Capítulo 3. Retorcido

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No tenía idea de qué era lo que debía de hacer.

Mi padre estaba feliz, gracias a que el estúpido de Dominick decidió quedarse en la institución. Le dieron el trabajo, aunque ciertamente eso se suponía que debía de estar prohibido. En su tiempo libre trabajarían con su padre, quien, por cierto, no era un embajador ni nada, Ruth era una estúpida.

Solo un año... solo un maldito año, tenía que haber algo raro en esos negocios, pero yo era lo suficientemente tonta como para haberme dado cuenta de nada, el padre de Dominick era... bueno ni siquiera presté mucha atención ya que estaba absorta en la actitud cambiante de Dominick.

Me parecía tan rara su actitud.

Nunca había conocido alguien así, que cuando estaba conmigo era alguien serio, frío, malévolo, pero cuando había otras personas sonreía y era amable.

¡Era un sádico loco!

Un sociópata, sí, eso lo definía a la perfección.

A mi madre... ya me había cansado de pedirle disculpas por mi actitud de la otra noche, a mi prima ni siquiera le hablaba, aún tenía el video y lo iba a utilizar cuando fuera el momento adecuado. La venganza siempre debía servirse en un plato frío, oh sí.

Bien, regresando a lo demás, estaba montada en mi bicicleta y de camino a la casa del estúpido de Dominick, me había llamado unos minutos antes del desayuno.

¡Me había llamado!

¿Cómo demonios consiguió mi número?

Decirme que siempre conseguía lo que quería no ayudó mucho.

¿Qué rayos quiso decir con eso?

Él estaba comenzando a darme miedo de verdad. Con mi mochila a mis hombros, la cual había preparado previamente para poder cambiarme de ropa y así llegar a tiempo a la presentación en la noche, si no iba, Carmi se enfadaría, y mucho.

Olvidaba la mejor parte de todo, mi madre, con todas sus cosas, ella un día de estos me haría desear lanzarme de la azotea de hotel guaraní, no se le ocurrió mejor idea que la de... mierda, soñaba con que Dominick y yo fuéramos novios, porque según ella estábamos saliendo, digo ¿Qué clase de madre piensa eso? Supongo que la mía.

—Holaaaa tengo 14 años mamá y él ya es mayor de edad, a pesar de que en unos meses cumpliré 15 años, ya es ilegal que sea mi novio ¿Por qué nunca se me ocurre qué decir en el momento? ¿Acaso no pensaste en eso? Supongo que mi familia es muy poco convencional.

Pisé el freno tan rápido como me di cuenta de que su casa estaba cerca, claro... ¿Cómo no ver la enorme mansión en medio de la nada? Bajé de mi bicicleta, me acerqué al portón y cuando iba a tocar el timbre solté un chillido del susto porque lo escuché cerca de mí.

—Llegas tarde —dijo saliendo de detrás del muro de la entrada, de nuevo estaba vestido de negro y con sus manos en los bolsillos, caminaba erguido y me miraba de forma altanera.

¿Acaso estaba esperando a que yo llegara? No, no iba a volver a dejarme mangonear por él.

—¿Estabas esperándome? De todas las personas, jamás me hubiera imaginado que te emocionaría tanto que saliéramos juntos hoy —me miró de forma severa y siguió caminando.

—Deja esa basura a un lado de la casa, iremos en mi coche.

—¿Coche? ¿Basura? Mi bicicleta no es basura y tú, ¿Conduces bien? Porque no quiero morirme antes de haber probado alcohol y haberme tirado en las cataratas del Salto del Guairá.

—Debemos irnos —siguió ignorándome de nuevo, giré mis ojos frustrada.

—Antes de montarme en tu coche necesito que me digas dónde vamos a ir, porque no me trago ese cuento de que es al cine o algo parecido. Me necesitabas como tapadera ¿No es así? —él se quedó quieto frente a su coche de color negro también. Bingo, lo había pillado—. No entiendo por qué necesitas arrastrarme contigo, lo que sea que quieras hacer lo puedes hacer solo, yo me largo, no seré parte de tu mierda.

DangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora