Terciopelo púrpura

26 1 0
                                    

La suave brisa me arañaba la piel a cada ráfaga, mientras la luz de la luna me acunaba, divertida, sobre una jauría de animales terribles y hambrientos. De vez en cuando, se ocultaba tras una nube, avergonzada por sus actos deprabables. La noche oscura envolvía cuanto me rodeaba, y a mí mismo, creando un ambiente denso y siniestro que no puedo describir simplemente con palabras. Delante de mí, se alzaba, grandilocuente, el edificio principal de todo un conjunto arquitectónico de estilo desconocido. A ambos lados, altísimas estructuras se inclinaban terroríficamente sobre el patio en el que me encontraba. A mi alrededor la hierba crecía uniforme y enferma, como queriendo prevenir a los nuevos invitados.

Yo había recibido un mensaje por carta en el que se me citaba para la reunión de esa noche. Ninguno de los numerosos ventanales del edificio principal, que se encontraba frente a mí, estaba iluminado, por lo que supuse que nos encontraríamos en algún lugar más interior. En mi mejor intento, pretendí portar mis mejores galas para la ocasión. En la misiva se obviaba toda información a cerca del carácter de la reunión, pero la reputación del lugar le precedía: centenares de historias corrían de boca en boca en la zona. Gente decía que en el interior tenían lugar charlas sobre el futuro del mundo, donde se reunían "las entidades que gobernaban bajo las sombras". Otros aseguraban que dentro, tenían lugar invocaciones demoníacas en las que traían al mundo terrenal criaturas crueles y sanguinarias que actuaban a favor de quienes habían hecho posible su existencia allí. Por esto y por demás hipótesis era que este lugar era tan temido y por eso se había mantenido imperturbable durante tanto tiempo.

Subí las escaleras principales y la grandiosa puerta se entornó ligeramente para que pudiera pasar. Observé la magnífica obra de carpintería, recubierta por una fina capa de oro antes de que esta se cerrara detrás de mí. En el interior no encontré rastro de persona alguna. Inmediatamente me penetró un terrible olor, que nunca olvidaré, que hizo que tuviera que parpadear varias veces para que mís ojos dejaran de llorar. La única iluminación existente era la proveniente de un corredor al fondo del vestíbulo. La siniestra luz, de un tono morado, permitía percibir el movimiento de las sombras que se proyectaban. Dudé al principio, y mis pasos fueron inseguros y torpes.

Finalmente, me hallé en la boca de unas escaleras esculpidas en la roca que bajaban hacia el foco de la luz. Borré de mi mente toda clase de pensamientos acerca de las leyendas y mitos que se decían de ese lugar y comencé mi descenso. Conforme iba bajando, el olor se acentuabajo hasta volverse repulsivo. Además, comencé a escuchar susurros de voces provenientes de algún nivel inferior, de los cuales no logré comprender qué decían . En todo momento no pude evitar la terrible sensación de que algo horroroso me seguía y me vigilaba de cerca. Mis pies descendieron el último escalón y me vi de pie ante una puerta medio entonada de la que salía la, ahora deslumbrante, luz que había visto desde el vestíbulo.

Lo que sucedió a continuación no acabo de tener claro, aún hoy día, de si fue real o si pertenece al una mala pasada que me jugó mi imaginación. Recuerdo haber entrado y haber visto un grupo no demasiado abundante de personas ataviadas con extraños atuendos, entorno a una lengua de fuego, responsable de la iluminación. Unas profundas capuchas me impedían ver rostro alguno. De pronto, una voz sonó y yo supe que se dirigía al mí. No sé seguro si alguno de los presentes habló la escuché dentro de mi cabeza. El mensaje que recibí fue breve. Se trataba de un encargo, un encargo de traer algo que debía encontrar yo. Creo que no llegaron al decir nunca el objeto concreto que tenía que traerles, pero yo supe desde el primer momento de qué se trataba.

Lo siguiente que recuerdo fue en mi casa, en mi dormitorio, yo solo. Actuaba por voluntad propia, pero sentía como una fuerza desconocida me impulsaba a hacer lo que hacía. Inevitablemente, seguía sintiendo esa presencia (aún más intensa, si cabe) vigilante que percibí la primera vez descendiendo al los niveles inferiores del edificio la noche anterior.

Terciopelo púrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora