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Cuando Youngho tenía nueve años sus padres decidieron que tenían que mudarse a una ciudad no tan grande y mucho más fácil adaptable para su futura educación.

Youngho era muy pequeño en ese entonces así que no notó algún cambio grave o drástico en su vida, había vivido dentro de un departamento todo lo que recordaba de su vida, de vez en cuando saludaba a los vecinos y muy pocas veces salía a jugar porque en realidad no había donde salir a jugar.. 

Así que la mudanza fue algo positivo y nuevo, sobre todo nuevo.

El primer día que llegaron a su nuevo hogar Youngho se bajó del auto desorientado y con un leve dolor en el estómago producto de un viaje de largas horas, no tenía ánimos de nada, estaba tan distraído que antes de cruzar las rejas de su nueva casa se llevó un terrible susto al mirar hacia la casa vecina.

Un niño pequeño estaba colgado del portón de al lado y lo miraba fijamente, tenía los ojos grandes y la piel morena, lo miraba tan fijamente que Youngho sintió toda su piel erizarse.

—¿quién eres?—preguntó el niño de ojos grandes, parecía que no pestañeaba y Youngho comenzaba a preocuparse

—Seo.. Youngho—susurró aún estático, el niño seguía sin pestañear y Youngho se sentía tan incómodo como si le caminaran hormigas en todo el cuerpo

—ah... Youngho oppa—los ojos grandes del niño brillaban, y Youngho parpadeo repetidas veces inseguro de qué hacer, no estaba acostumbrado a hablar con niños más pequeños que él y el nene se veía de unos tres o cuatro años

De pronto una mujer apareció, lucía enfadada y quitó al niño del cerco como quién quita un abrojo del abrigo, el pequeño luchaba por sujetarse del portón pero la mujer no parecía que iba a permitírselo, luego de un forcejeo ella lo regañó —¡Donghyuck déjate de caprichos! ¡sabes que no puedes salir y colgarte del cerco así, mira si alguien te roba!

La mujer acabó llevándose al niño que lloraba como si lo estuviesen torturando y Youngho se apresuró en entrar a su casa.

Por los próximos años ese no iba a ser el único encuentro que tuviera con su pequeño vecino llamado Lee Donghyuck.

Donghyuck era un niño escandaloso, travieso y sobre todo; le encantaba destacar, quería llamar la atención de las personas todo el tiempo, quería hacerlos reír y siempre estaba dispuesto a jugar un rato.

Era un abrojo, definitivamente era un abrojo. Eso era lo que Youngho asumió en cuanto Donghyuck se colgó de su pierna la primera vez.

—¡quiero jugar con Youngho oppa!—sollozaba Donghyuck mientras se colgaba como koala de la pierna del más grande

Youngho estaba tan nervioso, no sabía qué hacer, Donghyuck tenía cuatro años y le ocasionaba una mezcla de ternura con agobiamiento, Donghyuck quería estar todo el día a su lado y si no podía hacerlo entonces no dudaba en llorar toda la tarde

Y vaya que sus llantos se oían hasta la habitación de Youngho.

El niño murmuraba cosas como "¡mamá déjame ver a Youngho oppa, voy a morirme, me falta el aire! ¡mamá! ¡¿por qué no puedo estar con oppa?!"

La pobre mujer tenía que sostener al pequeño en sus brazos y calmar sus llantos "deja de llamar oppa a Youngho que es un niño igual que tú, Youngho tiene que estudiar y descansar ahora, no puede jugar todo el día contigo."

Los llantos de Donghyuck eran como una sirena, a veces Youngho dejaba de ver sus dibujos animados y salía a jugar con el pequeño un rato.

El diablillo se transformaba en Ángel rápidamente, sus ojitos brillaban tan atrapantes e hipnotizantes y su sonrisa iba de oreja a oreja.

Youngho oppa I love you i'm 8 years old JohnHyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora