Bueno... La primera vez que la vi, en realidad no parecía una chica que cambiaría mi vida. Era el tipo de persona que no llama la atención, de aquellas qué pasa desapercibida incluso en un cuarto vacío. Se encontraba sentada en la esquina del graderío, apartada de los demás. Junto a ella se encontraba un niño pequeño, que no superaba los cinco años. Su mirada se posaba fijamente en el centro de la cancha mientras su mano acariciaba el cabello corto del niño que se encontraba distraído con un avión de juguete.
Confieso que me llamó la atención el hecho de que su vestimenta se basara en unos shorts y una blusa corta de color salmón pues estábamos en pleno invierno y el clima no debía superar los 10º. Aun así ella no parecía molestarse con el frío que hacía.
-Es rara ¿no? - Mencionó Charly, mi mejor amigo, siguiendo la dirección de mis ojos. -Es la esposa de Cameron. Es la primera vez que viene.
-No sabía que Cameron estuviera casado.
La verdad me sorprendió pues Cameron tendría mi edad- veinticinco años- o como mucho un par de años más, mientras el compromiso ni siquiera pasaba por mi cabeza.
-A todos nos sorprendió hace un rato cuando llegó con ella y la presentó como su esposa y al niño como su hijo, así que mi amigo mejor mira para otro lado pues se nota que Cameron es bien celoso.
-Estás loco - le dije riendo - sólo me dio curiosidad, la chica no es mi tipo. Además, cómo acabaste de decir, es rara.
Justo en ese momento llamaron a Charly a la cancha pues era su turno de jugar.
Charly era mi mejor amigo desde que tenía memoria, pues él y yo habíamos ido a la misma escuela desde el preescolar. Ahora ambos estábamos a punto de graduarnos de hotelería y turismo en una de las mejores universidades del país.
Hace un año llegamos a este barrio de Brooklyn en busca de un piso más económico para alquilar, pues a pesar de que nuestra universidad era pública demandaba muchos gastos. Fue así que un fin de semana, regresando de la universidad, vimos a un grupo de chicos de nuestra edad jugando fútbol - nuestro deporte favorito - nos sentamos en el graderío y entablamos amistad con Joe, uno de los chicos que jugaba, él nos presentó con el resto del equipo.
Nos explicaron que cada fin de semana jugaban de manera amistosa entre ellos, sólo por deporte. Nos presentaron al resto del equipo poniendo fijación en Cameron, su jugador estrella. Luego de eso nos invitaron a jugar con ellos haciéndose una rutina en el último año.
El siguiente fin de semana se presentó nuevamente en la cancha la esposa de Cameron junto a su hijo. Como la vez pasada se sentaron apartados de los demás en los graderíos. Había algo diferente en ella, a pesar qué la vez pasada sólo la vi un momento, esta vez pude notar un rastro de sombra en su mirada.
Bueno, al principio mencioné que esta chica pasaría desapercibida en cualquier lugar, olvidé mencionar qué sería en cualquier lugar menos en Brooklyn. No es que sea racista pero es muy poco común ver a alguien de piel blanca en este barrio de Nueva York, pues en este barrio predominan las personas negras. Incluso en la cancha, en su mayoría - por no decir todos - a excepción de Charly y yo, qué somos caucásicos, son negros - incluso Cameron. El niño también era de piel oscura, y su piel contrastaba de forma maravillosa con la de su madre. Pero eso no fue lo que me extrañó, fue la piel enrojecida de sus mejillas lo que llamó mi atención.
Hace una semana sus ojos desbordaban admiración y devoción hacia su esposo, esta vez desprendían dolor y tristeza.
Decidí dejar de pensar en aquella chica y su mirada apagada y me concentré viendo el juego. Faltaban alrededor de quince minutos para que terminase el primer tiempo, cuando el llanto de un niño me distrajo. Me giré en dirección a la chica con su hijo y efectivamente era aquel pequeño, lloraba porque su avión de juguete había caído por las gradas. La joven trataba de calmar a su hijo y se estaba poniendo de pie para alcanzar el juguete cuando me levante de mi lugar y recogí el juguete que estaba a pocos metros de mí. Subí las gradas y se lo entregué al pequeño.
-Gracias. - Susurró la chica. Y el pequeño dejó de llorar.
-No fue nada. - Le sonreí mientras me sentaba a su lado para socializar. -Mi nombre es Frank.
Ella solamente asintió.
>> -Ehm... ¿Cuál es tu nombre?
-Yo... Yo soy Susana. - Dijo bajando la mirada.
-Es un gusto Susana. ¿Y tú, cómo te llamas?- Le pregunté al pequeño que se encontraba abrazando a su madre.
-Sam. - dijo el pequeño animado.
-¿Llevas mucho tiempo viviendo por aquí? La verdad, no te había visto antes.-Dije tratando de hacer conversación.
-Eh... 2 años. Soy de Oregon.- Respondió en susurros.
-Vaya... Yo vengo de Chicago.
Justo en ese momento se escuchó el silbato del árbitro anunciando el entretiempo, esperaba ver a Cameron acercarse a su esposa e hijo pero él se quedó junto a sus amigos de juego. Luego empezó el segundo tiempo pero ya no intenté charlar con aquella chica, Susana, pues se la veía incómoda. Cuando el juego terminó Cameron se acercó hacia nosotros.
-¡Hey Frank! ¿Qué hay amigo? - Saludó sentándose junto a su esposa. -¿Ya conoces a mi esposa, Susana?
-Sí, me acabo de presentar.-Dije poniéndome de pie -Bueno... será hasta otra ocasión, me tengo que ir, adiós.
Me alejé de ellos más preocupado que antes, pues a la distancia solamente se veían sus ojos tristes pero al verla más de cerca no pude dejar de fijarme en aquellas marcas con forma de dedos alrededor de su cuello y aquel moretón mal disimulado bajo su barbilla.
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Flor pálida
RomanceFrank un joven despreocupado y sin líos conoce un día a Susana, la esposa de uno de sus amigos pero al tratar de conocerla se da cuenta que aquella chica se está marchitando poco a poco. Al pasar los días empieza a enamorarse de ella, pero no sabe s...