Y cayó del cielo...

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Un haz de luz cayó en el cielo en ese momento. Vi una sombra aparecer entre aquel rayo. No podía ver bien de que se trataba exactamente,ya que se encontraba en lo más alto de la colina y yo lo miraba desde mi ventana. Aquel rayo luminoso se desvaneció, y pude ver lo que parecía una figura humana. Una figura masculina. No me lo podía creer. Cerré los ojos y sacudí la cabeza. No podía ser. Era imposible. Debía estar soñando despierto.

Cuando volví a abrir los ojos, aquella silueta había desaparecido. "Imaginaciones mías" pensé. En seguida, me volví a tumbar en mi cama. Hacía un calor tremendo. Era isoportable aún llevando únicamente unos bóxers como prenda.

Puse mis manos sobre mi vientre y crucé las piernas. Apagué la luz y cerré los ojos e intenté descansar, pero, de repente, escuché un ruido. Era mi ventana, abriéndose de par en par. Me sobresalté y abrí los ojos rápidamente. Vi una silueta delante mía. Una sombra. Contemplándome. Quieta en la oscuridad. La misma que había visto momentos antes. Encendí la luz y ahí estaba. El hombre más bello que jamás he visto. Parecía recién llegado del cielo. Tenía el pelo de un color oscuro,muy bien peinado,unos ojos preciosos y una barba que lo hacía irresistible ante cualquier encanto. Además, un pequeño lunar pintaba su hermoso rostro.

- Hola, mi nombre es Agoney.

La criatura habló, me fijé en sus labios, moviéndose para articular aquellas palabras y me dio un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo.

- Vengo del cielo. Soy un ángel enviado para cumplir tus deseos. Tú, José, has sido el elegido. Me tendrás aquí para lo que necesites.

Para cumplir mis deseos... El único deseo que tenía en la mente era el de sentir sus labios pegados a los míos, su lengua recorriendo mi boca... Nunca había besado a alguien, es más, tenía 16 años y era virgen. Nunca nadie me había tocado.

- Deseas algo? - preguntó él.

- Deseo que me quites esta presión. Necesito dejar de ser virgen. Quiero sentir a un hombre dentro de mí - las palabras salieron solas de mi boca.

- Pero yo no soy un hombre humano,soy...un ángel.

- Eres mucho más que los hombres que hay en este mundo. Deseo tanto que me desvirgues...

- A mí no me puede parecer mal, siempre y cuando es lo que tú quieras.

- Lo deseo! Y mucho!

Agoney se acercó lentamente e hizo que me levantara de la cama. Pegó sus labios a los mios y nos fundimos en un maravilloso beso. Su lengua exploraba cada rincón de mi boca y jugaba también con mi lengua.

Se separó para sacarse la camiseta blanca que llevaba puesta. Pude verle el torso, algo de pelo en su fibrado pecho, hermosos brazos y un poco de pelo que sobresalía del pantalón en la zona del pubis. Esta imagen hizo que algo se estremeciera dentro de mí y provocó una especie de cosquilleo en mi entrepierna.

- Agáchate - me ordenó.

Me arrodillé delante de él y se acerco a mí. Tenía en frente su miembro, encerrado dentro del pantalón blanquecino que llevaba. Se lo desabrochó y se lo quitó. Debajo llevaba un bóxer de color también blanco. Se podía ver la enorme magnitud de su erección debajo de este.

- Quítamelo tú - instó.

Y eso hice. Invadido por el deseo, le bajé lentamente su ropa interior con mis dientes hasta que quedó al descubierto su enorme miembro. Estaba erecto y muy gordo, a causa de la excitación. Sin pensármelo dos veces, empecé a jugar con mi lengua y su capullo. Agoney soltó un suave jadeo. Me fui metiendo su polla en la boca despacio, hasta que no pude más, y empecé a chupar. Él gemía, y eso me excitaba más y más. De repente, me agarró del pelo y empezó a follarme la boca. Duro. A mí me encantaba sentir el gusto de su miembro, era delicioso. Me ahogaba un poco por la magnitud de este, pero no suponía un problema.

Al rato, me la sacó de la boca. Algo de saliva cayó por mis labios. Se fijó en mi erección y dijo:

  - Te voy a meter la mayor follada que vas a poder vivir nunca.

Me estremecí, cada vez estaba más excitado. Agoney me cogió y me puso a cuatro patas en la cama. Me bajó el bóxer y estuvo un rato acariciando mis nalgas. Entonces, sentí como un dedo suyo se intentaba abrir paso por mi zona. Como iba entrando lentamente. Gemí. Era una sensación maravillosa. Metió otro. Noté como me dilataba poco a poco.

- Ahora viene lo bueno... - me susurró al oído.

Sacó los dedos y rozó mi zona con la punta de su miembro. Noté un escalofrío por todo el cuerpo. Sentí como iba entrando su polla. Llegó al final y yo solté un gemido fuerte. Me agarró de las caderas y empezó a follarme lentamente. No podía parar de gemir. Me encantaba sentirlo dentro de mí. Luego, aumentó la fuerza y la velocidad de las embestidas. Yo gemía más. Agoney empezó a masturbarme mientras seguía embistiendo fuerte. Yo estaba gozando muchísimo. Al tiempo, noté su corrida en mi. Estaba caliente. Yo también terminé por eyacular. Agoney salió de mí y yo me tumbé, aún flipando por la increíble follada con la que me había desvirgado aquel ángel. El cuerpo entero me temblaba por la fuerza de sus embestidas. Había sido genial.

- Espero que te haya gustado... Ah! Y recuerda, si quieres verme solo tienes que mirar por la ventana y llamarme, apareceré en seguida.

Y entonces desapareció. Y yo me quedé ahí, solo, aun jadeando por aquella grandiosa primera follada.


El Ángel (+18) (Novela Erótica Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora