en «Todo por nosotros»

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Día nuevo. A las 10:00 sonaba mi despertador para empezar un nuevo día, pero ésta vez era diferente, mi 16 cumpleaños.

Estaba segura de que sería como otro día cualquiera, pero no siempre está bien encerrarse en uno mismo y pensar. A veces sin más hay que aceptar la realidad, y aquella era mi vida, día a día.

Típico día de cumpleaños, pensaba yo.

Desayuno, típica comida familiar, soplar mis 16 velas... Y nada cambiaría, me acostaría después de un día cómo otro cualquiera.

Pero aquel cumpleaños no fue igual.

Me dispuse a ir a desayunar, me puse mi bata favorita por encima y fui a la cocina.

- Vaya, al menos tú estás aquí chiquitín, ¡buen chico! -le dije a mi perro-.

Me dirijo hacia nuestra preciosa huerta, con aquellas rosas tan bonitas que a mamá tanto la gustan, pero ni rastro, ni mamá, ni papá... ¿Que estaba pasando?

¿Una broma? ¿Una cámara oculta? Sola en mi cumpleaños, me repetía constantemente dentro de mi cabeza...

Pasaban los minutos hasta que de repente se escucharon los ruidos de unas llaves, eran ellos, mis padres, y por fin habían llegado.

-Hola Anne, cariño, felices 16. -gritaron los padres a la vez que me tendían un regalo muy bien empaquetado-.

-Gracias papás pero, ¿Que es ésto? -dije yo-.

-Ábrelo, te gustará. -dijo mamá-.

Ya estaba casi abierto antes de que mi madre pudiera terminar la frase.

Cuando por fin lo terminé de abrir, la sorpresa fue enorme.

-¡La cámara que quería! ¡No me lo puedo creer! ¡Llevo más de un año pidiéndola! -dije entusiasmada-.

-¿Te gusta cariño? Anda, vamos, hay que vestirse que pronto iremos a casa de la abuela,  ya sabes, para comer todos juntos. -dijo el padre-.

Bonita rutina pensaba yo, lo mismo de siempre todos los días.

Ya en casa de mi abuela, tan pronto acabamos de comer mi plato favorito, apareció mi tía con una tarta enorme, junto con mis 16 velas.

Toda mi familia empezó a cantar y sucesivamente pedí mi deseo; Que nada cambiara nunca, me gustaba aquello.

Ni que fuera aposta pensaba yo, minutos después de ese momento tan mágico, papá abrió la boca.

-Anne, mamá y yo tenemos algo que decirte. Por motivos de trabajo debemos mudarnos, ésta vez prometo intentar que sea nuestro destino definitivo, no quiero que me lo tengas en cuenta, es una obligación. -Dijo papá-.

No podía hacer nada, tan sólo aceptarlo, así que miré hacia él y me dediqué a asentir sin más.

Ya en cama, tras un día del cual no me iba a olvidar nunca, empecé a pensar en todo lo ocurrido y digamos que no me pareció tan malo todo aquello, me dedicaba a pensar que cuando algo acaba es para que algo mejor empiece.

Pasaron las semanas, dos para ser exactos, nos encontrábamos en el aeropuerto de camino a nuestro destino; Galicia.

Todo aquello me parecía de locos.

Las horas de viaje se me hicieron eternas, sólo quería llegar y poder descansar.

Mis padres ya habían alquilado un piso con antelación, un mes antes de habernos mudado. Sólo quería poder empezar una nueva vida desde cero.

Galicia, tanto monte pero tanta agua a la vez, tantos lugares mágicos los cuales visitar... Aquello me tenía fascinada. No me lo podía creer,  por fin un sitio tranquilo.

Llegamos, nos acomodamos y una semana después empezaba mi aventura en el instituto.

-Buenos días alumnos, hoy os presento a vuestra nueva compañera, Anne, y viene desde América para quedarse a vivir aquí. -Dijo la profesora muy amablemente-.

-Buenos días Anne. -Gritaron todos a la vez.

-Buenos días, soy Anne, vengo desde América y tengo 16 años, un placer conoceros a todos. -Dije con la voz entrecortada-.

Llegaba la hora del recreo y todos esperaban impacientes al sonido del timbre.

-Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Ése era, por fin un respiro después de aquella mañana llena de nuevas experiencias.

Me dirigía a la cafetería cuando de repente, mundo trágame.

Había chocado con un chico, el chico más guapo que había visto a lo largo de mis 16 años. Moreno, ojos color miel, aquella gorra que le daba un aspecto de macarrilla... Pero también una sonrisa la cual reflejaba que en el fondo de aquella cubierta se encontraba un chaval noble.

Por fin en casa pensaba yo, mañana será otro día. Deseaba dormir y olvidarme un poco de tanto cambio, nunca conseguiría una estabilidad pensé.

Ya en cama, las secuencias del golpe con aquel chico me pasaban a todos momentos por la cabeza. No podía parar de pensar en él.

Pasaban los días, horas, meses... Y seguíamos hablando, yo sabía que teníamos cierta atracción pero no estaba segura de sí él sentiría lo mismo.

Llegó el verano, por fin, pensaba yo.

Tendría todo el tiempo libre que quisiera, pata escribir, leer, bajar con mis colegas de clase... Pero sobre todo, para hablar hasta las tantas de la madrugada con él.

De repente, a las 16:00 de la tarde, sonó el timbre, me dispuse a abrir, y una vez hecho esto vi que era él, aquel chico por el cual me derritía, en el cual no dejaba de pensar.

-Ahora mismo salgo Gabri. -Dije con la voz entrecortada-.

-Me parece perfecto, te espero fuera Anne, tenemos que hablar. -Dijo él dejándome todavía más nerviosa-.

¿Que será lo que quiere decirme?

-Anne, estás preciosa. -Dijo mientras sonreía tímidamente-.

-Gracias, tú también estás muy guapo. -Dije sin más-.

Los dos nos miramos a los ojos, era pura conexión lo que había entre nosotros, pero nunca antes había surgido un momento así entre los dos.

-Anne, quiero que sepas que cambiaste mi vida. Cada mañana al ver llegar tu sonrisa tan pronto suena el timbre de clase, me alegras el día. Eres la chica con la que simple soňé, pero con la que sin embargo siempre pensé que nunca podría llegar a alcanzar. -Me dijo con cara seria-.

-Ga... Gabri yo... Nosé que decir...

Supongo que te habrás dado cuenta en cómo te miro, en cómo sonrío cuando me giro y estás tú allí... Para mi eres el chico ideal. Creo que nunca antes había sentido ésto por nadie, o al menos no tan pronto... Yo... Te quiero Gabri. -Dije con el corazón a 1000 por hora.

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⏰ Última actualización: Sep 08, 2014 ⏰

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