Al abrir los ojos estaba recostado junto a Marinette, su cabello, tan brillante y azulado como siempre, rozaba con cierta gracia mi nariz. Era incomodo, debo admitir, pero el aroma que desprendía era tan encantador e hipnotizante que hubiese podido pasar la eternidad en esa posición solo para no despertarla. Aun así, lo hizo.
Ambos nos levantamos manteniendo la mirada fija en el otro y, entre tímidas sonrisas, hicimos algunos estiramientos junto con algunos profundos bostezos. Estábamos cansados, ambos habíamos pasado gran parte de la noche saltando por los edificios de París, siendo los héroes de siempre.
Ella se levanta repentinamente del sofá y corre hacía la cocina, aparece de forma lenta y misteriosa con una tarta de coco entre ambas manos. El sol que se filtraba por ventana cubre su sonrisa mientras ella me dice que preparó aquello solo para mí, quedo perplejo con su belleza. Sonrojado corro hacía ella, la abrazo por la cintura mientras Marinette intenta sostener en lo alto la tarta para no tirarla por accidente. Le agradezco el obsequio.
Desayunamos un delicioso té junto al hermoso regalo de mi novia, la tarta sabía increíblemente bien. Me acerco a ella y besos sus labios, me excuso con una broma, también insisto en que ella tenía algo de postre en la mejilla. Marinette ríe, yo comienzo a sospechar que cada día que pasa ella se vuelve increíblemente más hermosa.
Arreglamos para salir a patinar junto a nuestros amigos, Nino y Alya. Ellos se ríen al vernos porque llevamos un conjunto de ropa de pareja, Marinette y yo solo nos devolvemos la mirada tímidamente. Nos divertimos mucho hasta el atardecer, luego de una merienda en el parque los cuatro nos despedimos.
El cielo se veía hermoso, caminamos hacía la torre Eiffel tomados de la mano. Ambos sentimos ganas de tomar un helado, vemos a un vendedor conocido sonreírnos con una mirada pícara y alegre, asiente mientras nos entrega nuestro pedido.
Nuestras sombras se marcan en el pavimento, el intenso sol que nos acompañó durante todo el día se despide con hermosos colores anaranjados. Volteo a verla, ella hace recíproca mi mirada y yo siento amor en sus ojos, la miro incrédulo de que alguien tan perfecta me ame. Lo menciono, ella niega con la cabeza y me besa, luego señala dos veces con su índice sus aretes. Entiendo a lo que se refiere y sonrío con decisión mientras asiento.
Ambos nos transformamos a escondidas, danzamos en las alturas mientras la naciente noche nos cubre. Admiro sus saltos y ella hace lo mismo con los míos, le digo cuánto la amo, ella también. Nos abrazamos frente a la luna llena, luego chocamos nuestras manos como tantas veces antes lo hemos hecho.
Repentinamente todo se oscurece. Me quito mi casco de realidad virtual, noto que la pantalla digital externa indica su batería baja. El musgo y el mal olor de mis botellas llenas de orina apestan haciendo que detenga mi respiración unos segundos y tosa un par de veces.
Volteo hacia abajo y noto que tanto mi almohada como las sabanas de mi cama están corroídas por la suciedad y se han consumido gracias a mi transpiración. Mis muebles y estanterías están repletos de libros, papeles y objetos hechos añicos, todos desparramados por doquier sin seguir orden alguno.
Muevo mis piernas con dificultad buscando sentarme al borde de la cama, siento en mis dedos algo pegajoso. Decenas de cajas de pizza podrida y llenas de moho decoran todo el suelo del cuarto, no les doy importancia. Rasco mi cabeza y conecto mi casco de realidad virtual para que llene su batería, al hacerlo me recuesto nuevamente en el pegajoso y tibio colchón a la par en que estiro mi brazo hacía la mesa de luz contigua a la cama.
Mis pesados ojos fijan la vista en un portarretratos, su gastado brillo aún refleja partes de mi deprimente rostro. Acaricio el vidrio con mi mano, detrás de él veo estáticamente la foto de una gran estatua en el funeral de Ladybug, la continúo mirando hasta que la batería de mi casco se llena.
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El amor de mi vida.
FanfictionRealmente no podría ser más feliz que en estos momentos. Mi corazón late a velocidades incalculables cuándo estoy cerca de ella, a veces de tal forma que mis lagrimas suelen acumularse y caer de tanto sonreir. Gracias por estar a mi lado Marinette...