Capitulo 1

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Esta época del año siempre es la más fría. Reunirse con tus amigos alrededor de una fogata no es, en realidad, una mala idea. Las cosas se complican cuando tus amigos te obligan a ir a un bosque, en medio de la noche y con desconocidos.

Aquí estoy yo. Sentada en el tronco de un árbol justo enfrente de la gran fogata hecha por los chicos que me rodean. Esta había sido una mala idea y Whitney lo sabía. Y aún así me arrastró hasta aquí.

—Clov, diviértete un poco, conoce gente nueva. Vamos, es divertido.—Me habló la rubia unos metros a mi derecha. Era linda: con una delicada piel blanca y ojos extrañamente negros.

—Sabes que hacer amigos no es lo mío, con suerte te tengo a ti como amiga... Y comienzo a dudar de eso—Susurré para mí.— Los libros son lo mío. No esto.

Me levanté y caminé, acercándome a la fogata. Extendí mis manos enguantadas hacia el dulce calor del fuego, que resultaba todo un deleite. Froté mis manos entre sí para provocarles un poco más de calor y luego las volví a extender. Pero, al hacerlo, el fuego se retiró. Sólo se corrió como si un viento repentino lo hubiese alejado. Quité las manos inmediatamente y miré a mí alrededor, asegurándome de no tener miradas puestas. Desafortunadamente tenía una: Un chico, cabello oscuro como la noche y ojos azules como el cielo.
Tenía su mirada fija en mí.

Sonreía sentado en el suelo y recostado en el tronco. Parecía no haber visto nada, pero luego comenzó a mirar el fuego y luego mi rostro. Levantó ambas cejas insinuando algo que yo desconocía. Su sonrisa desapareció y sus facciones se endurecieron, haciéndolo parecer tenso. Se levantó y caminó hacia mí con una expresión neutra. Justo antes de que llegara a mi lado, Whitney se puso enfrente mío, como tratando de protegerme.

—No te acerques a ella.

—¿Crees que le haré daño? Deja de ser infantil. Lo nuestro ya quedó atrás, Whitney.

—No lo digo por eso.—Murmuró mi amiga. Un viento repentino azotó el ambiente. Él entrecerró los ojos, se dio vuelta y desapareció entre los árboles. Whitney volteó a mirarme. Se veía aliviada, aliviada de que él se hubiese ido.

—¿Qué sucede?— Le pregunté arrugando el entrecejo. Ella suspiró.

—Estuve saliendo un tiempo con ese tipo. En el trayecto de esa... "relación"... Ocurrieron cosas muy extrañas.— Suspiró de nuevo.— ¿Lista para irnos?

—Sí...- Respondí, no tan convencida con su corta explicación. Era evidente que trataba de evadir el tema, pero no insistiría. Sé perfectamente que Whitney puede llegar a ser muy testaruda a veces.

No volví a pensar en el tema hasta después de llegar a casa. Me despedí de mi amiga con un cortante "hasta luego" y entré. Mi hermano, Cody, ya se encontraba durmiendo tal y como lo dejé con su pijama de alienígenas verdes. Entré a mi habitación y me tiré en la cama, demasiado cansada como para recoger el desorden que había dejado justo antes de irme. Las palabras de Whitney se reprodujeron en mi cabeza:

«Ocurrieron cosas muy extrañas»

¿Qué clase de cosas extrañas? Como sea que se llamara ese tipo, no me había dado una buena espina desde el principio, tampoco la declaración de mi amiga acerca de él.

—¿Por qué llegaste tan tarde?— Salté de la cama y miré a mi madre en su bata para dormir. Parecía cansada, y quién no, cuando tienes que trabajar turno completo todos los días en un movido restaurante.

—Me diste un gran susto...—exhalé, negando con la cabeza—. Lo siento, mamá. Whitney me arrastró al bosque, a una fogata.

—¿Al bosque? ¿Qué te he dicho sobre eso? No me gusta que andes por ahí y menos a altas horas de la noche.

—Lo sé, pero no tienes por qué preocuparte. No haré un trío, ni mucho menos— Ella frunció sus delineadas cejas y se retiró del marco de mi puerta. La cerré de inmediato y me volví a tirar en la cama. Esta vez quedando dormida.

.

Al despertar, me sorprendí al no ver el sol y que, además, tenía una manta en los hombros.
La luz de la luna atravesaba la ventana y daba justo en la cabecera de la cama. A veces creía que mamá lo había acomodado así a propósito para que el sol me diera en la cara y no fuese ella la que tuviese que despertarme.

—¿Has dormido bien?—Una voz proveniente de la oscuridad casi me hace gritar. No podía ver el rostro de la persona que me hablaba, pero podía ver su silueta en la silla en una esquina al lado de la ventana. Se levantó con suma elegancia y caminó hacia mí, pude haber corrido pero no era mi plan. Nunca había sido cobarde, y no lo sería ahora.-— Creo que no pudimos hablar bien hace rato.

—¿Quién eres? ¿Por qué entras a mi habitación sin ser si quiera invitado?— Se escuchó una risa irónica.

—Por lo que he visto, no creo que invites a muchos chicos a tu habitación. Yo sólo vine para hablar con un poco más de calma, hace rato no pudimos hacerlo, Whitney lo impidió.— Analicé la situación con calma, tratando de no entrar en pánico.

El chico del bosque... Me había seguido hasta casa. Pero... ¿Cómo?

Me levanté de un salto, olvidando por completo las mantas que tenía encima. Una de ellas se enredó en mis piernas y me hizo caer al suelo. Me levanté observando la sádica sonrisa que traía él en su rostro, que se había iluminado repentinamente con la luz lunar.

—Largo de mi casa. No quiero pedófilos acosadores aquí. ¡Largo!— Susurré lo más suave que pude para no despertar a ninguno en casa.

—Vi lo que hiciste con el fuego...

—Lárgate o te juro que gritaré bien fuerte para que llamen a la policía.— Él levanto los brazos, pareciendo derrotado.

—Está bien, está bien. Me voy.— Fijo sus penetrantes ojos en mi rostro.— Pero luego hablaremos. No te escaparas de ésta, Clover.— Salió por la ventana y desapareció en la oscuridad de la noche. Mi mente formuló muchas preguntas incoherentes y estúpidas, como siempre lo hacía en situaciones como éstas.

Una en especial me llamó la atención. Una pregunta: ¿Cómo sabía él mi nombre, sí ni siquiera había tenido una conversación civilizada? De cualquier manera, tenía que dejar de pensar en esto. Porque, si no lo hacía, no dormiría en toda la noche.

Los poderes de lo oculto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora