientes cómodo con ese resultado?

—Mira, creo que estar bajo este tipo de atención supervisada es exactamente lo que necesitas en este momento, setenta y dos horas... mínimo.

—No. No, esto no va a funcionar... Tengo eventos por venir. Joder, tengo un esposo que atender y una serie de trabajos por terminar.

—No es impedimento, no debe ser tan importante si tu plan era no estar en cuerpo y alma desde esta mañana. Jaemin esta de acuerdo, se lo conté antes que a ti, deja de negarte e inténtalo, por ti, solo hazlo por ti.









—¿Qué se supone que haces aquí?

Suena impaciente. Una mujer se acerca a mí con un portapapeles, tal vez por qué parece que acabo de salir de una jodida fiesta de disfraces, tengo un corazón pintado en mi mejilla derecha, y sin duda, este no era mi atuendo más discreto.

—Vine a internarme.

Sus ojos juzgaron desde mis botas hasta mi cabello, sus pupilas dieron vuelta y mantuvo su mirada fija en mí, sin decir algo.

—Falle al suicidarme hace un par de días y soy una perra bipolar con desordenes alimenticios.

Por dios, sonaba casi orgulloso de eso, y estoy sonriendo. Tal vez si pertenezco aquí.

La enfermera parece que no me cree y no la culpo, suspira y comienza a buscar entre sus gabinetes, tras darse vuelta e ignorarme entre su papeleo.

—Lo que quiero decir es que traté de suicidarme, por lo que mi médico interrumpió mis medicamentos, dio como recomendación que me observarán por un poco tiempo, y no creo poder vivir mucho sin ellos, así que por favor...

No creo que haya sonado tan absurdo en mi vida. Sin embargo, creo que este es el truco, la enfermera me lleva a una habitación contigua, una pequeña sala de examen donde otra enfermera, colocada a salvo detrás de un escritorio, me ordena que me siente.

—¿Antecedentes de trastorno bipolar?

—Aún en tratamiento.

—¿Intento de suicidio?

—Sí, hace poco.

—¿Sueles escuchar voces?

—Te estoy escuchando.

—Es decir... ¿Voces en tu cabeza? ¿Que nadie más oye?

—Cuando era pequeño. Cada noche, durante años. Pero ya no más.

—¿Alguna vez ha sido abusado?

—¿Qué quieres decir?

—¿Sexualmente?

—¿La violación es un abuso sexual?

—A eso me refiero.

—Más de una vez, más de una etapa de vida.

—¿Eres homosexual?

—Sí.

—¿Mantienes una relación ahora?

—Estoy casado.

Ella levanta los ojos del formulario que ha estado llenando, y puedo sentir su juicio, el juicio del que sospecho es mejor me vaya acostumbrado, porque sé que nunca desaparecerá.

—A su lado no me siento tan triste, me hace sentir un poco de bienestar, estoy enamorado.

—¿Tienes familia?

—No, no existen para mí.

Después de completar su formulario, la enfermera toma mis signos vitales sin responder en absoluto a lo que le acabo de decir.

—¿No me vas a preguntar por qué lo hice?

—¿Qué hizo?

—Tomé todas mis pastillas para dormir a la vez.

—Eso no me importa, sinceramente.

Me puso una pulsera plástica en la muñeca, ¡y es fantástico! Ya hasta tenía mi nombre.

Tearmann ; RenJun x DreamWhere stories live. Discover now