3 de enero de 2003, 11am aprox.
Me sentía fatal y todavía lo estoy, con dolores por todo el cuerpo como si hubiera salido de fiesta con amigos y me hubiera dormido en el suelo, así me siento, con resaca, dolor muscular y confundida, muy confundida.
Luego de prestarle atención a la situación me doy cuenta que estoy en una agencia policial y comienzo a sentirme atemorizada, recuerdos borrosos invaden mi mente y es ahí en donde comprendo: mi novio no está a mi lado, ni mi mejor amigo ¿dónde habrán ido? Yo estoy aquí y sola, sin ellos, esto no debe ser nada positivo, nada que pase normalmente, y no es que algún día haya sido positiva, es más, soy muy negativa, o me gusta decir que soy realista si al fin y al cabo eso es la realidad: negativismo.
Debo concentrarme, estoy sentada en pequeña silla, y un oficial me está dirigiendo la palabra pero hasta ahora no le he entendido bien, lo miro y me ofrece una taza con café humeante, agarro la taza y luego de darle un sorbo acerco a mis fosas nasales la rosa blanca que llevo en mi mano derecha, la cual fue obsequio de mi novio la noche anterior.
De repente vagos recuerdos invaden mi mente, y aunque son borrosos e inconexos una lágrima rueda mi mejilla, envuelta en pánico repaso con mis ojos mi blusa blanca con manchas de sangre para luego fijar la mirada en el oficial.
-Por favor… dígame que está bien, no podría vivir con la culpa.
-Señorita Jones, ha ingerido mucho alcohol anoche, sin embargo tengo muy malas noticias ¿segura quiere que le informe ahora mismo lo sucedido?-
-Son noticias y ya, que sean malas o buenas es determinado por cada quién ¿no le parece, oficial? Y por favor dígame Vanessa, Jones me recuerda al hombre que me abandonó de niña.
-Bueno, señorita Vanessa, ¿recuerda algo de anoche?-
-Estábamos con mi novio y mi mejor amigo- resoplo y cierro mis ojos, recuerdo que tuvimos una fuerte discusión aunque no recuerdo el motivo, ya estábamos bastante alcoholizados, o muy alcoholizados, un extraño intentó robarnos o eso creo, esfuerzo mi mente para recordar pero sólo logro que un fuerte dolor punzante amenace en mi cabeza- Luego de una fiesta caminábamos solos por la calle, habíamos bebido alcohol como todos los jóvenes un sábado por la noche, un extraño se acercó e intentó robarnos, creo que me desmayé porque no recuerdo más nada-
-Esa información ayudará aunque la situación ya no puede retroceder.-
-¿Qué quiere decir con eso?- dije mirándolo sin ninguna emoción cruzando mi rostro, más bien estaba helada y todo el pánico me invadía por dentro.
-A su novio, el señor Giovanni Dumont, lo han asesinado aproximadamente a las 3am.-
Quizás muchas veces escuchas de tragedias que ocurren, personas asesinadas, personas que mueren por enfermedad o vaya a saber qué. Suelo dar frases de aliento, son como palabras programadas que aprendemos de niños, por respeto quizás, pero lo real y sincero es que la pérdida de una persona desconocida no nos afecta en nada, lógicamente.
Pero, a su vez, la lógica es una mierda. ¿Cómo actuar ante una noticia así? En donde el protagonista es uno, en donde sientes un profundo dolor insaciable que acaba con uno mismo y toda esperanza oculta. A pesar de todo lo amaba ¿saben? Quizás no como debía o como debería ser, pero a mi manera egoísta lo hacía. Pero ninguna duda hay en que él sí me amaba, y yo no merecía su amor, ese amor tan cálido, sincero y bueno, para alguien tan fría, mentirosa y egoísta como yo.
Me siento culpable, siento que no lo valoré, que no valoré sus besos, sus caricias, no valoré cada vez que me regalaba una rosa blanca, no lo valoré cada vez que aparecía con un oso de peluche que tenía inscripto en un corazón un “te amo” y yo le decía que era una porquería. No lo valoré cada vez que me miraba fijamente a los ojos luego de tener sexo y me decía “te amo” y yo huía de su mirada para acercarme hacia una ventana a fumar. Nunca lo hice.
Varias lagrimas rodaban por mis mejillas, estaba helada y temblando, no tenía explicaciones ni tampoco las quería, solo quería comprobar que todo esto era una pesadilla o un mal chiste. Quería volver a casa y saber que el estaba ahí y tendría tiempo para recuperarlo, besarlo y abrasarlo, decirle todos los “te amo” que siempre evité. Pero no, sabía que él ya no estaría ahí, nunca más.
-Señorita, lo siento mucho…- dijo el oficial con semblante serio a lo que yo asentí vagamente.
-¿Se encuentra bien para volver a su casa? ¿O quiere que llamemos a alguien…-
-No, es decir, sí, puedo volver a casa por mis propios medios- Interrumpí y luego me pause unos segundos- ¿A mi moto la han traído o?
-Sí, está en el estacionamiento, primero me gustaría que pase a la Sala 4 en donde la recibirá mi compañera para tomarle unas fotografías, si bien ya se la ha descartado como sospechosa, nos gustaría tener pruebas de los moretones que tiene en los brazos por posible forcejeo con el asesino y su aspecto- se pausó para observar mi blusa manchada con rojo sangre- cualquier noticia se la estaremos informando, no se olvide de dejar todos sus datos, buen día señorita Jones- dijo el oficial y se retiró de la sala, dejándome allí, confundida, perdida en mis pensamientos con miles de preguntas en él y un profundo dolor similar a una daga incrustada en el corazón.(…)
Antes de que pudiera salir corriendo de esa comisaría, como si fuera en mis pensamientos, escuché la voz de mi madre a lo lejos, hice un gesto de negación ya que lo último que quería en éste momento era darle explicaciones innecesarias a mi madre curiosa, volví a escuchar su voz pero ésta vez más clara y a una corta distancia cuando de golpe un oficial alto y delgado entró a la sala donde me encontraba haciendo los últimos trámites, o por lo menos esperaba que fueran los últimos.
-Disculpen- dijo el oficial dirigiendo su mirada a la oficial que me acompañaba y luego fijándola en mí- señorita vino a buscarla su madre, la señora Miranda Colman.-
-Eh, gracias… creo saber como se llama mi madre- dije esto último en voz baja pero el hombre no logró escuchar y se retiró. Inmediatamente recogí mis cosas y me coloqué mi campera de cuero negra, pasé ambas manos sobre mi rostro tratando de limpiar todo rastro de lágrimas en él pero sabía que eso era imposible, seguramente me veía como la mierda. Asentí en forma de saludo a la oficial que me había estado interrogando disimuladamente y me retiré de la sala.
Mi madre tenía el pánico reflejado en su rostro, ni bien me divisó corrió hacia mí, envolvió sus brazos sobre mi delgado cuerpo y yo me sentía desfallecer, yo no era fuerte, aunque eso demostraba y me empeñaba por hacérselo creer a los demás, eso le hice creer a él.
Lagrimas rodaron mi mejilla y mi madre solo acariciaba mi cabello peinándolo con los dedos, no hizo ninguna pregunta, y por dentro se lo agradecía con fuerza, aunque sabía que iba a tener que afrontar a otros mil curiosos interesados en mi dolor.(…)
Ya estaba en casa, pude sobrevivir a los interrogatorios y comentarios sarcásticos de personas que cruzamos de camino a casa, pude sobrevivir a los “lo siento” falsos de las personas que ya se habían enterado, sí, es verdad lo que solía decir mi abuela: de la muerte es de lo primero que uno se entera.
Cerré la puerta de mi habitación con cerrojo, a pesar de que vivía sola, y me adentré en mi cama, las suaves sábanas rozando mi piel se asemejaban a su tacto ¡Oh Dios! Que difícil va a ser todo esto, no iba a poder dormir por mucho tiempo, estaba llena de pensamientos, lloré mil veces hasta que se me agotaron las lágrimas y me lamenté otras mil. Puse el celular en Modo avión porque no tenía ganas de estar contestando llamadas ni mensajes ¿Tan difícil era para las otras personas entender por lo que estaba pasando? ¿No podrían esperar tan siquiera al velorio para verme y hablarme?
En ese momento solamente quería tenerlo conmigo, miré muchas veces nuestras fotos, por varios minutos miraba las suyas ya que quería guardarlo así para siempre en mi memoria, me daba terror el hecho de que algún día me podría olvidar de su rostro, ese rostro que admiré durante años mientras no era mío y luego de peleas y discusiones constantes cuando éramos novios comencé a rechazar. ¡Mierda! ¡Cuan arrepentida estaba!
Unos golpes suaves en la puerta me sacaron de mis pensamientos, alguien giró el picaporte pero como estaba con seguro volvió a golpear. Resoplé y me levanté de un salto de la cama, seguramente estaba hecha un desastre, pero cualquier persona que haya entrado a mi casa de esa forma debe saber por lo que estoy pasando ¿Qué más da?.
Abrí la puerta y Marco, mi mejor amigo, se abalanzó sobre mí antes de que pudiera pronunciar ninguna palabra. Su abrazo era de comprensión, él sabía como me sentía. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y cerré mis ojos, la imagen de Giovanni inundaba mi mente, se me escapó un sollozo y Marco palmeo mi espalda con suavidad, entonces mis ojos se llenaron de lágrimas. -¿Porqué? ¿Porqué?- dije una y otra vez pero no obtenía respuestas. -¿Porqué no fui yo? Yo también estaba ahí, yo me lo merecía más que él- dije ésta vez en un tono más elevado.
-Cariño, lo que pasó fue una tragedia, pero tú no tuviste la culpa, tú eres tan inocente como él. Sólo nos topamos con algún mal nacido- Dijo Marco con los ojos en llenos de ira pero luego de mirarme los suavizó. -¿Sabes? Si te hace sentir más tranquila, yo me siento el ser más miserable del mundo, lo voy a extrañar tanto…- dijo apagando su voz mientras una lágrima rodaba por su mejilla.
Nos quedamos así por un tiempo prolongado, abrazados, el silencio era todo lo que necesitábamos, en parte los dos nos sentíamos culpables, ya que nadie lastima a quien ama ¿no? Alguien que ama no engaña, pero nosotros lo hicimos, lo traicionamos, lo engañamos.
Después de que Giovanni comenzara una relación conmigo, su único amigo siempre fue Marco, se hicieron grandes amigos. Pero dicen que una mentira a veces duele menos que la verdad ¿no? Yo creo que por lo menos ahora no tendríamos tanta culpa si no hubiéramos mentido, pero ¿Cómo uno le dice a su amigo que está enamorado de su novia? Quizás eso hubiera sido lo correcto.
¿Cómo lograríamos encontrar la paz después de esto? Bah ¿merecíamos paz?
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El tercer crimen
Mystery / ThrillerEnamorarte de alguien que crees que jamás se fijaría en ti, teniendo 99% de probabilidades de pasar desapercibida toda la preparatoria ante sus ojos, pero ocurre el suceso que indica el 1% de esas probabilidades, el se fija en ti y no sólo eso, sino...