AMALIA
“y qué has aprendido después
De tanto dolor, de tantas traiciones?”
Entonces le respondí
“aprendí a siempre sonreír”
Blaster.
SANTIAGO
La ciudad, el tráfico, la gente de mierda con la que me cruzo con el camino a diario para llegar a mi trabajo, pero así mismo la gente que me recuerda que el mundo puede ser un lugar agradable para vivir. Esto y más es lo que vivo a diario a las siete de la mañana. La polución, el polvo, el ruido de mil carros por la autopista sin miedo de chocar por la velocidad.
Mi trabajo queda a 1 hora en metro, la rutina que odio comienza en la estación de metro estación central hasta Tobalaba de ahí un pequeño cambio de tren hasta la estación vicuña Mackena y taran!! Llegar a la oficina con cinco minutos justos para tomarme un café y adelantar el cuaderno del chismecillo con mi amiga y compañera Paula de la oficina, lo único que me salva en ese horrible trayecto que se me hace eterno es la música mis auriculares estallan en mis oídos cualquier tipo de música puedo escuchar desde Mercedes Sosa hasta ACDC en un segundo y cambiar mis estados de ánimo.
Paula y yo Trabajamos para unos arquitectos que tienen una muy buen reputación no solo en Santiago si no en todo Chile, ella esta dos pisos abajo del mío, es secretaria del Arquitecto Juan el hombre perfecto para cualquier mujer que desearía un polvo salvaje, vaya reputación del jefecito. De solo pensarlo me daban corrientazos en el cuerpo. En cambio yo, soy la secretaria de Alberto el papá de Juan jefazo de mi amiga.
Mi vida en la empresa siempre había sido normal, yo llevaba 3 años trabajando para Alberto con un buen sueldo buen horario y la ubicación lo mejor. Cerca de Patio Bellavista perfecto para noches de copas, carrete con mis amigas y compañeros de la oficina. En los tres años que llevaba en la empresa había salido con tres cretinos que resultaron ser eso y más, el primero un mensajero quien me invito una noche a tomar una cerveza, que se convirtió en una botella de vino y otra hasta que la calentura de mi cuerpo no aguanto con más besos sabor a licor y lo invite a dormir en mi departamento. Al otro día tuve mucha confusión creí que las cosas con él quizá funcionarían pero solamente quería un polvo cosa que entendí una semana después de que no respondiera ni a uno de mis mensajes. Así fue mi primer enamoramiento torpe muy torpe y fugaz del trabajo. Luego llego un arquitecto junior nuevo Andrés con quien pasaron cosas similares, iniciamos con una copa luego otra y bueno… termine metida en las sabanas de su cama y la cosa iba bien pero vaya problema en nuestra segunda visita a su casa me di cuenta de que aún vivía con su mamá así que fui yo quien dijo no más, prefería mis encuentros sexuales en privacidad y necesitaba una persona que me brindara eso, no un pequeño al cual cuidar.
Mi tercer y peculiar amor que inicio siendo platónico y termino mal muy mal fue con Federico, él un arquitecto jefe de proyectos de mi piso, con una mirada sugerente que me daba calor y sudor al sentir sus ojos en mis piernas y mi escote, digo platónico porque pensé que era ridiculez mía pensar que el me miraba y me hacia la tonta cada vez que lo volteaba a mirar y él me sonreía para derretirme. Federico de solo recordarlo me caliento, sentir su voz sollozando en mis oídos, acercando su boca a la mía en la cafetería del edificio… era morbo puro. Así iniciamos con una conversación sencilla un café amargo para él y un té en leche y con azúcar para mí, ahí nos descubrimos sentados riendo de tonterías suyas y mías todas las mañanas a las Díez de la mañana en la mesa más apartada de la puerta dónde nadie podía vernos pero nos encantaba escabullirnos. Sus manos, sus dedos largos subiendo por mi falda… Federico… yo no podía parar ni decirle nada cada vez quería que llegara a mi zona húmeda y que la tocara, que la pellizcara, que pasara su lengua y sintiera mi sabor. Pero en mi mulso siempre paraba y me susurraba al oído. – quizá mañana.
Y ese maldito quizá mañana me dejaba mojada como la ropa recién salida de la lavadora, maldito como le gustaba verme roja y con ganas de gritar y gemir. Después de un juego infinito de dos semanas y la misma silla de la cafetería a la misma hora, Federico me invito a cenar. Estaba más que ansiosa, ardía de ganas por que llegara la noche y pudiera estar sola con él en un ambiente lejano del trabajo. Fuimos a un restaurant tranqui cerca de plaza Italia, comimos pasta y un cabernet mi favorito e igual el de Fede. Ahora era Fede, ya me había decidido a dar un paso más. Pensé en tirarme a sus labios pero la conversación era tan emocionante que me detenía. Sus manos ya iniciaban el juego de las mañanas de café y té pero esta vez yo iba por más. Necesitaba probar sus labios, su saliva introducir mi lengua en su boca y que jugueteara con ella caliente y deseosa. Me invito a salir del restaurant e ir a un pub, yo solamente asentí. Fede me tomo de la mano, pago la cuenta y me llevo afuera. En la calle comenzó el frio se terminaba el otoño y no había traído una chaqueta abrigadora, por el contrario quería que Fede viera mi cuerpo por completo mis curvas marcadas y encaje en mis senos. Por supuesto que él lo notaba no era ciego y le gustaba observar. Me paso la mano por los hombros y me invito a caminar. Recorrimos plaza Italia abrazados hasta que pare no aguanté más y me lance a su boca, Fede me respondió el beso, acepto gustoso y receptivo, me abrazo, me apretó hacia su cuerpo hasta que sentí su pene duro. Por fin tenía lo que quería, necesitaba una noche o las que fueran con él. Estaba siendo mi capricho y no estaría tranquila hasta tenerlo entre mis sabanas y mejor aún entre mis piernas. Me aparto de él para seguir caminando hacia el pub, entramos y pedimos una mesa el ambiente era oscuro y lúgubre se veían parejas sentadas y grupos de amigos disfrutando de pisco sour o vino, Fede pidió dos copas de vino tinto el primero caliente para quitar de mi cuerpo el frio de la noche, estábamos sentados juntos besándonos jugando con nuestras manos en la obscuridad del lugar. Le susurre en el oído que pasáramos la noche juntos a lo cual Fede asintió, yo me sentí mal pensé que era una cualquiera por incitarlo pero el mal en mi cuerpo lo iba calmando Fede con sus besos por mi cuello. – pensé que nunca pasaría nada Amalia, te veía tan tranquila, en tu trabajo, tan alejada y ahora te tengo dispuesta a sentarte en mis piernas y gozar conmigo.- le gustaba hablarme al oído y eso me calentaba cada vez más, bebimos otra copa de vino y nos dispusimos a salir hacia mi departamento el cual es algo apartado de la zona en la que nos encontrábamos. Tomamos un Uber, llegamos a mi departamento y lo invite a seguir halándolo de la corbata ahí lo tenía dispuesto para mí una noche completa en la que gozaríamos juntos, una noche que había deseado desde la primer vez que vi su sonrisa.
- Perdona Fede está un poco desordenado, lejos pensé que íbamos a terminar aquí esta noche.- que mentirosa era, sabía que lo iba a invitar me moría por tener intimidad esta noche.
- Por mí no hay lío, ya me conoces. Ahora ven acá quiero tenerte cerca.- Federico me arrastro hacia él apenas quitándome los zapatos. Me sentó a horcajadas en sus piernas y me beso, pausadamente, con ganas de enloquecerme o enamorarme no sabía qué hacer, le temía al amor pero dentro de mi quería experimentar una relación duradera.
- Fede, realmente me gustas y no quiero que pienses mal de mí.- puso su mano en mi boca y me callo, seguido de esto me beso. Volvió a introducir su lengua en mi boca y yo me deje llevar. No hablamos más.
Veía a Fede como un adonis un Dios que estaba ahí esperando que me desnudara para él. Su cara alargada su tez morena, su barba recién saliendo de algunos días. Todo para mí. Me pare en frente de él y me quite el vestido despacio, lento sin prisa. Teníamos la noche entera para disfrutar el uno del otro. Fede se levantó con fuerza y me puso para atrás, tomo con fiereza mis manos y me sujeto duro el trasero, lo palmeo, me nalgueo hasta que el color de mi trasero cambio a rojo fuego. Me gustaba, necesitaba esa y más fuerza, me giro con rabia y volvió a tomar mi boca, sus manos subieron desde mi estómago hacia mis pechos que estaban duros y deseosos de sentir su saliva, mordió mis pezones, los chupo y yo dejaba escapar pequeños gritos de placer. Lleve mis manos hasta su miembro erecto, desabroche su pantalón, lo baje y lo deje expuesto para mí, me arrodille y lo introduje en mi boca con un sabor a gloria, veía en su rostro que le encantaba que lo hiciera y deseaba que cada vez fuera más adentro. Me levanto tirando de mis brazos antes que su semen cayera en mi boca y sin pensarlo me tiro en la cama y me penetro, veía su cara de satisfacción y su gozo con mis gemidos. Sus acometidas fueron fuertes, su fuerza me encantaba. Recuerdo que de fondo sonaba these are the days of our lives de queen un poco romántica para este momento de efervescencia pero me encantaba como Fede empalándome y mirándome a los ojos la tarareaba. Entramos en clímax casi al tiempo Fede jugaba con sus dedos en mi clítoris mientras entraba y salía de mí con un ritmo que me dejaba impresionada, sabía dónde tocar y en qué momento debía parar o acelerar sus tocamientos.
Me aleje para ir al baño y limpiarme necesitaba sentir agua tibia corriendo por mi cuerpo y haciendo que el ardor y la hinchazón de mi vagina se calmaran por un momento, la música del living seguía sonando esta vez sonaba under de Queen con David Bowie cada vez aumentaba el volumen y me daba cuenta de que a Fede le encantaba Queen como a mí. Quería seguir descubriéndolo sus facetas, sus gustos, sus deseos, todo me interesaba de él. Escuché que abrió la puerta del baño y entro, lo vi cantando frenético y me uní a él, mi lista de reproducción le encantaba y en la ducha mientras besaba mi espalda y mi cuello cantaba sweet child o mine si seguía de esa manera podía derretirme a sus pies, pero tenía que hacerme la fuerte quería sexo y no sé qué más cosas. Pero Fede, no sabía el que buscaba en mí y no era momento de preguntarle. No sé cuántas veces más lo hicimos esa noche y al día siguiente por que Fede se quedó el fin de semana completo aprovechando que ninguno de los dos trabajábamos. Tuve todas las intenciones de pedirle que se quedara en mi casa conmigo en mi vida para siempre, él era todo lo que yo necesitaba y sentí tristeza en el momento de despedirnos, fue doloroso decir adiós sin saber siquiera si seguirían esos encuentros o todo en la oficina sería igual.
El final del domingo decidí no salir, me quede en mi cama acostada viendo series de netflix y comiendo millones de papas y palomitas. La pereza otra de mis grandes virtudes. Revise mi teléfono lo re inicie pensando que estaba dañado y que en algún momento de la tarde Fede me llamaría para volver a mi casa y tomarme como suya, pero eso no paso. Me quedé dormida odiando que fuera lunes nuevamente y volver a la rutina.
Lunes nuevamente y la ansiedad de ver a Fede parado en la puerta de la oficina esperándome quizá dispuesto a pedirme otra noche, el metro, la gente la música que sonaba y yo no le prestaba atención, Paula mi amiga esperándome con su hermosa sonrisa como siempre dispuesta a tomar un café y esperando noticias de mi salida fugaz del viernes, pero yo no tenía ganas de contarle nada quería buscarlo a él y tirarme en sus brazos y disfrutar de sus besos cargados de morbo.
- Amiga y esa cara de infarto.- me pregunto Paula al ver que venía pálida, con cara de no haber dormido.- será por tu noche lujuriosa?
- Paula perdóname pero no tengo ganas de hablar de eso.- mi cara quizá decía lo opuesto a lo que había pasado, que fue un mal polvo o que no pasó nada. Así que paula lo dejo estar y no me pregunto más.
Deje a Paula en el primer piso con ganas de detalles y subí por el ascensor, llegue a mi piso y ahí estaba él. Con su traje su corbata firme y su sonrisa pícara.
- Llega tarde señorita Amalia, llevaba esperándola media hora abajo y tuve que subir.- mi cara de sorpresa fue lo peor, me lance a su boca y Fede me apartó, no quería que nos vieran allí y lo comprendí. Era lo mejor.
- Se me hizo un poco tarde pero ya subí. Que tal tu día?
- Nada mal, deseoso de verte.- imagino que en la cara se me notaban las ganas que tenía de preguntarle el por qué no me había llamado, para lo cual él se me adelantó.
- Amalia, no he sido lo suficiente franco contigo y aunque me gustas y no imaginas lo que deseaba hablarte o verte, tengo que contarte algo.- si yo tenía cara de pastel por verlo mi cara se transformó, pensé lo peor venían mil imágenes a mi cabeza de Fede encima mío y yo encima suyo pero no eso iba en serio y necesitaba saber lo que me iba a decir.- Amalia, sé que no me vas a perdonar lo que te voy a decir pero debo ser sincero.- su cara comenzó a ponerse pálida y a mirar hacia el suelo.- estoy comprometido y no creo que pueda seguir viéndote, eres una obsesión para mí y deseo tener mil noches más contigo pero no puedo dejar a Iris mi prometida, ella ahora está en Canadá pero vendrá la siguiente semana, podemos…- lo calle, sentí unas ganas inmensas de tirarlo por la ventana Díez pisos hacia abajo pero me contuve.
- Tranquilo Fede, fue solo una noche. Lo comprendo.- su cara de sorpresa… dejarlo ahí parado con su estúpida excusa, que mierda piensan los hombres que buscan mujeres estando casados o comprometidos o la mierda que sea? Que alguien me explique por qué no entiendo.
El día fue una mierda, más aún porque a las Díez de la mañana Federico me escribió que me esperaba para nuestro café diario, que cretino era. A la una de la tarde con mucha hambre y ganas de irme a llorar a mi casa le dije a Alberto mi jefe que necesitaba irme, me sentía enferma y necesitaba salir corriendo de allí. Alberto no tuvo excusas para dejarme ir, siempre había sido una secretaria diligente. El fastidio de las relaciones amorosas iba más allá, me quería escapar y dejar de lado ese enamoramiento fugaz que me dolía pero que tenía que ocultarlo hasta a mis mejores amigas. Así que lo decidí me iría esa misma tarde para Valparaíso necesitaba el mar, la brisa, y a mi familia que estaba allá. Viajaría rápido esta tarde y volvería el domingo en la tarde así quizá había olvidado o lo que fuera, por lo menos estaría lejos de Santiago y del imbécil de Federico.
Tome el primer autobús hacia Valparaíso, mi familia vive en Villa Alemana así que decidí instalarme allá ese fin de semana con mi hermana olvidándome de un pequeño detalle. En ese mismo barrio vivía Rodrigo un hombre que hace unos años volvió un maraño mi cabeza y mi corazón. Yo llevaba un año sin ir a Villa Alemana después de Rodrigo no tenía ganas de estar allá pero necesitaba a mi hermana, era la única persona en el mundo capaz de reconfortarme después de mis decepciones amorosas. Llegue de sorpresa y la alegría de mi hermana Manuela junto a mis pequeños sobrinos fue lo mejor, era lo que necesitaba abrazos y comida casera.
- Por qué no avisaste Amalia?
- Sorpresa!!- fue lo único que pude decirle a Manuela quien me acogió en sus brazos y yo no tarde en comenzar a llorar.
Mi hermana la mujer más comprensiva del mundo, con quien no necesitaba palabras para comunicar mis sentimientos, me tomo de la mano y me aparto de los niños, no le gustaba que vieran lo sensibles que éramos. No me pregunto nada solamente me dejo llorar a su lado, ni siquiera yo entendía por qué lloraba tanto si iba detrás de un polvo y terminaba hecha mierda que tonta era.
El viernes termino tranquilo, comimos porotos y tomamos un par de cervezas, hasta que llego Mario el esposo de mi hermana justamente con el patán que no pensaba ver nunca más en la vida, Rodrigo.
VILLA ALEMANA
La tarde tan tranquila que estaba pasando con Manuela y los niños se transformó en una noche fría y oscura al ver la cara de Rodrigo, llegaron mil pensamientos a mi cabeza sobre todo de las veces que llore por los desplantes y las malas palabras de ese imbécil. Verlo me revolvía el estómago y me hacía pensar no solo en nuestra historia pasada muy pasada si no en mis decepciones amorosas, Federico venía a mi cabeza y con él los recuerdos y hasta me llegue a sentir mojada y excitada de recordarlo parado frente a mí desnudo dispuesto a penetrarme. La voz de Rodrigo retumbaba en mi cabeza y más aún sus ojos negros mirándome fijamente, me dieron ganas de salir corriendo de allí y gritar hasta quedarme sin voz pero tenía que seguir poniendo mi cara de pastel y hablarle que era lo peor!
- Amalia que tal Santiago.- esa voz, la voz que ya creía haber olvidado.
- Bien, normal. Santiago es tan normal como acá.- mi voz de repudio a contestar sus preguntas y la cara de imbécil que él tenía al mirarme, se le notaba que era feliz de verme sufrir. Era notable que había llorado. – es hora de que me vaya a dormir buenas noches a todos.
- Hermana no tienes que irte ya, tomate otra cerveza con nosotros.- mi hermana amaba a Rodrigo para ella él siempre fue mi hombre ideal y yo su chica pero eso ya era pasado necesitaba dejar de verlo ahora.
- Gracias Manu pero estoy cansada.- punto final, asunto cerrado a dormir y dejar de pensar en imbéciles.
Mi noche fue de perros, escuche hablar a Mario y a Rodrigo casi toda la noche, no dormí ni cinco segundos por el contrario seguí llorando como niña pequeña. Al amanecer salí de la habitación y me dirigí a la cocina necesitaba un café negro y sin azúcar que me hiciera volver a la vida. Me asomé por la ventana y ahí estaba Rodrigo, sin camisa, arreglando su moto. La moto en la que nos escapábamos a concón, Reñaca y a muchas otras playas solos sin que nadie nos molestara ni supiera para adónde íbamos. Rodrigo se dio cuenta que lo estaba mirando e inmediatamente vino.
- Buenos días Amalia.
- Hola.- su voz tan amigable y la mía tan distante, era capaz de sostener una conversación a solas con Rodrigo?
- Amalia, yo…- el silencio, el maldito silencio.
- No tienes que decir nada Rodrigo, yo comprendo que lo de nosotros no funciono y ya, no hay lío.
- Quise buscarte pero no quería atarte a una relación sin futuro.- para mí siempre habíamos tenido futuro, yo desee estar siempre con él pero Rodrigo me apartaba cada vez más.
- No tenemos que seguir hablando, no necesito esto.- Rodrigo me tomo del brazo furioso, sentir su fuerza me hizo llenarme de ira, lo odiaba, pero por dentro me recorría un calor sofocante, atrayente. Me solté con fuerza. – ni se te ocurra volver a tocarme y menos a dirigirme la palabra, imbécil.- dejé la taza de café aún tibio casi llena maldito Rodrigo, maldita cabeza que me hacía recordar.
Tome mi bolso de playa, necesitaba irme. Metí en el bolso mis gafas Prada, el primer libro que tome de la biblioteca de Manuela, dinero y salí. Pedí un uber que llego en 5 minutos y me fui para Concón. Desesperada, sola, con llanto, con odio. Así estaba comprando un mistral ice para tomármelo a la orilla de la playa con mis auriculares a todo volumen escuchando la célula que explota de caifanes. La repetí quizá quince veces en esa tarde. No necesitaba más si no una canción torpe con una melodía triste.
Al medio día fui a almorzar a un restaurant que me gustaba mucho lo malo era que mi frecuencia allí siempre era con Rodrigo, pedí una empanada y una bebida de dieta. Lo disfrute en silencio hasta que una voz varonil pidió sentarse a mi lado. Allí estaba él, el maldito de Rodrigo.
- Puedo sentarme?- mierda!
- El sitio es público.- fue lo único que se me ocurrió en el momento.
- Amalia, yo sé que las cosas entre nosotros terminaron mal, pero necesito que me escuches.- no quería escuchar, quería que se largara para siempre.
- Realmente Rodrigo, no quiero verte, no quiero escucharte, vine porque necesitaba estar sola y te apareces acá. – confusión, me alegraba o detestaba verlo?
- Amalia sé que no quieres escucharme, pero no quiero estar mal contigo. Lo de nosotros ya fue y lo comprendo, y fui un imbécil en no buscarte, y fui más imbécil aún en creer que te había olvidado. Verte para mí es un castigo, te pienso más de lo que debería.- que hacia Rodrigo diciéndome esto ahora? Y peor aún, yo que le iba a responder?
- Ya es tarde, no necesito que me digas todo esto ahora cuando tú terminaste todo hace tres años. En los que para mí fue difícil dejar de pensarte, dejar de verte. Y ahora haces que todo esté bien y seamos amigos?, jodete Rodrigo.- ahí estaba yo, capaz de mandar al cuerno a este imbécil y a cualquier otro, la cara de estupefacción de Rodrigo fue lo mejor, tome mi bolso pague la cuenta y Salí.
Llegue a la playa a leer a distraerme a dejar atrás, pero mi cabeza y mis pensamientos seguían girando y ahora ya ni me acordaba de Federico, ya ni siquiera sabía quién era él, mi razón principal de estar acá. Ahora mi peor fantasma se materializo y se adueñó de mi cabeza, Rodrigo.
Pasé la tarde sola por fin, deje la mente en blanco y pude leer para mi sorpresa el primer libro que tome de manuela fue Drácula de Bram Toker´s que maravilla, no era de mi género literario predilecto pero leí casi cien páginas. Era hora de volver, tome una micro hasta villa Alemana y mi hermana estaba esperándome, estaba acostumbrada a mis escapadas, sorpresa fue que pensara que yo estaba con Rodrigo al no ver su moto fuera de su portal.
- Oye Amalia, andabas con el vecino?
- Que? Estás loca? Crees que yo estaría con ese patán? Estoy loca, pero no tanto.- tuve ganas de reírme, o de contarle que él me había buscado pero decidí omitir todo e irme a la habitación, debía prepararme para volver a Santiago en la mañana.
No quería volver, me había sentido en casa y estar de nuevo en Santiago sola no creo que fuera la solución a mis problemas pero debía enfrentarlo. Llegue a mi departamento a las 11 am me di una ducha con música a todo volumen, me daba látigo escuchando el lado oscuro de jarabe de palo pero así era yo.
Llego el lunes y con él la rutina como dijo Sui Generis lunes otra vez sobre la ciudad. El metro, la ciudad, tener que correr para llegar a tiempo, y en la puerta el imbécil de Federico, pasé por su lado y ya era un fantasma completo para él. Ridículo, por suerte yo me creía súper chica la más fuerte del corazón y no le preste la más mínima atención. Me reuní con mi amiga Paula, me invito a un carrete el viernes que iba a hacer su jefe Juan en su departamento en Las Condes, le dije que no sabía, que en la semana le diría. Pasaron los días, martes, miércoles…. Federico seguía ignorándome totalmente definitivamente fui su polvazo de fin de semana, ahora miraba a otra chica, pobre de ella. Decidí ir con paula a la fiesta de Juan, me puse un vestido zara negro con encajes que tenía reservado para ocasiones especiales y mis Jimmy choo rojos que me habían costado cuatro meses de sueldo pero que eran mi secreto mejor guardado. Al llegar me encontré con paula y otras chicas de la empresa, entramos en la fiesta y parecía de otro mundo. Sobre todo por el barrio que ya era demasiado para nosotras.
Para mi sorpresa Federico estaba con su prometida, pavoneándola por toda la fiesta, una modelo Canadiense de piernas largas y melena castaña, lo felicité por su compromiso, llegó a mí la rabia, salí a un pequeño balcón a tomar aire y fumarme un cigarro, yo no fumaba pero tenía ansiedad, rabia, ira. Observando la ciudad sentí que se acercó alguien a mí, me gire rápido pensando que era Federico buscándome para hacerme sentir peor, para mi sorpresa no era él. Que mierda hacía allí Rodrigo?
ESTACIÓN CENTRAL
Mi cara era estupefacción total, Rodrigo en Santiago? Y peor aún, Rodrigo en la fiesta de Juan el jefe de Paula?
- Que haces aquí?- fue lo primero que le dije a Rodrigo al verlo ahí parado imponente con un traje que le quedaba de infarto.
- Estoy en la fiesta de mi amigo Juan, por?- amigos? De dónde?
- Tu amigo Juan?, no tenía idea que se conocían.
- Hice una especialización en la católica con Juan, desde ahí hemos sido amigos y nos frecuentamos aquí o en Valpo.- creo que Manuela había olvidado contarme el pequeño detalle de que ahora Rodrigo había hecho una especialización en Santiago y peor aún que frecuentaba venir a mi ciudad.
- Bueno, pues que disfrutes la fiesta.- dicho esto tome mi bolso y salí de inmediato a la calle, aire era lo que necesitaba lejos de esa fiesta de sorpresas horribles. Paula ni siquiera notó que yo no estaba, creo que se estaba enredando con su jefe y estaba muy ocupada.
La calle, fría, el invierno entrando con toda su fuerza y yo en un vestido minúsculo y tacones de 10 centímetros que más de verme impresionante me veía destruida.
- Amalia- un grito desesperado a lo lejos y yo tratando de correr impedida por mis tacones.
En mi interior solo pensaba que era mentira que no iba corriendo para alcanzarme y que iba a llegar rápido a la parada del metro que me sacara de ahí. Pero no Rodrigo corría hasta que logró llegar a mí. Me detuve no quería ir más contra la corriente, necesitaba verlo, olerlo, escucharlo, el odio se me derretía al saber que me seguía, no podía más. Estábamos parados frente a frente no había nada que decir.
Rodrigo tomó mi mano y me acerco a él, sentí su olor, el vapor que brotaba de él al correr detrás de mí. Noto mi frio e inmediato me puso su abrigo encima, no tuve palabras, mi corazón latía a un millón por hora estaba temblorosa. Camino a mi lado sin hablar, recorrimos avenida providencia hasta Pedro de Valdivia, subió conmigo al metro, solamente había silencio, no me miraba, no se juntaba a mí, no me tocaba. Si yo me bajaba y tomaba otro metro o subía a otro vagón él lo hacía a mi lado, no se apartaba pero tampoco se acercaba. Hasta llegar a Estación central. Seguimos camino a mi departamento era momento de parar esa locura.
- Por qué me sigues? Que buscas de mí?- recuerdo mi voz y mis piernas temblorosas y ansiosas por escuchar su respuesta.
- Amalia desde que te volví a ver y aún desde antes no te apartas de mis pensamientos, necesito volver a saber de ti, volver a escuchar tu risa todos los días, tus reclamos, tus gemidos haciéndote el amor.- qué extraño, sus pensamientos siempre llegando al mismo punto, sexo..
- Si querías sexo puedes buscar a cualquiera de tus amiguitas de seguro lo consigues fácil.- me torne hostil aun sabiendo que yo también quería que me hiciera el amor, que me llevara a uno o tres orgasmos esa noche y que no me dejara levantar al otro día o ningún otro por que el Rodrigo siempre fue el hombre que yo necesitaba y al que trataba de olvidar pero no podía. Y ahora estábamos ahí ahora con ganas de comernos en la calle con mil sentimientos incontrolables que se estaban convirtiendo en puro deseo.
Tres años sin ver a Rodrigo y ya había olvidado su tés blanca, su barba larga y descuidada y los tatuajes en su cuerpo esos que lo acompañé a hacerse cuando teníamos algo, una relación un noviazgo éramos amigos o lo que fuera.
- Amalia, déjame entrar en tu departamento. Hablemos, déjame explicar, hablar, preguntarte tantas cosas que necesito que sepas de mí y saber de ti.- una parte de mi ansiaba que entrara pero otra parte deseaba tener el coraje y la valentía para decirle que se largara que necesitaba estar sola, pero gano mi ser benigno y lo deje entrar.
Abrí la puerta, la luz de la luna entraba por el ventanal del living, no necesitaba más, le ofrecí una cerveza la cual acepto, lo invité a sentarse en mi sofá, el maldito sofá pequeño en el que solo cabíamos los dos, así que me senté a su lado. Ninguno de los dos podía iniciar la conversación, imaginé que la noche se tornaría larga y tediosa si no hablábamos así que me llene de valor.
- Por qué viniste detrás mío cuando Salí de casa de Juan?.- necesitaba saber mil cosas más antes de esa pero quería escucharlo.
- La verdad es que yo sabía que estarías ahí. Hace unas semanas visite a Juan en su compañía por un proyecto que vamos a iniciar juntos y te vi. Llevaba mucho sin pensar en ti ni un segundo pero al verte allí sentada volva a amarte Amalia, desde entonces he estado más en contacto con Juan y Alberto, también fue casualidad cuando llamé a Alberto y me dijo que su secretaria había viajado para estar con su familia en Valparaíso. Ahí decidí también ir a Villa Alemana, intuí que ibas a estar con Manuela y Mario y yo hace días no iba a mi casa a revisarla así que para ellos también fue coincidencia pero para mí no. Juan me propuso hacer un carrete para celebrar nuestro negocio y para nombrarme como nuevo miembro de su firma de arquitectos, a lo cual le propuse que también invitara a las secretarias sobre todo porque quería que tú estuvieras allí. – sorpresa. Esa fue mi cara al saber todo esto, yo por estar metida en mi mundo y pensar en relaciones amorosas ficticias nunca vi a Rodrigo en la empresa y menos imaginarme que el ahora sería un socio de mis jefes.- quise seguirte porque necesito todo de ti. Saber dónde vives, a quien frecuentas, si aún sientes algo por mi o si por el contrario deseas que desaparezca de tu vida. – calor, mi cabeza creo que sacaba humo, tenía mi cuerpo a cuarenta grados de temperatura, me pare de inmediato y saque otra cerveza helada del refrigerador. Deje a Rodrigo solo sentado en el sofá. Me tomé un tiempo en la oscuridad y sentí su mano recorriendo mi espalda, desde mi cuello hasta mis nalgas, moje mis pantis al sentir su tacto. Ahí estaba el hombre que yo desee desde pequeña, mi primer amor el que me destruyo pero ahora venía a levantarme.
Me deje tocar, fui receptiva para él, lo necesitaba, lo deseaba. Deje que me besara el cuello, y que sus labios tocaran mi cuerpo. Bajo la cremallera trasera de mi vestido hasta dejarme en interiores, me giro hacia él y nos besamos.
Hundió su lengua caliente en mi boca, probé el morbo de su saliva, no necesitábamos hablar, necesitábamos volver a recorrer nuestros cuerpos como hace años no lo hacíamos. No hubo música solo nuestros corazones palpitando sin parar. Era mi momento, quite su camisa y toque su pecho, ese que me gustaba tanto, recorrí con mi lengua sus nuevos tatuajes los que yo no había visto hasta hoy, seguí bajando dispuesta a darle el placer que él más deseaba y que yo sabía cual era. Baje la cremallera de su pantalón suavemente, tocando su pene erecto y duro, recordé las tantas veces que disfrute de él me gustaba tenerlo nuevamente para mí, sentí el poder completo de darle satisfacción. Las manos de Rodrigo tomaron mi cabeza y me llevaron hacia su entre pierna, esa que yo deseaba meter a mi boca para juguetear, baje sin reparo sus boxers y lo saboree, pase mi lengua de arriba hacia abajo con lametazos fuertes, sabía que a Rodrigo le gustaba que hiciéramos el amor fuerte, las acometidas de mi boca fueron subiendo de nivel entraba y salía, sentía su sabor y sus ganas de estallar dentro de mí. Halo mi cabello y me levanto del piso, nos besamos con fiereza no queríamos soltarnos nunca más. Se sentó de nuevo en el sofá y me llevo a sentarme en el a horcajadas, me penetro, me empalo y yo disfruté sus acometidas certeras llego el clímax y estallo, su semen chorreaba de mí, sentía su calor, su sudor todo de él me gustaba. Ahora era el momento de que me brindara un orgasmo a mí, sus dedos tomaron mi clítoris y lo hicieron suyo, jugaba conmigo y mi cuerpo se contraía, me dejo sentada en el sofá y él se arrodillo en el piso dispuesto a darme el mejor cunnilingus de la historia, sentía su lengua recorriendo mis labios vaginales hinchados no le importaba los fluidos mezclados ahí, únicamente le importaba mi cara de placer, mis gemidos y mis contracciones con cada vez que succionaba, llego a mí el orgasmo y con él una horrible sensación de desesperación. Seguíamos en silencio, me levanté y fui al baño a limpiarme, tome una ducha de agua caliente y Rodrigo entro seguido. Me abrazo bajo el agua, no necesitaba más sexo para saber que él estaba ahí, lloré entre sus brazos pero el agua de la ducha ocultaba mi llanto, Rodrigo tomo mi boca y volvió a hacerla suya reclamo mis labios para él.
- No me quiero ir nunca de ti Amalia, no te voy a dejar ir nuevamente.- era todo lo que yo necesitaba, esas palabras reconfortantes.
No hablamos más en toda la noche nos acostamos desnudos en mi cama, abrazados con el calor humano necesario.
SAN FELIPE
La mañana nos despertó con un increíble sol que entro por la ventana, parecía que si yo estuviera bien el mundo sería fantástico. Rodrigo con una sonrisa dibujada en sus labios y una mirada picara se despertó.
- Amaneciste preciosa.- no le creía, corrí al baño a mirarme y a lavarme los dientes mi cabello era un desastre y mis ojeras de kilómetros.
Me duche y me arregle, estaba muerta de hambre y llevaba días sin comprar nada para llenar mi refrigerador.
- Preciosa, este fin de semana eres mía y no puedes negármelo.- no dije nada solamente asentí. Rodrigo también entro a la ducha se vistió con su ropa del día anterior y me invito a salir, parecía muda, no tenía palabras para describir la situación que estaba viviendo, parecía un sueño.
Tomamos el metro hasta Universidad de Chile y ahí un auto bus hasta San Felipe una población cercana a Santiago en la que Rodrigo había nacido. Aunque su familia estuviera radicada en Valparaíso, aún conservaban una casa de escapadas.
El viaje duro cerca de una hora y media en la cual no paramos de reír y de besarnos, me sentía como si fuera la primera vez en la que Rodrigo me pedía que me escapara con él a San Felipe. Llegamos y respire un aire nuevo, el ruido de la ciudad había desaparecido por completo, de la mano caminamos hasta un mini súper mercado dónde compramos provisiones para el fin de semana, seguido tomamos un taxi hacia su casa ya que estaba un poco retirada del centro de la población. Quince minutos en el taxi bastaron para darme cuenta de que estaba dónde quería estar, Rodrigo me hacía sentir feliz y me lo demostraba con cada vez que me llamaba preciosa, esa palabra que me decía siempre cuando recién iniciamos nuestra relación en el pasado.
Al llegar a la casa nos instalamos, estaba abandonada desde hace mucho tiempo pero aún se conservaba intacta el living, la cocina, las habitaciones. Siempre nos alojábamos en la de Rodrigo aunque tenía la decoración de adolescente nos gustaba era un refugio, un escape. La tarde de sábado fue rápida, no quería que el día se terminara. Cocinamos juntos, hicimos el amor dos veces, nos dimos cariño y sobre todo nos acogimos el uno al otro. El pasado quedó atrás no pedí explicaciones ni el a mí.
En la noche salimos al centro de la ciudad necesitábamos tomar aire fresco y que mejor que ir a comer ´un par de italianos y luego unas coronitas en un pub. Definitivamente mi plan ideal. La conversación se tornó diferente, debíamos aclarar ahora el futuro.
- Rodrigo, entiendo si esto que paso fue por un fin de semana, pero necesito que me lo digas ahora. No necesito sufrir nuevamente por ti ni por nadie.- poniendo mi corazón como una piedra y esperando la terrible respuesta, mis nervios saltaron al aire los podía casi que morder.
- Preciosa quiero estar contigo por más de un fin de semana ya te lo dije antes, te perdí una vez pero eso no volverá a pasar, no por mi culpa. Pero Amalia si tú decides irte es por ti, si decides que todo esto no va a funcionar y que fue cuestión de un fin de semana, yo te entenderé pero también sufriré. Y esta será la última vez que yo te buscare. – el miedo se instaló en mí. Si Rodrigo no era lo que yo buscaba, si mis miedos se hicieran realidad y debía salir corriendo de ahí ahora?
- No quiero hablar más de eso.- me quería quedar ahí en ese momento para siempre con Rodrigo.
La noche fue mágica a las tres de la mañana decidimos volver a la casa a dormir y prepararnos para volver a Santiago. Durante el tiempo que estuvimos juntos Rodrigo me conto sus planes en la empresa de Juan y el nombre que ahora llevaría la firma ya que incluirían su apellido. Pensar que ahora Rodrigo también sería mi jefe me llenaba de ganas de trabajar, de verlo allí todo el tiempo y de tenerlo por las noches en mi casa, en mi cama, en mi vida.
PROLOGO
Al volver el domingo en la noche a Santiago tomamos la determinación de continuar la relación, de que todo el mundo se enterara que éramos y que íbamos a ser.
Al siguiente día llegamos juntos a la oficina mi jefe Alberto ya sabía la situación, consideraba a Rodrigo como un hijo y yo no tenía ni idea, así que no fue algo nuevo para él, por el contrario se alegró de ver que su ayuda y la de Juan había funcionado para que estuviéramos juntos.
La siguiente semana fui transferida de ser la secretaria de Alberto a trabajar para Rodrigo, así pasamos un año trabajando siendo jefe- secretaria pero también teniendo una relación de noviazgo. Mi hermana Manuela estaba feliz por nosotros, ahora tratábamos de ir cada fin de semana a Villa Alemana a estar con ellos y escaparnos a la playa en la moto de Rodrigo. Nuestra vida cambio, dio un giro de trescientos sesenta grados.
Al año de trabajar para Rodrigo me di cuenta de que estaba embarazada, temí contarle y que mi nuevo estado entorpeciera nuestra relación, mi trabajo y nuestra vida. Pero por el contrario Rodrigo en ese mismo instante me pidió matrimonio, seis meses después nos casamos. Ahora ya no trabajo para la firma ya que Rodrigo y yo decidimos darnos un año para estar con nuestro hijo y disfrutar del amor que tenemos ahora, para siempre.
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Amalia
Short Storyuna mujer chilena desesperada por encontrar el verdadero amor, volverá al pasado? o seguirá adelante con el presente?