Se escuchó el gruñido infantil de Bokuto, aunque Daishō no le tomó importancia, manteniendo los ojos cerrados y las manos detrás de su cabeza, como un soporte a pesar de tener una almohada que cumpliera ese trabajo. Se estaba relajando después de una demandante actividad física: Bokuto tenía mucha resistencia en todo, aunque no se quejaba de eso, al contrario.
Sintió como la otra parte del colchón se movía, y luego una masa caliente se recargaba en el costado izquierdo de su cuerpo. Sintió la respiración ajena cerca y podía estar seguro que su pareja estaba esperando que decidiera mirarlo, pero Suguru se hizo el desentendido un poco más. Hubo un movimiento sutil y un beso en su barbilla buscando llamar su atención.
—Suguchan, no me estás haciendo caso.
—oh, ¿no lo hago? —dejó salir su voz en un siseo, arrastrando las palabras suavemente. Pudo imaginarse la cara indignada que Kōtarō había hecho, y aunque era tentador mirarla por si mismo decidió esperar un poco más en la oscuridad detrás de sus párpados.
Se escuchó el gruñido lastimero de Kōtarō—, ¡no, no lo haces! ni siquiera me estás viendo.
—¿Debería verte?
Bokuto asintió, encimándose un poco más en Suguru, tal vez presionándolo el peliverde dejara de jugar con él—, ¡si, debes! —y aún así apenas recibió una mueca momentánea de su parte, sin moverse mucho. Kōtarō quiso besarle el ceño fruncido, pero quería mantenerse en su papel hasta conseguir algo más de protagonismo, a pesar de haber recibido mucho momentos atrás, desde que ambos habían puesto un pie en la habitación Bokuto no había recibido más que atención de Suguru.
Claro está, nunca sería suficiente.
—¿Y por qué debo hacerlo?
—Porque te gusta mirarme.
Bueno, tenía un punto, si que le gustaba mirarlo, desde el primer momento. La primera vez que se miraron Daishō se quedó plantado en su lugar, demasiado extrañado. Solo había sido un segundo, pero sus ojos grisáceos se habían encontrado con un par de luces doradas, y fue un color tan bonito que se le escaparon los pensamientos como si de una fuga se tratase. Suspiró, y abrió sus ojos perezosamente, encontrándose con las mismas luces de oro de siempre; era increíble como a pesar del paso del tiempo Suguru no podía superar aquellos ojos tan brillantes.
Cada vez que los miraba era como revivir aquella primera vez, ¿quién iba a decir que el dorado en esos orbes lo iba a cautivar tanto? Una vez que los miró, ya no pudo olvidarse de ellos—, ¿y a ti te gusta que te mire?
—¡A mí me encanta eso! cuando lo haces tienes una expresión muy tierna —La sonrisa que le regaló le apretó el corazón, pero no dejó que Bokuto lo notara. Arrugó el entrecejo, mirando a otro lado—, ¿qué dices? yo no soy tierno, ese eres tú.
Kōtarō solo rió y ésta vez si se permitió acercarse a besar la mueca que Suguru hacía. Besó su frente, bajó a su nariz y terminó en sus labios, besándole cuidadosamente—. Mentiroso, siempre quieres voltearme las cosas.
Eso era una verdad a medias, pero no pensaba comentar. En su lugar movió los brazos y rápidamente rodeó a su novio con ellos, apretándolo contra su torso y obligándolo a bajar lo suficiente como para que su cabeza terminara recargada en su pecho, ignorando si el otro se quejaba o no. Lo apretó contra si y acarició su cabello monocromático enmarañado. Suspiró y lo mantuvo ahí.
—Suguchan, siento tu corazón latir.
—Estaríamos en un problema si no lo hicieras.
—¡Hey, no hablaba de eso! —Bokuto bufó, restregando su mejilla contra la piel desnuda de su pareja—, digo que, se siente muy calmado, a pesar de estar así. El mío está como loco.
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yours. // suguboku.
Hayran Kurgute prometo que nunca tendré suficiente de ti.❞ _____________________________________ → one-shot. → Haikyū!! → Daishō Suguru × Bokuto Kōtarō. ↳ rarepair. ┊𝘋𝘦𝘥𝘪𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘢 𝘮𝘪 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘯𝘦𝘳 (𝘺 𝘮𝘪 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘰) 𝘈𝘭𝘭𝘦𝘯, ¡𝘧𝘦�...