De intercambios.

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Katsuki estaba muy enfadado. Le había dado al maldito nerd de Deku una hora específica para llegar y aún no daba señales de vida. No tenían tiempo que perder. Él sabía que en cualquier momento alguien se asomaría a la bodega y serían descubiertos. Si por culpa del idiota, se metía en problemas, no se lo iba a perdonar.

Se abrazó con ganas. Hacía frío en la bodega. En el pasado su padre habia decidido ampliar su negocio de refacciones para autos llevándolo a él para conocer el sitio. Claro, a esa edad ni siquiera era consciente del lugar y su función, pero le había gustado por su enorme tamaño, la poca luz que se filtraba en las noches y el toque casi tétrico que podía adquirir cuando estabas a solas en él. Además, las posibilidades de poder jugar a los superhéroes sin que nadie la interrumpiera eran muy altas.

Ahora, a sus casi 11 años de edad, Bakugou Katsuki presumía tener la madurez suficiente como para ya no hacer tal ridículo en la enorme bodega. Pero hay hábitos que no cambian. Miró su reloj una vez más y la mueca en su cara fue un signo suficiente para que, cualquiera que pudiese verlo, se diera cuenta que el responsable moriría en cuanto lo tuviera enfrente.

Gruñó en su interior. La única razón por la que había accedido a darle esa "mercancia" a Deku era exclusivamente por lo que ofreció a cambio. Izuku Midoriya, alias "Deku" por ser tan inútil, era su compañero de clases y el único hijo del importante matrimonio "Midoriya", los dueños del corporativo más grande de dulces picantes del país. Deku le ofreció una bolsa de bolitas de chamoy y él aceptó en seguida, no tenía nada que perder.

Escuchó como una puerta era azotada y maldijo por lo bajo. Claramente le había dicho que fuese cuidadoso al abrir la puerta. Su padre era muy celoso con sus refacciones. Más de una vez le habían robado las pilas y algunos filtros para carro durante las noches. Por esa razón el hombre casi vivía en la bodega. Fue una mala idea, sin duda Katsuki estuvo a punto de darse de azotes.

—¡Ya estoy aquí!

—Cierra la boca—susurró el rubio gruñó mirándole mal y Deku sonrió.

Para él, la forma de ser tan malhumorada de Katsuki era algo muy llamativo. Le gustaba hacerlo enojar a cada rato y el truco del "intercambio" había sido unica y exclusivamente para acercarse un poco más a él. En la guerra y en el amor, todo se vale. Eso es lo que dicen.

Se acercó hasta quedar frente a frente y adoptando una pose seria, actuó como todo un mafioso.

—¿Y bien? ¿Tienes la "mercancia"?

—¿Dónde está mi pago?—preguntó Bakugou cruzando los brazos y él tuvo que reprimir la risita que se formó en su boca al verlo tan ansioso. La debilidad más grande de Bakugou Katsuki eran los dulces picantes, específicamente las bolitas de chamoy.

Sacó del bolsillo izquierdo de su pantalón un pequeño paquete de color rojo con letras en dorado. Los ojos le brillaron a Bakugou e Izuku negó antes de que hiciera cualquier cosa.

—No, no, no. Primero mi "mercancia".

Él torció la boca y del bolsillo de su abrigo obtuvo un paquete rectangular y de color negro. Ambos se miraron a los ojos intensamente y no pararon hasta que cada uno tuvo lo que deseaba del otro. Cuando Bakugou tuvo las bolitas de chamoy en sus manos, se permitió sonreír con autenticidad y a Deku por poco se le olvida ser profesional. Corroboró que su "mercancia" fuese lo acordado y asintió una vez más.

—Fue un placer hacer negocios contigo maldito nerd—dijo Katsuki con seriedad.

—Lo mismo digo, Kacchan—respondió el joven usando el apodo que el rubio odiaba.

—Veo que quieres morir, nadie te ha dado permiso de llamarme de esa forma—amenazó el niño tomándolo de la solapas de su playera dispuesto a golpearlo.

El pecoso hijo de los Midoriya ya se había resignado al golpe cuando la segunda puerta de la bodega se abrió con ímpetu y una voz gruñona sonó a la distancia.

—¡Quién mierda anda ahí!

Katsuki ensanchó los ojos y mientras brincaba del susto, tomó la mano de Deku entre la suya para obligarlo a correr.

—¡Es mi mamá! ¡Nos matará si nos encuentra aquí! ¡Vámonos!

Él le obedeció sorprendido con la cercanía. Corrieron a toda prisa, abrieron la puerta principal de la bodega y no detuvieron sus pasos hasta que estuvieron lo suficientemente lejos. Al detenerse, ninguno de los dos tenía aliento, pero no negarían que había sido divertido. Se miraron fugazmente y se sonrieron.

—Eso estuvo cerca—bromeó Izuku y el otro asintió sin borrar su sonrisa.

—Demasiado.

Izuku dio un último suspiro y procedió a marcharse no sin antes mirar su paquete. El comic sobre superhéroes era el único en su edición y él siempre lo había anhelado. Bakugou Katsuki era la única persona de todo el salón que lo tenía y por ello había creído necesario acercarse. Además, era su oportunidad de conocerlo un poco más allá de lo que los demás pensaban en el colegio. Siempre creyó que Kacchan era mucho más amable si te tomabas la molestia de tratarlo.

Y era verdad, él era increíble una vez de cerca.

—Muchas gracias por el comic—se despidió mientras agregaba—. Te veré mañana en la clase de Aizawa-sensei.

—Si es que me deja entrar, ya sabes que la trae contra mi—encogió los hombros como si no le importara en lo más mínimo, pero no dejó de sonreír.

Izuku simplemente negó. Él era incorregible, pero así le gustaba que fuese, por lo que sin aguantarse más, retrocedió en sus pasos y se acercó a Kacchan para tentar a la suerte, dándole un tierno beso en la mejilla.

—Si quieres más, siempre puedo conseguir para ti—el pequeño Deku guiñó un ojo ante el sorprendido niño rubio y agregó—. Hablo de los dulces, por supuesto.

El rojo comenzó a dominar el rostro de Katsuki, no entendía para nada por qué Deku había hecho tal cosa, pero descubrir que no le desagradaba fue la gota que derramó el vaso para su orgullo.

—Vete ya antes de que mate a golpes.

La sonrisa brillante de Izuku le hizo temblar y volvió a amenazarlo con el puño, pero el hijo de los Midoriya sabía hasta donde estaban sus límites y optó por alejarse ahora sí, despidiendose con un movimiento de manos.

—¡Hasta mañana Kacchan!

El mencionado simplemente entrecerró los ojos y una vez que lo vio lejos de él, sonrío acariciando su mejilla. Bakugou Katsuki no lo sabía, pero aquel sería el primer beso de muchos, porque él creía que las niñas besaban a los niños cuando éstos les gustaban, pero niños besando a otros niños era algo que nunca le habían explicado.

Pero no estaba mal, no estaba nada mal.


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Pequeña viñeta que ya se me andaba olvidando publicar. ¿Dónde rayos tengo la cabeza? Espero que a la ganadora del mini sorteo le haya gustado y si a alguien más le gustó, pues también me hace feliz.

Muchas gracias por leer ;D

Besos <3

De intercambios-Viñeta KatsuDekuWhere stories live. Discover now