Capítulo 1.

1.7K 235 112
                                    

Lu Han era un joven de veinticinco años con pocas preocupaciones en la vida. En la ciudad Haidian, en Pekín, ese chico delgado de piel pálida y lacio cabello castaño oscuro había nacido y crecido en compañía de sus padres. A los diecinueve años, viajó a Seúl a través de un programa de clases de coreano para extranjeros. Nunca imaginó que iba a terminar enamorándose del lugar y esforzándose al máximo para mudarse definitivamente tan sólo medio año después.

Aunque conseguir un buen empleo no había sido sencillo, al final una empresa de publicidad se interesó en él y lo ayudaron a reunir todo lo que necesitaba para tramitar una visa especial, misma que le permitía vivir en Seúl por trabajo. La renovaba cada vez que era necesario, y así cumplía ya un poco más de cinco años en Corea del Sur.

Después de dedicarse por completo a un largo proyecto durante un mes y medio, finalmente tenía un día libre, cosa que le resultaba fantástica. Se la había pasado muy bien desde la mañana y estaba cerrando la tarde con broche de oro, paseando por su parque favorito, mismo que quedaba a unos diez minutos del edificio en el cual estaba su apartamento.

La brisa fresca del otoño que estaba por terminar para darle paso al invierno se sentía bastante agradable. Se sentó a descansar un poco en una banca y empezó a planear lo que haría en la noche. Ya que el dinero que recibía mensualmente por su trabajo recién había sido transferido a su cuenta bancaria, estaba seguro de que podría regalarse una buena cena que hasta incluyera su postre favorito. Podía acompañar aquello con una película después de una ducha con agua tibia, leer un poco antes de dormir o simplemente relajarse y no pensar en nada que estuviera relacionado a su trabajo.

—Me lo merezco —pensó en voz alta, cerrando los ojos a la vez que se acomodaba mejor en la banca y soltaba un suspiro.

Cuando se levantó para volver a casa, notó que había un teléfono celular ahí, en la misma banca que él había usado. No se parecía al suyo, pero de todos modos, casi inconscientemente, se llevó una mano al bolsillo derecho de su pantalón y buscó el teléfono propio. Dejó salir el aire al sentir que estaba en el sitio de siempre.

Entonces, miró a su alrededor con algo de nerviosismo y se preguntó si estaba siendo grabado. La idea pasó por su cabeza porque últimamente los programas de bromas con cámaras escondidas se habían hecho muy populares en la televisión. No le sorprendería ni un poco que alguien hubiera preparado todo, dejando un objeto con aspecto valioso en un lugar así, invitando a un inocente a pensar "Oh, qué genial" y tratar de llevárselo. ¡Tal vez era una prueba de honestidad!

La otra opción, mucho menos paranoica, era que alguien simplemente había estado ahí antes que él y había olvidado su teléfono. Con ese pensamiento, se animó a tomar el aparato y presionar el botón del centro para encender la pantalla. La imagen de fondo era la fotografía de un simpático y pequeño bichón frisé, lo que en verdad no le daba mucha información acerca del dueño o la dueña.

—¡Ah! Pronto se quedará sin batería... —Notó.

Cuando una persona perdía su teléfono celular, lo que hacía comúnmente para tratar de encontrarlo era llamarse desde otro número con la esperanza de escucharlo en la cercanía, o bien, de que alguien respondiera y quisiera devolverlo. Lu Han imaginó que el dueño intentaría llamar en cualquier momento, así que se llevó el teléfono con él y, una vez que estuvo en su apartamento, lo puso a cargar.

—Listo. Espero que llamen pronto —dijo antes de buscar en su propio teléfono una lista con los números telefónicos de sus restaurantes favoritos que ofrecían servicio a domicilio.

Estaba decidiendo qué pedir cuando escuchó el sonido de una notificación salir desde el smartphone que había encontrado. Preguntándose si sería un mensaje por parte del dueño, se acercó rápidamente a revisarlo. Lo único que pudo alcanzar a leer en la parte superior de la pantalla antes de que la notificación desapareciera fue que un tal Bae Jin Young había enviado algo como "Entonces, ¿no piensas contestar nada, Oh Se..."

Ladeó la cabeza levemente e intentó desbloquear el teléfono, pero sólo se encontró con un espacio para introducir una contraseña.

—Ah, por supuesto. Tener el celular protegido con una contraseña es de lo más normal hoy en día —murmuró—. El dueño debe saber que es imposible revisar los mensajes sin la contraseña, ¿no? Es obvio que tiene que llamar... —Volvió a dejar el teléfono donde estaba y regresó a sus asuntos—. A ver, ¿en dónde estaba yo?

Siguió hablando en voz realmente baja, diciendo algo sobre que tenía que decidir entre una orden de pasta con salsa Alfredo y pollo o un filete de pescado a la plancha.

Los mensajes entraban uno tras otro en el teléfono ajeno hasta que Lu Han comenzó a desesperarse.

—El dueño debe tener una vida social increíble... ¿Cuántas personas están buscándolo? —Bufó, acercándose a revisar el celular una vez más.

Mientras, en el parque, un alto y delgado joven rubio de veintitrés años empezaba a darse por vencido en encontrar su teléfono perdido en ese lugar. Decidió regresar al apartamento que compartía con su mejor amigo Kim Jun Myeon, agradeciendo que al menos no había perdido sus llaves.

Saludó al guardia con una sonrisa algo forzada mientras caminaba hacia el ascensor, pero el hombre no lo dejó ir tan fácilmente.

—Oh Se Hun.

—¿Sí?

—Está prohibido tener mascotas en los apartamentos de este edificio —comentó—. Lo sabes, ¿verdad? —Suspiró—. Si las cosas siguen así, tendrás que irte a vivir a otro lugar.

—Yo... no tengo mascotas —mintió.

—¡No trates de engañarme! Los vecinos no dejan de quejarse porque tu perro no los deja dormir.

—Tengo que irme —se alejó—. Lo siento. Tengo que hacer muchas cosas, en serio.

—¡Oh Se Hun!

Para buena suerte del rubio, las puertas del ascensor se abrieron en ese instante, pues unas personas habían bajado para salir del edificio. Aprovechó eso y entró tan pronto como tuvo un espacio, presionando rápidamente el botón que cerraba las puertas e ignorando al guardia.

Cuando llegó a su apartamento, un bichón frisé se acercó a recibirlo alegremente, soltando un ladrido fuerte.

—¡Vivi! —Le hizo una seña para que guardara silencio—. Shh... Se supone que tú no estás aquí, amigo.

Jun Myeon solía llegar un poco más tarde que Se Hun porque su agenda siempre estaba más llena. Si no tenía un asunto laboral importante que atender, entonces tenía una cita con su novio.

Por esa razón, en la noche, Se Hun se quedaba solo durante un buen rato. Aun así, se entretenía cuidando a su perrito, jugando videojuegos, viendo la televisión o actualizando sus redes sociales, cosa que tendría que hacer desde su computadora portátil si no recuperaba su teléfono en los próximos días.

—Vivi, perdí mi celular. ¿Qué voy a hacer ahora? —Le contó al can como si éste entendiera cada palabra que salía de su boca—. ¿Cuántas llamadas perdidas y mensajes de Jin Young tendré? ¿Crees que sean más de cien? —Preguntó, acariciando un poco la cabeza de su mascota—. Ah, sólo espero que Jun Myeon no tarde mucho en regresar, necesito que me preste su teléfono. Tal vez aún puedo recuperar el mío.

Continuará.

.............................

¡Hola a todos mis hermosos lobitos y lectores/as que recién llegan y no tienen ni idea de quiénes son mis lobitos o por qué les digo así! ¿Cómo están?

Como ya casi se termina "No puede ser cierto", decidí empezar a publicar este nuevo fanfic por aquí. ¿Qué tal? Díganme qué opinan. ¿Sí les gustaría que continuara pronto?

Les deseo una excelente tarde.

Teléfono encontrado [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora