Cada que compartía el desayuno, el almuerzo o la comida contigo tus ojos tenían un brillo muy peculiar.
No entendía qué era lo que te hacía tan feliz, supuse que te agradaba mi compañía.
Y un día sin previo aviso me comentaste "No me gusta estar solo cuando como".
No entendía ese sentimiento.Hacia varios meses que no compartía la mesa con nadie, es más ya ni siquiera ocupaba una mesa; comía en el escritorio o en mi habitación para al menos poder distraerme en algo.
Hoy me encuentro otra vez sola en la
mesa,lamentándome por haberte dejado ir, por haberte dejado sin previo aviso.
Hoy se que qué compartes la mesa con Andrea, y yo la comparto con Soledad.