Principios.

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No sabía a quién se estaba enfrentando. Un bar lleno de gente sobrenatural y tenía que ir a tocarle las narices a ella. Mala decisión, chico. La copa de Lizz estaba derramada por el suelo y su nueva chaqueta, su cara permanecía imperturbable, pero sus ojos decían de todo menos eso. El chico que la había tirado sonreía con suficiencia, como si su condición le convirtiera en un dios y el diablo le llegara a los tobillos. Yo solo quería una noche tranquila, algo de alcohol y brindar por una nueva etapa en Green Ville.

Pero iba a ser que no.

Lizz, con una breve mirada, me dejó clara su decisión. Marqué la palma de mi mano con las uñas y escasas gotas de sangre acompañadas de un pequeño escozor cayeron. Recogí con ella la mano derecha de Lizz y besé ligeramente sus nudillos manchando su palma. Me fui y me senté en una de las mesas más alejadas. Aquel bar estaba distribuido entre una zona de baile, mesas con sofás circulares incrustados en la pared y una larga barra. Sentí como mis fuerzas iban menguando poco a poco, la copa que llevaba en la otra mano se percibía más pesada y mis piernas se resentían con cada paso.

Comprendía que no estaba bien que me utilizara como punto de poder, sobre todo en sus condiciones y la verdad, Lizz no aguantabaprecisamente el alcohol, pero peor era interponerse en su camino. Así que dejé que mi cuerpo empezara a enfermar por la extracción que la hacía más poderosa. Se iba a armar buena y yo con la copa a medias. Joder. Vi como Lizz sonrió, se acercó a aquel gilipollas que iba de sobrado y con un solo toque lanzó al chaval a través del establecimiento chocando, al final, contra la pared.

Varios hombres se levantaron de las sillas de la barra y convirtieron sus ojos en terribles pozos negros. Un gruñido generalizado se extendió por el local yLizz se creció, sabía que no era bueno, pero prefería no tener que actuar y pasar desapercibida. Que alguien como yo saliera del anonimato solo creaba más problemas y con sinceridad, estaba harta de limpiar desastres. Una media sonrisa se manifestó enLizz y con un giro de muñeca apareció el hígado del chico, aún clavado en la pared.

Gritos desgarradores acallaron la música durante unos segundos, seguidos por gruñidos de aquellos que se habían levantado anteriormente. Con otro giro de muñeca les rompió el cuello a todos aquellos que empezaron a molestarla, un sonido seco, que sonó como otro efecto de la música que resonaba por los altavoces.Lizz se acercó, cautivadora y desafiante, a un incrédulo muchacho todavía clavado y junto su mano, con el caliente hígado, a la palpitante herida. Sus labios rozaron de forma dulce el oído de su penoso contrincante y susurros se escurrieron de la boca deLizz.

Si se hubiera visto solamente aquel momento, parecería que eran amantes a punto de enrollarse en los cuartos de baño, exceptuando claro la cara de horror de su sangrante compañero. Su cuerpo cayó de golpe a los pies deLizz y su mano rozo los labios de él, dónde había estado su estúpida sonrisa. Sus piernas se alejaron de aquel cuadro para volver a la barra y mientras le veía pedir otra copa igual que la anterior. Sentícomo nuestra conexión se rompía, la pesadez se evaporaba como sinunca hubiera estado y el peso de mi propio alcohol volvía a ser ligero, cual pluma.

Lizz se sentó a mi lado con una sonrisa dulce y mi expresión siguió estática.

—¡Venga ya! Sé que te has divertido, no pongas esa cara y brinda conmigo por un principio por todo lo alto— dijoLizz con diversión.

Alcé mi vaso sin mediar palabra, acabe lo que quedaba de un trago y me levanté a la búsqueda de algo a lo que hincarle el diente.

Bite Me Love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora