Capitulo tres.

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Verano, 2004.

Me miré en el espejo del baño y me coloqué un poco más de gloss en los labios. Me recogí el cabello en una cola y me mire más de cerca. Había recortado mi fleco la noche anterior y aunque Liah me había dicho que se veía extraño, para mi era perfecto. Mis pechos estaban empezando a crecer y sonreí por que podía no ser alta como Leah y tener un fleco tusado pero tenía unos pechos más grandes que ella. Tenía suerte de que mi abuelo no pudiera comprarme una talla más grande de uniforme.

—¿Qué  haces?

Leah salió del baño y se acercó al lavabo de manos.

—Nada.— le dije lavándome las manos también.

—Bria dice que si te masajeas todos los días los pechos, crecen más.

La mire con el ceño fruncido desde el espejo. Pensando si eso era posible.

—¿Prefieren tetas o trasero?—me preguntó de repente.

Las dos nos quedamos pensando en silencio por un momentos.

—Las dos por supuesto, son chicos— sonreí — lastima que te faltan las dos. Solté una carcajada y Lia me lanzo agua de la llave en la cara. Salimos corriendo del baño y me acerqué a unos chicos que esperaban afuera del los baños.

—¡Hey! ¿Tetas o trasero?— todos giraron sorprendidos, y uno que otro avergonzado por mi repentina e incómoda pregunta.

—¡Trasero!—gritó uno de ellos.

Nos dimos la vuelta riendo cuando sonó el timbre del receso y no pudieran ver nuestras mejillas ruborizadas.

—Tal vez debas masajearlo todas las noches — le dije refieriendome a su trastero mientras corríamos por el pasillo— o pellizcarlo hasta que se hinchén— aplaste el trasero de Leah tan fuerte que dio un grito y la arrebace.

Eran las últimas semanas de escuela y comenzarían las tan esperadas vacaciones. Pero no sin antes pasar por la semana de exámenes finales. No estaba en mis planes cursar la preparatoria fuera del pueblo. Me quedaría aquí. No tenía familia en la cuidad o dinero para pagar el tren todos los días para llegar allá.No me preocupaba sacar buenas notas para ser seleccionada en una de las mejores preparatorias. No me exigía mucho a mi misma. Iba a estudiar arte, y para eso no necesitaba un diez en matemáticas y álgebra. Trabajaría para ahorrar dinero y tan solo iba a aplicar a un examen en la universidad de artes saliendo de la preparatoria y me darían el pase directo, tenia tres años para esto.
—Necesitas estudiar más Ania— me decía el abuelo y el pastor cuando veían mis notas. —Voy a ser pintora. No necesito dieces en Cálculo para eso. Soy tan buena que no tienen por qué preocuparse— les decía siempre. Y era verdad. No quería nada más en esta vida que pintar. Y casarme con un hombre rico que me comprara perfumes de piña. —Por quien debe preocuparse pastor ¡Es por Leah!—que no sabía lo que quería hacer de su vida. Sus notas eran impecables y nadie la cuestionaba por eso. Pero yo si. Para que querer ser buena en esto y lo otro, cuando no tienes la respuesta a la preguntas más importantes. Y  para eso estaban las mejores amigas.
—¿Tal vez doctora?Eres buena en salud—Le dije después de un rato y diez oficios más. —No, es aburrido— me miro molesta mientras hacía pis en el receso—Déjame orinar Ania.

Todos estábamos dando las últimas vueltas a la cancha del patio. Cansados y sedientos. El sudor escurría por mi cuello y mi gloss había desaparecido hace horas.

—¡Solo dos más y ya!— gritó el maestro alentándonos.

Mi pecho comenzaba a arderme y apreté los dientes para resistir un poco más pero no puede. El echo de que me estuvieran creciendo los pechos , no me beneficiaba mucho a la hora de correr, mire a Liah que corría sin ninguna molestia. Me tiré en la tierra y jalé conmigo a mi mejor amiga. Las dos caímos y comenzamos a reír. Los rayos del sol hacían que la tierra quemara nuestras rodillas y nos paramos rápidamente gritando. Todos comenzaron a detenerse para cubrirse en algún lugar donde hubiera sombra y otros corrían desesperado por sus botellas de agua cuando el partir Adam se acercó donde todos estábamos descansando, mientras el maestro de deportes se alejaba despidiéndose de nosotros.

Seis Diciembres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora