La carretera

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Finalmente después de un año de árduo trabajo y de interminables rutinas semanales, Alex (mi novio) y yo, pudimos ahorrar lo suficiente como para tomarnos unas relajantes semanas de vacaciones. Preparamos todas las valijas la noche previa al viaje, por lo que solo nos dedicamos a subir las maletas en el portaequipajes del automóvil negro que se encuentra estacionado frente a nuestra casa.


Son las 05:00 de la mañana y ya nos encontramos en el auto rumbo a "Playas Resort", si bien soy una persona a la que le cuesta madrugar, solo lo hice porque ambos queremos pasar el día en alguna de aquellas hermosas playas que nos esperan. Ya pasó una de las ocho horas que nos depara este viaje por lo que paramos a desayunar en una estación de servicio que nos quedaba de pasada, nos sentamos y tomamos un café con leche cada uno con unas buenas medialunas de manteca, mientras mirábamos los autos pasar por una de las enormes ventanas junto a nuestra mesa. Mientras Alex pedía junto a la estación una docena de facturas yo continuaba en la estación cargando agua en el termo, porque pienso que con un buen mate, unas buenas facturas y buena música, el viaje no va a ser tan pesado. Fuimos al baño y luego nos dirigimos al automóvil para continuar con nuestro viaje.


Solo faltan dos horas para llegar a nuestro destino, pero mientras más estamos en esta carretera, las nubes van tornándose más oscuras y el ambiente más denso y lúgubre, pero este clima no tiende a mejorar sino a empeorar ya que en un abrir y cerrar de ojos una tormenta nos envuelve y nos dificulta la vista del camino a recorrer. Es cuestión de un segundo para que el auto comience a perder el control, haciendo que entremos en pánico, pero luego nos tranquilizamos al lograr frenarlo. Cuando la tormenta se torna menos violenta, decido bajar del vehículo y observo que la rueda del mismo estaba pinchada.


Miro a Alex, quien se apresura a sacar del maletero la rueda de respuesto, mientras me pide que lo ayude a colocar la misma.


ALEX- Deberíamos apurarnos antes de que la lluvia regrese y se nos pinche otra rueda porque ya no nos quedan repuestos y todavía quedan casi dos horas de viaje- dice.


SIDNEY- Ya está, ahora vayámonos de este lugar, no quiero más sorpresas.


Mientras me acerco al auto, a un costado de la carretera, logro identificar lo que parece ser un brazo manchado con lo que creo que es sangre y comienzo a entrar en pánico.


SIDNEY- Alex, amor, nece...sito que vengas un se se...gundo- Es todo lo que logro articular.


Alex rodea el vehículo para acercarse a mí, me mira y me dice...


ALEX- Hay que llamar a la policía, no podemos tocar nada, ni siquiera parece moverse... Sid ve al auto y espérame ahí- dice mientras rápidamente saca su teléfono celular y marca al 911.


Haciendo caso omiso a lo que Alex dijo, me acerco lentamente mientras voy corriendo el enorme pastizal con mis manos. Me paralizo al instante en cuanto veo lo que hay detrás de esos largos pastos. Una mujer joven, como de unos 30 años aproximadamente, se encuentra cubierta de sangre de pies a cabeza, con un aspecto tan horrible que pareciera que sus últimos segundos de vida fue atormentada por algo que dudo mucho sea de este mundo, al juzgar por la expresión de su cara. Pareciera que le arrancaron los dientes, los ojos y la lengua, lleva un vestido color amarillo suave, el cual se tornó rojo por la sangre que la mujer despedía de su cuerpo.


ALEX- No hay señal en este lugar... ¿Sid... estás...bien?- pregunta mientras se acerca lentamente.


SIDNEY- Yo...


ALEX- ¡¿PERO QUÉ MIERDA?!, ¡Sid hay que irnos ya de este lugar, esto no puede ser nada bueno!


SIDNEY- No podemos dejarla aquí...ella...

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