El comienzo

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Mi nombre es Rita, Rita Keating. Era un cálido día de verano. Ya había acabado los exámenes y tenía todo el período estival por delante. ¿Qué podría hacer en estos tres meses de Libertad? Todo lo que no pude realizar mientras estaba encerrada en ese habitáculo de cuatro paredes el cual se había convertido en mi único hábitat. Yo estudio Derecho. Sé lo que pensaréis algunos: ¿qué aburrido no?, ¿ahí no hay mucho que estudiar?, ¿no habían más carreras que te tenías que haber matriculado en esa?, etc. La verdad es que lo que piense la gente me suele dar bastante igual. No entiendo por qué tienen que opinar o intentar modificar la vida de los demás. Estudio Derecho porque me gusta y punto. Estaba en segundo curso y la verdad es que aprobé todas pero no en la primera convocatoria. Me costó un poco pero, oye, lo conseguí. Por fin tanto esfuerzo tenía su recompensa: la Libertad. Y aquí estoy yo, en mi habitación con toda la libertad de poder pensar que me aburría. No sabia qué hacer. Hablé a mis amigos para ver si alguno quedaba y pasábamos el rato, pero o algunos seguían estudiando para las recuperaciones u otros ya estaban de vacaciones. ¿Qué me quedaba entonces? Decidí comenzar alguna serie. Había oído hablar de American Horror Story, pero a mí el miedo no me gusta nada. Estaba en duda. Mi amiga Betty me lo dijo una y otra vez: míratela está súper chula, y no da tanto miedo.
Era la hora de comer así que mi madre interrumpió mi plan:
-Rita a comer!, exclamó la madre.
Salí de mi habitación y me dirigí a la cocina.
- ¿Enserio hay puré de verduras?, afirmó Rita con cara de asco.
- Si no te gusta te haces otra cosa. Además hay que comer de todo., refunfuñó la madre.
Mientras comíamos me atreví a decir lo que estaba pensando:
- Oye mamá quería comentarte algo.
- Claro dime.
- He pensado en irme con la Tía Venus a pasar dos o tres semanas.
- ¿Qué? ¿Pero tú estás loca? ¿Después de todo quieres ir con ella?
- Mamá, ella no tuvo la culpa de nada, sólo actuó en defensa propia. Además a ella le ha parecido bien que vaya y está encantada. Hace mucho que no nos vemos.
- Hay muchas formas de actuar y si lo hizo de esa manera es porque la sangre de asesina le corre por las venas.
- Me parece muy bien que defiendas a tu hermano, pero eso no te da ninguno derecho a llamar asesina a la tía. De verdad no sé para qué te digo nada.
- Vete con ella... pero si vienes manchada de sangre no pienses que te atenderé.
Esas palabras son fuertes para que fueran pronunciadas por una madre. Decidí dejar de comer y salir a que me diera el aire. Tantos momentos deseando que llegara el verano, y no ha podido empezar peor. Me tumbé en una hamaca para ver si me relajaba. Desde pequeña me encantaban. Jugaba con mi prima a ver quién daba más fuerte, hasta que un día la hamaca se desenganchó y terminamos en urgencias por rotura de húmero.
Volviendo a donde estoy, me quedé reflexionando sobre la conversación que había tenido con mi madre. Ah bueno, vosotros no sabéis la historia. Perdonadme. Mi tío era un maltratador psicológico y verbal que tenía a mi tía ahogada en la más absoluta miseria. Un día, mi tía se armó de valor y decidió vengarse: esperando a que mi tío volviera a emprender su fuerza contra ella, mi tía Venus tomó la pistola y apretó el gatillo. Fin de la historia. O por lo menos es así como me lo habían contado.
Mi madre defendía a su hermano pese a ser un espécimen indeseable. Era obvio que no le hacía ninguna gracia que yo fuera con mi Tía Venus. Yo ya tenía 20 años y ya podía hacer cosas por mi sola, sin prohibiciones.
Decidí ir a mi cuarto a preparar las maletas. Mientras ponía la ropa, sonaba la canción Una vaina loca, de Fuego. Cuantos recuerdos de mi preadolescencia. A mi querido amigo Ander le flipaba esta canción. Desgraciadamente un día desapareció sin dejar rastro, de manera misteriosa, y desde entonces no sabemos nada de él. No sabéis cuánto le echo en falta. Todos los días pido por él y que esté bien, y que ojalá en algún momento volvamos a estar juntos. Era mi mejor amigo y no tenerlo fue un shock para mí. Tres años después seguía anhelando su sonrisa, sus tonterías... estaba enamorada de él y nunca pude decírselo.
Hice las maletas y me dispuse a salir de la casa. Mi madre, de repente, me cerró la puerta:
- Hija, ¿estás segura de lo que vas a hacer?
- Mamá, ella no fue culpable de nada. Es lo que habríamos hecho cualquier de nosotras si estuviéramos en esa situación. Si no lo quieres entender no lo entiendas.
- Yo solo digo que como te toque tan solo un pelo, voy y acabo de rematar la faena.
- ¿Como que rematar la faena? ¿Qué quieres decir?
- Nada, Rita, nada. Vete ya. Te quiero y escríbeme todos los días. Por favor.
Cerré la puerta y por fin veía que el verano iba a ser prometedor. Con mi tía siempre lo he pasado muy bien, excepto cuando llegaba mi tío que amargaba a todo el que estaban presente. Por suerte ya no está.
Seguía pensando. ¿Qué habrá querido decir mi madre con rematar la faena? Lo mejor sería no pensar y vivir el momento de gloria y Libertad.
Eran las cuatro y media de la tarde. Caminaba observando lo bonita que eran las flores de la avenida central. Y, además, desprendían un olor magnífico. Mientras pensaba en los planes que haríamos juntas, oí un coche que se acercaba por mi lado de manera extraña. Se paró a mi lado...

AbracadabraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora