Inseguridades

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El miedo y la incomodidad es algo que no debería existir en una relación de pareja.
Esconder las muestras de cariño, esconder los besos, mirar a ambos lados antes de abrazarse. Incluso todo eso podría ser fácil de sobrellevar, sino llevara por dentro la culpa de que aquel amor, prohibido y enfermo, era hacía su hermano. Su hermano mayor. Ese idiota al que todos molestaban y cambiaban apenas se presentaba la oportunidad. Aquel que parecía no importarle nada, pero que cuando estaban solos le regalaba miradas llenas de amor, sonrisas encantadoras y un futuro fantasioso a su lado. Le mimaba, le divertía, y aunque en ocasiones se volviera fastidioso, lo entendía.

¿Qué se supone que debía hacer con ese amor? No estaba bien. Por más que le hiciera sentir feliz, lleno y apreciado, no podía seguir con algo así. Eran muchas mentiras, más de las que podía aguantar. Irónico viniendo del más mentiroso de los sextillizos, el cuarto hermano. Aquel hombre que se dejaba bañar por una extraña oscuridad, y le rodeaba un muro de espinas que no dudaban en clavarse contra cualquiera que intentara acercarse. Jamás pensó que llegaría esa persona que supiera lucha contra esas espinas, que a pesar de que se clavaran en su cuerpo, ocasionando heridas sangrantes, esta continuara a paso firme, avanzando hacía él. Esa persona era su hermano mayor; Osomatsu.

Y por eso... no debía seguir.
Por el bien de ambos.
Por el bien de su familia.

(...)

— Oye... terminemos con esto. — Ambos habían salido al techo en mitad de la noche a compartir un cigarrillo. Ahí, en medio del firmamento, se le ocurrió pronunciar esas palabras. Su garganta se apretó cuando el humo pasó hacía sus pulmones, contaminadolos, y le extendió el objeto cilíndrico de tabaco.

— ¿Ah? — Osomatsu le miró incrédulo, sin estar seguro de a qué se refería. Tomó el cigarrillo y se lo llevo a los labios, saboreando la ligera esencia que quedó de los labios del menor. — ¿A qué te refieres con esto? — Dio una calada profunda, aparentaba ser totalmente ignorante, pero luego de analizarlo ya tenía más o menos una idea.

— No te hagas el desentendido, bakamatsu. — El mayor de los dos frunció el ceño ante el insulto. — Esta mierda nunca debió seguir... es enfermo y lo sabes. Cuando creí que no podía caer más bajo en la escoria de la sociedad. ¿Acaso no te da
asco? — Las manos del de cabellos despeinados se aferraron a su pantalón de buzo, escupiendo palabras a diestra y siniestra. Tal vez buscando herir su orgullo para alejarlo, tal vez buscando hacerlo enojar para que lo mandara a la mierda. Cualquiera de las dos estaba bien.

Osomatsu mientras tanto, miraba fijamente el cuerpo tembloroso a su lado. Veía como se dejaba tragar cada vez más por esa oscuridad, sucumbir al miedo sin siquiera luchar contra él.
Era tan patético.
Ambos lo eran.
— ¿Acaso estás rompiendo conmigo, Ichimacchan? ¿He sido tan mal novio~? — Sin embargo, en vez de mostrarse molesto o herido, dejo salir esa personalidad infantil que hacía derretir el corazón de su madre, pero que siempre fastidiaba a los demás. La expresión en el rostro del de ojos amatista lo confirmó.

— ¡Estoy hablando en serio, pedazo de mierda! — Vociferó, sin detenerse a pensar en que sus hermanos podrían escucharlos discutir. — ¡No está bien...! Lo odio... si los demás se enteraran yo-- — No pudo continuar su oración, las manos de su hermano estaban sujetando su rostro con fuerza, obligándole a mirarlo. Esos ojos escarlata, llenos de pasión, de lujuria, de preocupación. Un rojo que lo embriagaba. Encantadores.

— ¿Qué importa si los demás se enteran? — Ahí estaba, tan despreocupado como siempre, sin miedo de decepcionar a los que lo rodeaban. — Tú me amas ¿verdad? ¿Entonces cuál es el problema? — La mano de Osomatsu acunaba su mejilla con cariño, con protección, habiendo dejado olvidado el cigarrillo que estaban compartiendo. Dejando que esté cayera por las tejas del techo hacía el suelo.

No era la primera vez que el menor le dedicaba aquella penoza actuación. Ni tampoco sería la última. No había porqué angustiarse, sólo debía recordarle lo mucho que lo amaba, y que ese amor sería lo suficiente para dejar caer cualquier muro. Sabía que no habría forma de quitar esos pensamientos negativos de su cabeza, pero al menos intentaba de que no lo consumieran.

— ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? Eres un jodido fastidio. — Su rostro se deformó en una mueca de dolor, arqueando las cejas y apretando los dientes. Estaba apunto de llorar. Su corazón era frágil como el cristal.
— Puedes esperar algo mejor que esta basura, no sirvo de nada... ¡Incluso ahora mismo! ¿Por qué no puedes simplemente dejarme sólo y ya? — Ver esa maldita y encantadora sonrisa aparecer en los labios contrarios, le hizo hervir la sangre. — Te voy a matar, imbécil... — Lamentablemente su voz no pudo sonar para nada amenazante, y sólo provocó que el mayor quisiera reír.

— Eres un gatito huraño~ — Comentó, aparentando estar muy divertido con la situación. — ¿De verdad crees que alguien más podría llegar a quererme? Y si lo hubiera... ¿En serio crees que te dejaría así sin más por esa persona? Me ofendes~ — La sorprensa en el rostro del menor le enternecía. Siempre le repetía lo mismo, y siempre reaccionaba como si fuera la primera vez que lo escuchaba de su boca. — Te necesito. Así que no seas malo y sólo déjame amarte. —

El nudo en su garganta le impidió responder de inmediato, más al cabo de unos segundos logró calmarse.
— No tienes idea de lo mucho que te odio ahora mismo... — Sólo para decir eso. ¿Tan fácil era romperlo? ¿O es que esa facilidad era exclusiva de Osomatsu? No estaba seguro.

— ¿Qué es el odio? Sino amor de otra manera... — El rostro de Ichimatsu se desfiguró ante tal cursilería salida de la nada.

— Que asco, te escuchaste como Kusomatsu. — Apartó el rostro para que las manos del contrario ya no pudieran sujetarlo, quién sólo pudo soltar una risita en respuesta, escondiendo un pequeño suspiro aliviado al ver que el ambiente había mejorado.

— ¡Hey! Lo leí en un manga, no está tan mal. — Rascó su nariz con el dedo indice, y volvió a acomodarse, rebuscando en sus bolsillos la cajetilla con cigarrillos para volver a sacar uno, ya que el otro se había desperdiciado.
Al encenderlo dio una calada profunda, expulsando el humo al cielo, mirando como las estrellas se perdían en este, para luego volver a aparecer, brillantes.

Ichimatsu se movió hasta quedar a su lado, apoyando la cabeza en su hombro mientras le miraba. Una delicada sonrisa se dibujó en sus labios cuando sintió el peso de la cabeza del mayor, apoyándose en la propia.

"¿Qué era el odio? Sino amor de otra manera. " Eso se había escuchado tan dolorosamente perfecto.

Osomatsu continuaba con su mirada fija en las estrellas, casi perdido en sus pensamientos cuando el cigarrillo fue arrebatado de sus manos.
— Hey, te iba a dejar... — Reclamó, pero sus palabras valieron nada al ver como Ichimatsu se levantaba de su lugar, y sin su permiso se acomodaba sobre sus piernas. Tembló al sentir el delicioso peso del cuerpo del menor sobre su regazo, y sus manos fueron directamente a sujetar sus caderas, mientras lo veía darle una calada al cigarrillo.

El de sonrisa felina acercó su rostro y sus labios a los contrarios, para poder soltar el humo en dirección a su boca. Osomatsu entrecerró los ojos, y comenzó a aspirar, sintiendo el humo más suavizado al salir de la boca del menor. Algo en eso se le tornó demasiado erótico. Sus manos se afianzaron más a las caderas que sujetaba, haciendo al propietario de estas temblar y sonreír.

Su relación podía ser como ese humo que ahora los rodeaba; envenenado, tóxico. Pero ¿Qué más podrían conseguir? Ambos estaban rotos, podridos, escorias de la sociedad humana. Sin embargo, si podían amarse de manera sincera aún así, no tenían nada que temer entonces. Si podían amar tanto sus defectos como virtudes, era algo por lo que podían luchar, aunque significara perderlo todo.

— Te amo... — Susurró el cuarto, antes de acortar la distancia entre sus labios y unirlos en un beso con sabor a tabaco, cerveza y atún.

Los besos continuaron y ni siquiera se dieron cuenta, cuando las luces de la casa terminaron por apagarse en su totalidad.

El frío de la noche fue el que los obligó a entrar, horas después.

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2019 ⏰

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Cerveza & Atún //Drabbles OsoIchi\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora