CAPITULO 3

9 1 3
                                    

"La persona más poderosa es aquella que es dueña absoluta de sí misma

-Aristóteles

Toc-toc retumbaba en la puerta principal, una árida ventisca de nieve se posaba por sus mejillas haciendo un sonrojo inconsciente, que hacía que sus ojos grises relucieran; Parecía nerviosa e indecisa, supongo que ella sabía lo que se avecinaba. Cuando por fin se escuchaba que iban a abrir ella, recobro su postura relaja y despreocupada.

-¡Elizabeth dónde estabas! No sabes el susto que nos hiciste pasar, eres una desconsiderada- dicho esto, por su abuela creo pues era una anciana de cabello cano, oxilaba una edad de 70 a 80 años, su contextura física era erguida y sus lánguidos y grandes ojos color esmeralda, me miraban con un penetrante estupor, como si supiera que yo fuera el culpable de haberla ausentado.

- ¿Quién es este pela gato? Es uno de tus tantos amiguitos- dijo, con cierto toque de ironía, sus palabras eran fuertes y a la vez precavidas, definitivamente esta señora me caía bien.

- no anciana soy su novio – dije, con cierto aire de prepotencia, cosa de desconcertó a la abuela. Ella solo soltó una carcajada llena de sarcasmo, Elizabeth no había pronunciado una sola palabra es como si el gato se le hubiera comido la lengua. Un sonoro ruido se acogía en la estancia con la abertura de la puerta, haciendo visible a sus hermanos en la claridad de la luz, llegaron jadeantes al saber que Elizabeth había arribado a la casa, pero su sonrisa de vio interrumpida por mi presencia, cosa que estremeció su ser.

- Elizabeth nos tienes que explicar todo esto, pero con calma en la sala así que pasen y acomódense – la abuela ahora mostraba signos de cooperación, cosa que me desconcertó un poco. Haciendo caso omiso a esto nos dirigimos a la estancia de la sala la cual se podía percibir un aire lleno de tención.

-ahora si querida puedo saber ¿por qué te ausentaste estas últimas horas?-dijo la anciana

Elizabeth parecía un poco consternada ante todo lo que hemos arribado hasta ahora, pero su postura en vez de volverse tímida y acomplejada se posiciono con una seguridad arrolladora.

-Amanda ayer el me llamo por eso decidí no contarte ni molestarte, no veo problema de salir si estoy respondiendo con mis gastos-dijo, con cierto toque de arrogancia que me molestaba bastante.

Así que decidí tomar cartas en el asunto para poder iniciar este enfermizo juego, como puede di una sonrisa algo incomoda y con un carraspeo fingiendo resequedad en mi garganta.

⦁Señora mía podría ser tan amable regalarme un poco de agua- dije, mi tono era precavido.

Esta solo asiente con un poco de sorpresa, los hermanos que hasta ahora no habían pronunciado ni una sola palabra, se pararon y casi corriendo abrazaron fervientemente a la protagonista de este juego. Ella con una pisca de sorpresa e incomodidad los recibió, fue un enorme deleite ver la expresión de angustia. Cuando el aroma de sangre fresca y latente llegaba a ella. Veía esto en primer plano pues los sillones concordaban estando frente a ella, eran tres corazones que irradiaban alegría por ella el cuarto corazón sin vida ya.

La tortura se veía bastante visible en sus ojos, ella ansiaba con todo su ser beber la deliciosa sangre fresca de sus hermanos, cosa que ella se resistía a creer. Su mirada me suplicaba clemencia y piedad pues estaba desesperada nunca había visto a una neófita aguantar tanto frente a la sangre humana, pero de repente la anciana cruzo la estancia y se maravilló al ver la conmovedora escena que les estaban dando sus nietos; Elizabeth no podía estar más nerviosa

-Queridos dejen de empalagar a su hermana ella debe estar muy cansada – la chillona voz que ahora me irritaba se hizo presente.

Mientras que Elizabeth respiraba dificultosamente cosa que no la culpo, intenta no respirar ni oír los latidos frenéticos y alegres de sus hermanos. Esta situación estaba tan aburrida que me estaba empezando a molestar pues ya llevaba dos horas desde que me senté en ese incomodo sillón para solo escuchar a los molestos humanos quejarse de cosas triviales, así que literalmente derrame el vaso de agua sobre la alfombra solo para poner a la anciana recoger, su mirada era de molestia, y sin querer por estar mirándome no se fijó bien en los vidrios que pasaban por su mano así que lo natural paso, se cortó la mano en la parte superior haciendo que una buena porción de sangre brotara sobre esta, mi interior gozaba por este accidente tan oportuno.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 23, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DOS ARMAS CONTUNDENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora