Abrumado

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ABRUMADO

Martin vivía en Montevideo con sus tres hermanos y su madre, el típico muchacho de diecinueve años de la capital. En ese entonces cursaba segundo año de la Facultad de Psicología, todo marchaba con normalidad hasta aquella tarde del diecisiete de Junio. Abrumado por el estrés debido a los parciales decidió ir a la casa de su amigo Lorenzo.

Martin vivía en el centro de la ciudad y como Lorenzo vivía a las afueras, necesitaba dos ómnibus para llegar hasta su casa. Cuando se hicieron las dieciocho, horario en el que Martin tenía su última clase, se dispuso a ir a la parada a esperar el ómnibus. Hablo con su madre para avisarle que iba a lo de su amigo porque estaba muy agobiado y necesitaba relajarse un poco.

Luego de treinta minutos de aburrida espera llego el ómnibus que necesitaba y se subió. Dentro del transporte se encontraba únicamente el chofer, esto llamo la atención de Martín porque esa era una línea muy utilizada y al ser un lunes en plena hora pico de la capital esperaba que al menos un pasajero estuviera abordo, de igual manera no presto mucha atención al asunto, paso la tarjeta magnética por el lector pidió un boleto de dos horas el cual sería suficiente para hacer el trasbordo y no tener que pagar de nuevo. Tomo asiento en el fondo del vehículo y se puso los auriculares.

Mientras escuchaba La Beriso.(2014).Como Olvidarme, Martín se percató que habían transcurrido veinte minutos de viaje y el ómnibus seguía vacio, además había cambiado su recorrido habitual. Pensó que habría alguna calle cortada, o algún accidente fatal en el cual se continuaba haciendo las pericias. Con cierta sensación de incomodidad Martín se levantó de su asiento y fue a hablar con el chofer, a medida que se iba acercando la sensación de incomodidad aumentaba al igual que su pulso. Se acerco a una ventana y al mirar hacia afuera noto que no solo era un recorrido poco habitual, sino que la ciudad estaba totalmente desierta y no parecía el Montevideo donde él vivía. La confusión tomo por completo los pensamientos de Martín, pero igualmente siguió avanzando hacia el chofer para hablar con él. No logro decir ni siquiera una palabra pareciera que le hubieran cocido la boca, el miedo recorrió cada fibra de su cuerpo paralizándolo por completo. Miro a los ojos del chofer, tenía una mirada tan vacía como el cráneo de un cordero que encontró su final frente a una jauría de perros, esa idea lo asustaba aun mas. Pero ese rostro inexpresivo frente a él, esa mirada vacía lo estaba consumiendo por dentro. Cuando logro reaccionar aparto la mirada y corrió hasta la puerta del fondo con la intención de arrojarse del vehículo en movimiento, pero las puertas y ventanas estaban completamente selladas. A su alrededor el oxido y la mugre comenzó a consumir el ómnibus lentamente.

Del lado de afuera se veía un bosque de cipreses atravesado por una carretera de tierra aparentemente interminable en el cual pareciera que reinaba una obscuridad absoluta, a excepción de la luz amarilla del ómnibus. Un olor totalmente repulsivo invadió el interior del ómnibus, corrió hacia la parte delantera nuevamente y confronto al chofer, pero este ya no poseía esa mirada inexpresiva, sino que se había transformado en un cadáver en plena fase de descomposición, impactado por esa escena y con el estomago revuelto se descompuso y vomitò.

Una luz que venia de frente encandilo a Martín sin darle tiempo a recomponerse, segundos mas tarde el estruendo del impacto de los vehículos debió de escucharse por todo el bosque, Martín salió despedido por el parabrisas delantero. Los fragmentos de vidrio se introdujeron en su vista y sintió el crujir de cada hueso de su cuerpo debido al fuerte impacto. Entre toneladas de metal retorcido y vidrios rotos se encontraba Martín ahogándose lentamente con su propia sangre, debido a las múltiples perforaciones en sus pulmones ocasionadas por su caja torácica. Antes de dar su último aliento recordó a su familia, múltiples recuerdos vinieron a su cabeza y se fueron como un destello de luz, dio un ultimo suspiro y su corazón dejo de latir.

Se hicieron las dieciocho, Martín salía de su última clase, se dispuso a ir a la parada a esperar el ómnibus, hablo con su madre para avisarle que iba a lo de su amigo porque estaba muy agobiado y necesitaba relajarse un poco. Luego de treinta minutos de aburrida espero el ómnibus que necesitaba llego. Se subió paso la tarjeta magnética, le llamo la atención que no hubiese pasajeros a bordo, se sentó en el fondo y una sensación de incomodidad lo invadió, mejor dicho, una sensación de Deja Vu.

AbrumadoWhere stories live. Discover now