Doctora Ohàra.

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21 de enero 2019

Eran las 16:06 en la consulta de la doctora Ohàra, niños corrían de lado a lado fastidiando a aquellos enfermos con dolor de cabeza y malestar. Los ventanales estaban abiertos de par en par, dejando entrar así la brisa cálida (y sofocante) de verano. La secretaria con paso apresurado iba de lado a lado, abriendo cada cajón que se encontraba buscando papeles y recetas de antiguos pacientes.

Hernán estaba sentado de espalda a las grandes ventanas esperando el turno con su doctora. Se sentía muy, muy, muy mal, llevaba afiebrado ya 3 días con vómitos incluidos, por lo que llevaba consigo una bolsa de papel en caso de no alcanzar a llegar al baño.

Él apreciaba la escena maldiciendo a los padres de los niños que no hacían nada por detener sus gritos y jugueteos que lo volvían loco, su tímpano pedía a gritos ayuda para que ésos ruidos infernales pararan. Nunca le agradaron los niños y menos aún si eran bulliciosos y sin respeto con los demás.

Mientras pensaba en cómo sobrevivir y matar a ésos niños una persona se le cruzó en la vista. Su cabello llegaba casi hasta los hombros, tenía ojos grises y una expresión seria, llevaba un short color crema y una polera blanca. Pasó los ojos por sobre Hernán y sintió como se formaba una tormenta en su estómago.

No alcanzó a llegar al baño e hizo uso de su famosa bolsa de papel. Y en ése momento escuchó que lo llamaban.

-Hernán Marché, favor de pasar a la consulta de la doctora Ohàra.

"Gracias a Dios" dijo para sus adentros.

-Buenas tardes Hernán, luces muy mal, toma asiento.

Hernán siguió la instrucción de su doctora y se sentó, aún mareado y asqueado por su reciente vómito.

-Cuéntame, ¿qué te trae por aquí?

Hernán comenzó a describir sus síntomas mientras la doctora lo miraba atento con sus ojos verdes esmeralda, a momentos bajaba la cabeza para escribir y apuntar algo que debería ser relevante.

-Correcto... pasa por favor a la camilla y desabotónate la camisa para revisarte.

Obedientemente Hernán se paró y se dirigió a la camilla mientras se desnudaba a los ojos de la doctora la cual llegó con su estetoscopio y al momento que ponía la membrana decía:

-Inhala... exhala... otra vez. Inhala... exhala... ok. Estira el brazo, te tomaré la presión... mantén apretado el puño...- Hernán sentía como el medidor de presión sanguínea apretaba su delgaducho brazo cada vez más hasta que el aparato lo liberó.- Puedes ponerte la.- Se abrió la puerta, la dulce y estresada secretaria entro con muchos archivadores a la oficina y los dejo en la mesa.

Hernán solo pudo ver como aquella persona de ojos grises miraba curioso dentro de la sala buscando sus ojos. Al momento en que se encontró con él sintió como su calor subía a la cabeza, se estaba ruborizando.

Y nuevamente vomitó. La secretaria quedó mirando la situación y añadió:

-Iré a llamar al personal de aseo.- Dijo sin ninguna expresión mientras salía de la consulta.

-Hernán sí que estás mal. ¿Cada cuando vomitas?

-He estado vomitando mucho, pero no sé qué sucede que en los últimos 10 minutos he vomitado 2 veces, me sorprende mucho.

-Te mandaré a hacer exámenes de sangre y orina, en el laboratorio que está a unas cuadras de aquí, MedPlus atienden hasta las 17:30, aún tienes tiempo de ir, te tendrían los resultados mañana.- Bajó la cabeza y comenzó a hacer la derivación a los exámenes.- O quizás hoy mismo. Ten, con esto ve y diles que son con urgencia, de todas formas lo dice el papel pero nunca está de más.

-Está bien, ¿me podría dar algo para bajar un poco los vómitos y los dolores de cabeza?- La doctora levantó la mirada y dijo:

-Sí, puedo, pero no puedes tomar nada de esto hasta que te hayas hecho los exámenes, podrían alterar los resultados y no es la idea. ¿Entendido?

Hernán se comenzó a parar asintiendo con la cabeza. Se escucharon 3 duros golpes en la puerta mientras él se dirigía para salir, al momento de abrir vio a un joven con una cubeta y un trapero, el chico lo miró indiferente mientras Hernán decía lo siento con la mirada.

El pesado aire del vestíbulo le abofeteo haciendo que todo le diera vueltas nuevamente, se negó a vomitar y siguió caminando en dirección a la salida.

No vio al chico de ojos grises en su camino a la puerta, por lo que asumió que había entrado a la consulta del doctor Urgiles o quizás entró con la dentista Sepúlveda, vaya a saber él. Caminó hasta llegar al laboratorio para pararse frente a la imponente puerta de madera de roble y buscar una forma de abrirla o de llamar adentro. Vio un botón plateado y lo presionó. Una voz sonó al instante preguntando

-¿Sí? ¿Tiene consulta? ¿U orden de examen?- La voz era exigente y no dijo nada más hasta que Hernán se dignó a decir:

-Sí, vengo de parte de la Doctora Ohàra, vengo por exámenes de sangre y orina. Es urgente.

La puerta se abrió mientras un intenso olor a lavanda le inundaba las fosas nasales, nuevamente todo le dio vueltas, se tuvo que apoyar en la pared para no caer y lograr controlar sus impulsos de vomitar. Cuando se logró recuperar caminó por un largo pasillo hasta llegar a una pequeña salita donde solo se encontraban unos cuantos asientos y el escritorio de la secretaria.

-Hola, bienvenido a medplus, ¿en qué lo podemos ayudar?- Sonó la misma voz exigente de la entrada.

Hernán alargó el brazo con la orden en sus manos dejándola visible a la exigente joven, quien al momento de recibirla comenzó a teclear en un moderno computador.

-Muy bien señor Hernán, a penas salga la persona que está en el laboratorio O2, entre, allí el médico le explicará todo lo demás, tome asiento por favor.

Agotado, un aturdido Hernán se sentó de golpe en uno de los incomodos asientos, comenzó a dormitar y la voz, nuevamente, exigente de la secretaria lo saco de su adormilado estado diciendo las mismas preguntas que él había escuchado.

-¿Sí? ¿Tiene consulta? ¿U orden de examen?

Una voz masculina sonó a través de una de las bocinas que tenía el computador de la joven.

-Tengo que hacerme exámenes de sangre, el doctor... Urgiles me dio una orden.

La secretaria se giró y al momento de presionar el botón de la puerta principal, se abrió la puerta del laboratorio O2, Hernán a duras penas se paró y tambaleando llegó a la entrada del lab. O2. Se paró en la puerta apreciando el lugar, todo estaba completamente en orden y pulcramente limpio, se veía una imponente camilla en medio de la sala y muchos estantes y encimeras por todos las paredes, el doctor estaba de espaldas guardando, lo que suponía, eran muestras de algo. Iba vestido con un traje azul y una gorra, daba la impresión que iba a operar.

A Hernán se le heló la sangre cuando aquel doctor se dio media vuelta y lo quedó mirando. A pesar de que llevase una mascarilla sabía que era aquel chico de la consulta, sus ojos lo decían y el lenguaje corporal que usó también lo delato. Sus ojos se abrieron de par en par, su respiración se agitó y un aire incomodo se apoderó del ambiente.

-Ho-Hola, Hernán Marché ¿Cierto?- A Hernán se le estrujó el estómago al oír pronunciar su nombre, asintió.- Soy el doctor y laboralista, Germán Flores, un gusto.-Sonrió.- Examen de orina y de sangre.., ¿correcto?- dijo con una voz temblorosa mientras lo miraba tímidamente a los ojos, Hernán no apartó la vista mientras pronunciaba un casi imperceptible "sí".

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Hola, ha pasado mucho tiempo ¿no? pero hemos vuelto jajaa, espero disfruten ésta historia que tiene para rato, así que prepárense, subiré algo una vez a la semana, espero que estén muy bieeen y denme suerte que el lunes entro a la universidad.

Un besazo y abrazo sororo <3.

Espero que nos acompañen a Hernán y a mí en ésta historia que promete mucho.

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