Los Dulces No Son Para Todos

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El día comenzó un poco anormal para cierto rubio de ojos miel. Aquello había sido por su cumpleaños.

Al bajar las escaleras su madre le había esperado junto a Kazuka con un pequeño pastel para el desayuno. Algo pequeño por el poco tiempo que tenía antes de ir a clases; pero bastante lindo y ameno.

Comenzar con aquel dulce pastel le había hecho el día. Sólo esperaba que no se amargara en clases.

El problema no era que sus amigos no se acordarán de su cumpleaños, temía que cierto chico de cabello azabache se acordará de este. Tenía el presentimiento que el otro haría lo posible para meterlo en alguna pelea y así que no pudiera llegar temprano a casa.

Al llegar al salón, Shinra y Kadota estaban hablando; sin embargo más parecía que Kadota estaba soportando a Shinra y sus burradas.

La expresión algo cansada de su amigo se lo decía; había veces que Shinra llegaba  cansar cuando se explayaba con cierta cosas.

-¡Ah! ¡Shizuo! ¡Feliz cumpleaños! – Saludo algo efusivo el de lentes al rubio cuando lo vio. Casi lanzándose encima del otro, aunque de manera rápida fue esquivando por el de ojos miel.

-Gracias, pero no me abraces –

-Shizuo… eres cruel… - Lloriqueo desde el suelo el castaño. Como siempre dramatizaba un poco.

-Es raro que te hayas acordado ¿Celty te lo recordó? – Indagó Kadota mientras se acercaba a esos dos. Sabía que el de lentes era despistado, lo más probable que la chica que vivía con este se lo haya recordado.

-No, claro que no. Puedo acordarme de los cumpleaños de mis amigos sin que ella me lo recuerde – Shinra se levantó del piso y se arreglo los lentes al decir lo último, mostrándose confiado y orgulloso de eso; pero por alguna razón ninguno de los otros dos le creía.

-Dejando eso de lado. Shizuo feliz cumpleaños – Una leve sonrisa se dibujo en el rostro de Kadota; a diferencia del chico de lentes, él era mucho más respetuoso con el espacio personal de otros.

-Gracias Kadota… hoy les pediré un favor, si llega la pulga no hablen de esto. Se que hará todo para arruinarme el día, y de verdad espero que no lo recuerde – Aunque con Izaya nada se sabía. El azabache tenía bastante información y sabía que lo más probable que el otro estuviera enterado de cuando era su cumpleaños; pero deseaba que no se acordará.

-Claro, claro. Como digas… pero lo más probable es que ya lo sepa – Shinra soltó una risita algo nerviosa por eso. Todos sabían que aquel azabache era demasiado bueno para sacar al rubio de sus casillas.


Lo realmente extraño de esa mañana era que el azabache no mostró su cara por el lugar. Fue demasiado extraño el no verlo molestando; no era raro que el otro se saltará una que otra clase, pero aparecía antes de entrar a estas al menos un rato a molestarlo.

Había una calma tan extraña que se sentía intranquilo y molesto. No entendía aquella sensación.

Al llegar la hora de almuerzo se dispuso a buscar lo que su madre le había dado.

-Que raro que Izaya no haya aparecido… ¿estará enfermo? – Preguntó Kadota mientras miraba a Shinra, en tanto esté solo se encogió de hombros.

-¿Él enfermo? No lo creo – Soltó con una risita mientras miraba al otro – Más bien se habrá enterado del cumpleaños de Shizuo y le habrá querido regalar todo un día sin su presencia – No pudo evitar el bromear con eso el de anteojos. Era muy improbable aquello, ya que Izaya tenía una extraña obsesión con hacer enojar al otro.

Y no se equivocaba.

Shizuo parecía rebuscar algo en su bolso sin éxito, hasta que palo algo extraño dentro de este y al sacarlo se pudo dar cuenta que era un sobre.

Allí estaba el porqué de esa intranquilidad que tenía. Escrito sobre el sobre estaba aquel estúpido apodo que le decía la maldita pulga una y otra vez. Un gruñido salió de sus labios mientras fruncía el seño en claro enojo. Poco a poco su paciencia se iba acabando.

Al abrir aquello se dio cuenta que venía un llavero y una carta.

“Shizu-chan si quieres recuperar tu dulce, ven a la azotea. No demores. Sino quizás termines sin probarlo~

Y eso sería una lástima ♥️

                                       Izaya~”

Arrugó la carta enojado para lanzarla y luego salir corriendo con dirección a la azotea. En tanto sus amigos solo pudieron suspirar por aquello; no podía faltar que esos dos se pelearán.

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Cierto azabache de ojos rojizos estaba sentado en una de las mesas de la azotea. Usaba una bufanda de color rojo sobre su cuello y un abrigo de color negro. Era enero y aunque había sol, las temperaturas tendían a ser un poco bajas al ser invierno.

Tenía un poco de pastel en la boca, había sido tan fácil robar aquello del bolso del otro.

-Como quitarle un dulce a un niño – Soltó una risita por aquello; no hace mucho que había tocado el timbre anunciando el almuerzo. Ya veía a la bestia buscando aquel pastel dentro de su bolso.

Solo pudo reír ante ese pensamiento. No podía evitarlo. Había aprovechado la hora de química para meterse al salón y robarlo.

Cerró los ojos mientras volvía a meterse otro pedazo de pastel a la boca.

-“demasiado dulce”- Era muy empalagoso para su gusto. No entendía como a aquella bestia le gustaba.

Un sonido metálico se hizo escuchar. Eran las pisadas de alguien subiendo la escalera. Y la puerta siendo azotada.

-¡TÚ!... ¡MALDITA PULGA! ¡¡ESE ES MI PASTEL!! – El rubio furioso había aparecido frente a él.

Incluso si tenía una bestia furiosa frente a él, como todo un suicida que vea un león frente a él. Le sonrió de manera juguetona. Y como si tentara a la suerte, o al león mostrándole un filete. Volvió a comer un poco de pastel.

Tan rápido como hizo aquello, fue con la misma velocidad que lo estamparon a la mesa donde había estado sentado.

-Maldita pulga ¡TE MATARÉ! – Gruñó entre dientes el rubio mientras le miraba con odio.

Por primera vez, salieron las cosas como las planeo… o al menos hasta ese momento.

Al tenerle tan cerca, viendo aquello ojos color miel que tanto odiaba. Esas muecas del otro que le hacia divertir. Con un movimiento suave y delicado aso tomo las mejillas cálidas del otro con sus frías manos. Acerco su nariz algo roja por el frío a la del otro…

Y robo algo más que un dulce…

Robo algo más que un tonto dulce al juntar sus labios con el otro. Veía los ojos del otro. Aquellos ojos color miel completamente descolocado.

-“oh…  interesante” – Pensó. Por primera vez veía aquella mirada en los ojos del otro. Tan diferente…

Llevó sus manos a la nuca del otro y de un arañazo le sacó un quejido. Aquel quejido que le dejó adentrar su lengua y aquel pedazo de pastel que tenía en su boca.

Así estaba mejor. De esa manera podía quitar aquel feo sabor empalagoso de su boca.

Cuando se quedó sin aire se separo de los labios del otro, dejando un pequeño hilo de saliva uniendo sus bocas.

-Ah… Necesitaba algo amargo para sacarme ese molesto sabor dulce Shizu-chan~… y no hay nada más amargo que un beso de tu enemigo – Soltó entre risas el azabache viendo como el rostro el rubio tomaba de apoco un color rojo.

¿Irá? ¿Vergüenza?... Quería saber que sentía el otro en esos momentos. No le importaba quedar con un brazo roto por aquella travesura.

-Mmm…  ¿sabes Shizu-chan?... Pensé mucho en tu cumpleaños…  pensé e  tantas maneras de jugar contigo y regalarte algo… - Hizo una pequeña pausa mientras juntaba sus frentes sintiendo la fría brisa. Era emocionante ver al otro sin habla, quería mucho más de eso. Quería hacerlo enojar también.

-… Decidí que el mejor regalo que podía hacerte era un beso~… después de todo. Que yo sepa no habías dado tu primer beso – Soltó de manera algo cruel mirando al otro. Mientras poco a poco volví a unir sus labios. Había visto la ligera molestia en las facciones del otro y ya esperaba el golpe.


Pero…


Las bestias nunca se comportan como uno lo quiere. Así son los animales salvajes. Así es Heiwajima Shizuo.

Y al unir los labios con el rubio, esta vez fue él el que se llevó la sorpresa cuando el otro paso una manos por detrás de su cabeza y profundizó el beso metiendo su lengua en su boca.

No se lo esperaba. Pensó que lo golpearían, pero ni pasó. Su corazón se aceleró, mientras poco a poco cerró sus ojos dejándose llevar por aquel beso que marcaba el otro. Ambos se dejaron llevar en ese beso apasionado.

Al quedar sin aire se miraron… el color rubí contra el dorado. Ambas con la respiración agitada y con pensamientos confusos y enmarañados.

-Shizu-chan… - Soltó de manera leve el azabache con las mejillas sonrojadas.

Por mala suerte para ambos aquello no duró tanto como quisieran; o quizás los ayudó a no tener que tragarse solos la incomoda situación luego de aquello.

Los pasos en la escalera los alertaron haciendo que se separaran rápidamente.

-¿Heee? ¿Cómo que Izaya sigue vivo? – Indagó Shinra al llegar a la azotea, venía junto a Kadota para asegurarse que al menos esa vez no se mataran. No querían que su amigo se fuera preso por matar a alguien.

-Decidí que por hoy no lo mataré. Total mi pastel estaba bien – Dijo el rubio sentándose en las bancas tomando el tenedor con el que el azabache anteriormente había estado comiéndose su pastel.

-No puedo entender como a esta bestia le gusta algo tan empalagoso. – Algo molesto en azabache se levantó de allí para dirigirse a la puerta de la azotea. – Iré a buscar un café, quizás vuelva – Al terminar de decir aquello desapareció del lugar. Tenía suerte de usar la bufanda para tapar aquel tono rojizo de su rostro.

Al llegar al último escalón miro unos momentos hacia atrás.

-Feliz cumpleaños, Shizu-chan~… disfruta este día, porque nada cambiará – Ya más tranquilo se fue tarareando y saltando por el pasillo.

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Notitas:

Aún es es 28 así que feliz cumpleaños Shizu-chan. Y también es el cumpleaños del seiyuu de Izaya >w<

Algo que hice a la rápida, pero aún así tiene amor~


Feliz cumpleaños bestia (one-shot) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora