•° 1 °•

2.1K 341 73
                                    

Hace sólo un par de meses los híbridos comenzaron a llegar a la tierra. La gente los reconoció como seres extraterrestres al no saber nada sobre su origen ni del porqué estaban ahí. Lamentablemente, el temor a lo desconocido llevó a los humanos a adquirir un tipo de odio hacia los híbridos. No eran demasiados los que llegaron a la tierra, pero los que estaban no eran felices, porque, según los humanos, los híbridos llegaron para servirles y no tenían otro propósito además de ese. Ya era muy tarde para cambiar ese pensamiento en millones de personas, y YoungJae tenía la mala suerte de ser uno de ellos.

A pesar de todas las cosas malas que el pobre híbrido tuvo que vivir, seguía confiando en los humanos y en el posible amor que había en sus corazones, porque YoungJae no era un híbrido simple de esos que aceptaban el hecho de que no serían más que esclavos de los humanos. YoungJae tenía sueños, esperanzas, y uno de ellos era enamorarse. Había visto tantas películas de amor cuando su dueño no estaba, y creía ya ser un experto en el tema. Sabía muy bien que jamás podría enamorarse de un humano, y mucho menos un humano de él, pero aún así le gustaba fantasear.

YoungJae amaba el amor, y le encantaba la idea de algún día enamorarse, sin embargo...

—Ya llegué, bola de pelos. ¡¿Otra vez estás ahí viendo la televisión?! Maldito fenómeno... ¡Ve a prepararme la cena!

—Y-ya voy.

YoungJae jamás experimentaría el amor.

Fue esa misma tarde en que YoungJae decidió cortar todo lazo con su actual dueño. Ya había sido esclavo de nueve personas antes de llegar a él, y con todas sucedía lo mismo; maltrato físico y psicológico, comida limitada y lo peor, dormir afuera. Al actual lo había soportado hasta ese momento porque al menos lo dejaba dormir en su sofá, y se sentía agradecido por ello.

Un simple error, como equivocarse con la medida de un condimento, originó uno de los peores regaños que YoungJae había recibido hasta ese entonces, pues no sólo involucró un golpe que lo dejó algo moribundo, sino que su dueño, aprovechándose de su evidente debilidad, intentó abusar de él, y eso YoungJae no pudo soportarlo. Con la poca fuerza que tenía en ese momento, y con su mano formando un puño, YoungJae dio justo con la parte más sensible de la nariz de ese hombre, y mientras soltaba maldiciones debido al dolor, él alcanzó a escapar.

—¡Maldito fenómeno! Vete, sé que volverás como una maldita perra a pedirme perdón, porque no habrá nadie más que soporte tus mierdas, ¡nadie va a quererte! — fue lo último que oyó antes de escapar por la puerta en dirección a un lugar que no conocía.

Las calles estaban tan solitarias que hasta el más valiente apresuraría el paso para llegar pronto a su hogar, y no sólo eso, también estaba extremadamente helado. YoungJae temblaba de miedo y frío, pero no iba a detenerse ahí, tenía que alejarse lo más posible de ese lugar.

Sintió que ya estaba lo suficientemente lejos cuando no reconoció las calles. Para pasar la noche encontró un oscuro callejón, que sin duda sería peligroso, pero peor era nada. Ahí vivió durante cinco días, sin comida, sin abrigo, y apenas con un poco de agua de lluvia para no morir deshidratado, sin embargo, sentía como perdía sus pocas fuerzas.

Fue en unos minutos después que YoungJae escuchó unos pasos acercándose ahí y luego deteniéndose. Podía sentir que alguien lo observaba atentamente, y fingió estar muerto para no salir lastimado otra vez.

—Oh Dios... — soltó una voz masculina — ¡¿E-estás bien?! Pobre pequeño... — el extraño corrió en su dirección y casi de inmediato verificó que estuviera respirando. Soltó un suspiro de alivio cuando notó que sí lo estaba — Está vivo... Por ahora ponte esto — YoungJae sintió como algo cálido rodeaba sus hombros, y luego como era elevado por un par de brazos. Realmente no podía decir lo que estaba sucediendo, su mente estaba demasiado nublada.

Perdió la consciencia por unos minutos, y cuando por fin la recuperó lo primero que encontró fueron un par de ojos oscuros que lo miraban atentamente.

—¡Estás bien! ¿Tienes frío? — YoungJae observó al extraño con la boca semiabierta y negó — Hambre creo que sí, tu estómago hizo ruiditos muchas veces — YoungJae se avergonzó y cubrió su pancita.

No sabía donde estaba, ni tampoco por qué ese chico era tan amable con él. No estaba acostumbrado a tratos así, por lo que se sintió un poco incómodo.

—Por cierto, soy Im Jaebum. ¿Cuál es tu nombre?

—C-choi YoungJae. ¿Por qué estoy aquí?, ¿qué me hará?

—Por ahora... Te haré pollo. ¿Te gusta el pollo? — YoungJae lo miró extrañado. Eso no era a lo que él se refería, pero prefirió no decir nada.

—Jamás lo he probado.

—Woah. Pues ahora vas a probarlo y te encantará, pero primero deberías darte un baño. Está por aquí — indicó el final del corredor — Hay agua caliente y shampoo.

—¿R-realmente puedo?

—¿Eh? Claro que sí.

YoungJae obedeció aún sintiéndose demasiado extraño con toda esa situación. Era demasiado sospechoso que el tal Im Jaebum fuera tan amable, pero no se pondría a pensar en eso, disfrutaría de su primera ducha caliente y de una deliciosa comida, luego comenzaría a analizar las intenciones ocultas del pelirrojo.

—Dejé un cambio de ropa para tí. Probablemente te quedará grande. Por cierto, la cena ya está lista.

El rubio utilizó la ropa que Jaebum había dejado y efectivamente era muy grande, pero olía bien y además era muy suave. Un delicioso aroma llegó a él, obligándolo a salir rápidamente del baño. Su estómago seguía haciendo ruidos, pues estaba realmente hambriento.

Jaebum pidió amablemente al híbrido que se siente junto a él para cenar, y sonrió al ver lo alegre que se ponía al llenar por fin su estómago.

—¿Te gustaría quedarte conmigo? — preguntó Jaebum aún con una sonrisa adornando su rostro.

—Hum... ¿N-no es alguien malo?

—¿Crees que lo soy? — el más bajo negó — Ahí tienes tu respuesta

—¿P-podré dormir en el sofá?

—¿Qué? Tú dormirás ahí, en la otra habitación. El sofá no es un lugar para dormir.

—¿P-puedo? — Jaebum soltó una risita y se acercó al rubio, quien de inmediato se encogió en su lugar.

—Cuando te ofrezca algo no digas "¿puedo?", di "gracias", ¿bien? — YoungJae asintió y Jaebum acarició su cabello — Es hora de ir a dormir. Puedes pensar las cosas y mañana decirme si quieres quedarte o no. No voy a obligarte.

Luego de ser dulcemente arropado, y de un “buenas noches” lleno de amabilidad, YoungJae comenzó a quedarse dormido y a pensar en si sería una buena idea quedarse junto a Jaebum.

La verdad, después de ese primer día quedó muy claro que quería vivir ahí, y si algo salía mal de todos modos podría huir nuevamente, como lo había hecho antes.

Supo entonces, que jamás se arrepentiría de la decisión que tomó.

Oh no... [2Jae] [Two-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora