Hubo una vez un páramo

9 0 0
                                        

Hubo una vez un páramo, y en el páramo, dos espíritus…

La primera era un alma sentimental y frágil. De aspecto poco atractivo, llevaba una cabellera larga y algo desaliñada, ropas holgadas y, lo que más llamaba la atención de cualquiera eran, sus ojos, sus tristes ojos que parecían dos pequeñas gotas de agua a punto de caer.

La segunda, era, por así decirlo, la antítesis de la primera, un alma tan feliz y amorosa que irradiaba todo esto a su paso. Realmente atractiva y verdaderamente hermosa. De labios rosados, ojos alegres y brillantes, cabellera larga y muy suave, tenía, además, un bello aroma floral que naturalmente llegaba a quienes le frecuentaban. Una melodiosa y dulce voz, más dulce que cualquier manjar de la época. Era totalmente un tesoro.

Las dos solían frecuentar en el jardín de cerezos o cerca de las flores. Aunque no muy seguido.

-Las flores están muy hermosas hoy. – dijo la de alegres ojos

-Para mí, tú eres la flor más hermosa de todo el páramo. – respondió casi sin pensarlo

Fue entonces que, en el frágil corazón del espíritu, un nuevo sentimiento empezó a crecer.

Era demasiado hermoso, sentía que su corazón saldría de su pecho cada vez que veía a su bella compañera. Sus manos temblaban y solo pensaba en poder estar junto a ella por siempre.

-Pequeño pajarillo, ¿crees que algún día su amoroso corazón podrá aceptar y corresponder el sentimiento que albergo en el mío?

-Eso pensé, lo quiera o no, es totalmente improbable. Pero, aun así, me gusta tener esa ilusión y desearía que algún día pudiese ser realidad.

Empezó a observarla, todo en ella, sin duda alguna, era hermoso. Su amor empezó a crecer más.

En algunas ocasiones, su corazón llegaba a doler, ella era tan radiante que atraía a varios individuos, sin embargo, la de ojos tristes siguió aferrándose a aquel puro sentimiento.

Solo verla la llenaba de gozo, que le dedicara algunas palabras la inundaba totalmente, no sabía por cuanto más podría soportar ese sentimiento a flor de piel.

Finalmente, decidió actuar, esa noche de luna llena, revelaría la verdad que su corazón guardaba.

-Hermosa compañera, tu encantadora personalidad me ha cautivado, tu bello rostro embelesado, por eso quiero ser sincera contigo. Mi corazón por ti de amor se ha llenado y de ti solo espero me permitas brindártelo y estar por siempre a tu lado sería mi regalo.

-Querida amiga, lo siento, pero… esos sentimientos… no puedo recibirlos. Busca a alguien y dáselos…

- ¡Espera! Te daré… te daré mi corazón. Solo quiero que te quedes con él. Y goces del amor que puede darte. – respondió presurosa extendiéndole su corazón con la mano derecha.

-Perdón… no puedo. No podré cuidar bien de él.

-Eso no importa. Solo deseo que lo tengas. – insistió entre lágrimas

- ¡Dije que no puedo! Perdón, pero no me gustas. – y se alejó fugazmente como una estrella brillante ante la mirada atónita de la otra.

Su corazón se quebró en ese instante, en su mano.  Las lágrimas brotaron más y más, como mares. Dolía mucho, sabía que eso pasaría, pero aun así quiso intentarlo. Los pedazos dolían y cortaban su mano, sin embargo, siguió aferrándose a ese sentimiento. Y con ambas manos devolvió su destrozado corazón a su, ya también, roto ser.

Los días pasaron y decidió que era buena idea buscar a su compañera.
-Si la veo tan solo por un momento, mi destrozado corazón podrá ser reparado por su amoroso ser – pensó

Y al llegar a su mágico lugar de encuentros, la vio.
La vio obsequiándole su corazón a alguien más y recibiendo, también, de ese otro ser un corazón. Sellando el pacto con un dulce beso.

Siempre pensó que verla feliz también la haría feliz, pero en ese momento los pedazos de su corazón dolieron más que nunca.

Y en ese inmenso dolor y lágrimas, su vida, su luz, se extinguió. Siendo su último suspiro, un puro deseo.

-Permíteme seguir amándola aun después de desaparecer y… por favor quiero estar siempre a su lado.

○○○

-Amada mía, mira esta bella rosa.

-Es muy linda y única. ¿No sabía que aquí podían crecer rosas de un azul violeta?

-Qué más da mi bella flor, ten, te la doy.  
  
-Jamás me separaré de ella.

Hubo una vez un páramo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora