En algún punto de la noche había terminado aquí, sentado en el piso con un montón de adolescentes ahogados en alcohol, mientras la botella giraba por n-cima vez, en una mezcla del bobo juego de la botella y siete minutos en el paraíso, ya producto de la borrachera de mis pares.
Básicamente el juego consistía, en que a los que apuntará la botella debía sacar un papel del vaso de plástico e ir al armario más cercano y hacer lo que había escrito en el. Al final de sus vueltas perpetuas la botella apunto en mi dirección y en la de Curt, nuestras miradas se cruzaron, el hizo un gesto con la cabeza, me indicaba que fuera yo el que eligiera el papel, metí mi mano en el vaso y rogué a todos los dioses que no fuera algo muy descabellado.
- Beso con lengua - leí en voz alta, la mayoría estalló en carcajadas, dirigí mi mirada entonces al otro implicado, Curt parecía divertirse con la situación así que decidí relajarme, igualmente no habría de que preocuparse, ¿Verdad?
- Bien, vamos - sentencio, se levantó entre las bromas y risas de los otros, espero que estuviera a su lado, caminamos juntos hasta el armario.
No era muy grande, las paredes estaban pintadas de blanco, la que estaba justo enfrente de las puertas tenía un montón de ropa colgada, entre las puertas y la ropa había un pedazo de pared de no más de 15 cm, que solo ayudaban a hacerlo más profundo, lo suficiente para que entraran dos personas.
- Bien - hablo Samanta la dueña de la casa - tienen 7 minutos para el beso, buena suerte - nos deseó y luego cerro las puertas del armario.
- ¿Sabes? Si no quieres hacerlo está bien, no hay problema - me apresure a decir, en su cara había un gesto de confusión.
- ¡oh vamos!, Nos conocemos desde hace años, un simple beso no va a cambiar nada entre nosotros- me tranquilizó y le restó importancia.
- No es exactamente eso lo que me preocupa - respondí desviando mi mirada de sus ojos.
- ¿y entonces? - pregunto con un gesto de confusión total.
- Se que no eres gay, ¿No te molesta tener que besar a otro chico? - me animé a cuestionar.
- oh ya veo - me contestó mientras cruzaba los brazos sobre su pecho con una sonrisa lobuna - a pesar de ser compañeros desde la primaria, crees que tengo taboos estúpidos en la cabeza.
- ¡No!, No es eso - me apresure a corregirlo.
- Me ofendes en lo más profundo del corazón - siguió mientras fingía un falso dolor en su pecho, empecé a relajarme enserio.
- Debes admitir que no nos conocemos del todo, hay muchas cosas que no se de ti como tú de mí - inquirir con una ceja alzada mientras cruzaba los brazos y sonreía.
- Bueno en eso tienes razón - dijo mientras se inclinaba hacia mí y colocaba una mano en la pared acorralándome - pero si tú no tienes problema en besar a una escoria drogadicta como yo, yo no tengo problema en besar a un chico gay como tú - continuo mientras se acercaba cada vez más, podía percibir su aroma, el olía como a una mezcla de hierbas, era un olor que no había percibido antes, pero era delicioso.
- Nunca te he visto de esa manera – conteste en un susurro, mientras cerraba los ojos lentamente.
Entonces sentí como sus labios tocaron los míos, primero en un pico que me hizo contener la respiración, luego sus labios sujetaron suavemente el inferior de los míos, y empezaron a succionarlo, sin darme cuenta junte mis manos enfrente de mi pecho, comencé a seguirle el ritmo, abrí mi boca para darle acceso a su lengua, la cual introdujo ágilmente para encontrarse con la mía, las dos se enredaron conociéndose, su boca tenía un sabor difícil de describir, era dulce, uno muy sutil con un toque de menta, sinceramente me tenía embobado, la situación era abrumadora, su olor, su sabor, los latidos acelerados de mi corazón y el movimiento de nuestras bocas era simplemente alucinante y me hizo querer, aunque fuera solo por un segundo, detener el tiempo. Cuando ya me fue imposible encontrara el oxigeno necesario para vivir, muy a mi pesar, nos separamos.
- bien, ¿amigos? – pregunto mirándome con una sonrisa, no se que era lo que había en él, que con solo sonreír lograba calmarme por completo.
- amigos- afirme devolviéndola la sonrisa.
Tan pronto salimos del armario la gente empezó a gritar y reír, ya estaban bastante borrachos y era probable que mañana ni siquiera se acordaran de cómo llegaron esa noche a sus casas, pero lo que era yo ¡cielos!, creo que ni con amnesia podría olvidarla.
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Una droga mas efectiva
RomanceEn algunas culturas se dice que hay almas que están destinadas a estar juntas, sin importar nada, que a través de los siglos y de los milenios están condenadas a buscarse eternamente y que en raras ocasiones el universo se confabulación casi como un...