I

156 19 113
                                    


Decir que su relación era perfecta, sería soltar una burda mentira.
Discutían, la mayor parte del día, por dinero, por trabajo, por estrés, por lo que sea, hasta respirar era una buena excusa para empezar a gritar.
Y es que ambos tenían personalidades opuestas, era un milagro para todos el que siguieran juntos.
Ese milagro tenía nombre.
Helbram, su niño, su príncipe, el niño mas hermoso a ojos de King.
El único motivo para que ambos siguieran en una relación, esos ojitos carmesí con sus largas pestañas, capaces de cautivar a quien lo mirase.
Pero a veces esa convivencia se tornaba problemática.
En especial para Ban y sus comportamientos algo... Peculiares.

-- ¡No puedes dejar un arma en medio de la sala! ¡Helbram la pudo haber tomado y solo las diosas saben que es lo que hubiera pasado! -- un enojado chico perseguía al mas alto por todo el apartamento, el pequeño niño solo observaba desde su esquina de juegos, sin comprender muy bien.

-- ¡Estaba descargada! Deja de hacer un drama por todo, Rey, además dudo que el niño siquiera la llegara a levantar, solo mira sus bracitos -- señaló con un deje de burla.

Unos balbuceos de reclamo interrumpieron su risa.

-- Entiende lo que le dices Ban, y por última vez, no dejes cosas peligrosas al alcance del niño, o dejaré tu flaco trasero en medio de la calle --

-- Bien, bien -- soltó con desgano antes de caminar en dirección al chiquillo que había vuelto a jugar.

-- Saldré unos momentos, ¿Crees que puedas ser un padre por 20 minutos? --

-- Me ofendes, soy policía, Rey, he manejado peores situaciones que cuidar de un niño --

-- Bien -- despeino los cabellos de su hijo antes de encaminarse a la puerta -- Ya vuelvo -- un portazo y el silencio invadió la estancia.

-- ¿Y ahora que se supone que haga contigo? -- una carcajada fue su única respuesta.

-- No es divertido, ni siquiera sé en lo que estás pensando -- un par de balbuceos antes de soltar un extraño mamá.

-- ¿Rey? Ha salido, ya volverá, supongo -- se sentó frente a su hijo, el niño era demasiado tranquilo como para tener 2 años, y hablaba muy poco.

Trataba de comprender como es que esa masa de carne era su hijo.

Había parecido, no lo negaría, ni la prueba de ADN se equivocaba, pero simplemente, no lo entendía.

No había tal sentimiento padre-hijo que todos esperan que tenga, solo, era confuso, el niño estaba allí y casi por obligación, él también.

Vamos, que embarazar a un menor de edad le había salido caro.

Y Elaine, su amada Elaine, jamás olvidaría la mueca de dolor que hizo al enterarse de todo.

Lo había perdonado, pero no lo dejaba volver a su lado, por Helbram.

-- ¿Papá? Juega con Helfram -- esa vocecilla le distrajo de todo, una ligera risa escapó de sus labios al escuchar como su hijo pronunciaba su nombre.

-- Claro ¿A qué jugamos? --

Esos 20 minutos, se volvieron 2, 3, 4 horas.

King salió disparado del edificio, había atendido un par mas de consultas hasta que perdió la noción del tiempo, esperaba llegar a casa y no encontrar todo hecho un desastre.

-- Diosas, siquiera que todo este en pie -- rogaba internamente mientras se adentraba en el edificio.

El sepulcral silencio solo aumentó su ansiedad.

¦ Smile? ¦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora