Suspiro único

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Expresar tus emociones más de lo que vienes haciendo desde hace dos años para acá no es algo que esté en tus planes. Aún si la decisión de hacerlo ya no es muy estable sobre tu manos y cada día que pasa tiende a tambalearse en todas las direcciones posibles.

La confianza que tenías sobre el arresto domiciliario que habías impuesto sobre tus sentimientos, lo sabes, comenzaría su abrupto descenso desde que por voluntad propia decidiste admitir que emociones románticas salían de cada poro de tu piel nada más tus ojos miraran ese esbelto y pequeño cuerpo. Y no hay mucho que decir sobre tu razón y elocuencia perdida cada vez que aquellos labios rojos con sabor miel se unen con los tuyos trazando el más bello y cadencioso ritmo que jamás tuviste antes la oportunidad de probar.

Una vez ya pensaste que habías sobrepasado los límites al ser quien provocara cualquier acto violento contra tu lógica al iniciar lo que más adelante sabrías se conoce como "hacer el amor". Esta vez, con tu ego herido en lo más profundo y tus ya no tan inquebrantables sentimientos, no queda de otra más que admitir que, definitiva y rotundamente, aquella no sería la única y última vez que excederías tus propios límites.

No obstante, una cosa es pensarlo. Otra, digerirlo. Una muy diferente aceptarlo... y final e imposiblemente después; hacer algo con ello. De hecho, ni siquiera sería un error decir que todavía no puedas imaginarte haciendo algo. No, ni soñando.

A pesar de ello, puedes repetirte una y otra vez, mientras sigues sentada sobre tu sillón frente a la chimenea, las cosas que te llevaron a tan intranquilas emociones tal vez tengan solución. Reconoces, claro, que la base de tu problema son tus sentimientos, seguidos de quien los sacó de su encarcelamiento, y como la punta de la torre, el hecho de que ellos se volvieran tan incontrolables que estén ahora fuera de tu mando absoluto. Por si fuera poco, como un recordatorio de tu error al dejarte llevar por esos bonitos ojos verde hoja, el saber que realmente no hay nada sobre qué preocuparse te llega como nota mental cada vez que piensas en ello.

Una pequeña parte de ti entiende perfectamente que no haya nada de malo, pero, mientras el resto siga alegando todo lo contrario, no sabrás qué es realmente lo correcto. Has tenido ayuda, por supuesto. No han sido pocas las veces en las que la hermosa sonrisa de Joan floreció solo por alguna palabra declarada por tus sentimientos, ni tampoco las frases positivas que empezaban con; "desde que estás con Joan...", "... porque estás con Joan...", "cada vez que estás con Joan...". Nunca antes Mytrice se había tomado la molestia de hacerte una felicitación al resolver un caso "... gracias a Joan".

No hay una sola cosa en tu vida y sus alrededores que no hayan cambiado desde que tus sentimientos se revelaran solo para gritar cuanto amaban a la hermosa rubia que desde hace algún tiempo comparte cama contigo. Pese a ello, como uno de los grandes motivos para que no abras las puertas de tu corazón, el miedo a que los enemigos obtenidos antes de su llegada se encuentren con que ahora la gran detective tiene un enorme y visible punto débil, crece dentro de ti. Al temor se le une también la confianza. Confianza de pensar que siempre estará a salvo a tu lado. Confianza de que siempre estarás a su lado... confianza de creer que toda ella se quedará siempre ahí, mirándote como una niña enamorada.

No tocar. No mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora