Capítulo 1

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« De este modo, la educación se transforma en un acto de depositar, en el cual los educandos son los depositarios y el educador quien deposita. El educador, en vez de comunicarse, hace comunicados y depósitos que los educandos, meras incidencias, reciben pacientemente, memorizan y repiten. Tal es la concepción “bancaria” de la educación, en la que el único margen de acción que se ofrece a los educandos es el de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos. Margen que solo les permite ser coleccionistas o fichadores de cosas que archivan.»

Ten cerró el libro de Freire al escuchar la alarma. Era un nuevo día y el insomnio había atacado de nuevo.
Él había superado el hecho de que sufriese tal enfermedad, en vez de sofocarse y llorar, cosa que le había pasado en tiempos anteriores, él leía.
Leía libros de educación porque era profesor de filosofía, él era y es el mejor profesor de Filosofía hasta el momento.
Afamado por sus antiguos compañeros de Tailandia, había decidido mudarse a Hong Kong con el objetivo de culturizarse, aprender y que le diera el aire, pero una propuesta cambió lo que iba a ser un año sabático a un año académico, le habían dado una oportunidad de impartir sus conocimientos en esa "cárcel" llamada universidad. Aceptó la proposición porque quería darse a conocer y ver si había competencia.
Su forma de dar clase sumía a los alumnos en su mundo, llevando la filosofía a la realidad y persuadiendoles al instante para que en cuanto saliesen de la clase, llevasen las ideas de su querido Denis Diderot en mente.

Estaba claro que amaba a Diderot y a sus ideas, también era obvio para él que en sus clases, en el periodo de los diez minutos finales, hablaría sobre el filósofo y no saldrían de allí sin conocer algo más sobre su ídolo.
Diderot era un valiente según Ten, a parte de que estaba de acuerdo con la percepción de él artista sobre todos los valores éticos que mencionara, lo admiraba mucho. Diderot vivió en la época del Antiguo Régimen, concretamente se dió a conocer por pertenecer a la generación de los pensadores ilustrados. Lucharon por cambiar aquella realidad monárquica a una diferente, buscando la felicidad y la razón. Esa era el rasgo de él ilustrado que más le gustaba a Ten, su valentía. Por pensar diferente en una época en que lo diferente era igual a tabú. Por no decir que creó la Enciclopedia, herramienta que nos permite buscar el significado de las palabras desconocidas por nosotros.

Volviendo al tema educativo, estaba claro que no iba a impartir su primera clase sin antes conocer a sus alumnos y compañeros de departamento, ya que no iba a correr el riesgo de encontrarse con cualquier profesor o profesora más listo o lista que él. Era especialmente quisquilloso con esos temas, debía tenerlo todo bajo control.
Así que, faltando dos días para que se incoporase a la universidad, decidió ir y escuchar. Necesitaba escuchar para ver el estatus social de los alumnos, no soportaba la idea de darle clases a pueblerinos malhablados, debían saber de lo que estaban hablando. Si no no podrían tener una clase productiva.

Se colocó sus gafas, cogió su maletín y se dispuso a salir de su casa y a caminar hacia la universidad.
En el camino vió a un grupo de alumnos, todos con sus archivadores en la mano, hablando. Sonrió de primeras, le gustaba la impresión. Pero la sonrisa se borró en cuanto vió a uno de los alumnos con el cigarro en la mano.
<<La gente se estropea más de lo que ya lo está con esas cosas, la virgen>>
Siguió andando, ligeramente indignado.
<<Rezo porque los demás sean más cultos y menos "de artes", iugh>>
Entró en la universidad y se colocó estratégicamente al lado de un grupo de alumnos que estaban hablando, para oír sus conversaciones y el tipo de personas que eran, por qué cosas se interesaban...

El grupo estaba compuesto por un corro de niños de unos dieciocho años o así, principiantes en lo que viene siendo el mundo universitario.
Uno estaba contando una anécdota a los demás alumnos, los cuales se veían sorprendidos por la anécdota del individuo. Ten agudizó el oído:

— Juro que en las dieciocho primaveras que caen sobre mis hombros, nunca he visto un profesor mejor de filosofía. Lo juro.

Ten se quedó petrificado por tal comentario.

— No solo porque sea guapo y tenga el don del habla- el alumno soltó la típica risa de adolescente enamorado - de verdad digo que en cuanto leímos el texto y él empezó a explicar ideas, toda la clase, incluso Mark Lee, quería participar, ansiaban hablar y comunicarle lo que piensan.

Los demás compañeros miraban y asentían como borregos, también impresionados.
— Si bien pensabas de una forma, él te exprime el cerebro y no te hace cambiar de idea, ¡te deja que seas tú el que elige!. Según el profesor Kunhang, tenemos que ser autónomos y no dejar que nada ni nadie nos influya.

A Ten le enfadó ese comentario, el profesor Kunhang estaba haciéndole competencia, cosa que no le gustaba para nada. A parte de que no persuadía a los alumnos para que pensaran como los filósofos.
Por otra parte le gustaba que pensase diferente, Diderot pensaba de forma distinta a los demás ciudadanos de su época y siguió adelante con sus ideas.

— Nunca me ha pasado con ningún profesor en mi vida, ansío verlo cada día y que nos cuente más sobre la libertad y la realidad- Xiaojun sonreía, estaba visiblemente enamorado de su profesor y ten lo notaba.

Ten se fue de la estancia, había oído suficiente.
El profesor Kunhang parecía estar ahí para quedarse, lo veía como un león alfa vivienda la buena vida. Y él era el león depredador que luchaba por ser el alfa, y lo iba a conseguir.

Las frases concisas son como clavos afilados que clavan la verdad en nuestra memoria. Eso pasaría, le quedaría las cosas claras a Kunhang.

 Eso pasaría, le quedaría las cosas claras a Kunhang

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DiderotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora