Esta es la pequeña historia de una persona mas, Keyla. Ella tiene 19 años, es una universitaria de metro sesenta rubia de ojos azules como su padre, es preciosa.
- Dos llamadas perdidas, ¿que querrá ahora? - Se pregunta a si misma tras acabar de resumir el ultimo tema y mirar el teléfono desde la universidad.
- Al fin me lo coges hija - Suena la voz de su padre al otro lado del teléfono.
- Lo siento, estaba terminando el ultimo tema del examen de la semana que viene, ¿que pasa papá?
- Voy a por ti, tardo 15 minutos, llueve mucho y es muy tarde, te quiero pequeña...
Pasada media hora Key, así la llamaban sus amigas, es recogida por su madre, rota, llorando sin poder decir una palabra.
- Mamá, ¿qué pasa? - Le pregunta Key asustada.
- Es papá, ¿Kai, por qué? ¿por qué te has ido? - Tras un largo silencio entre sollozos consigue decir esas palabras.
- Mamá, ¿de qué hablas? ¿qué le ha pasado a papá? - contesta entrecortada Key.
A lo que la madre con la voz temblorosa le narra lo ocurrido.
Kai, era el apodo que ellas le tenían a Lucas, murió de camino a la universidad, con la lluvia y la niebla no pudo ver que un coche en dirección contraria iba a acabar con su vida, y la de su familia.
A la mañana siguiente, Key se despierta en el hospital, tras un cuadro de ansiedad que ni los médicos sabían como actuar, es solo una cría de 19 años se decían entre ellos, mientras que intentaban calmarla con sedantes.
- ¿Qué... qué ha pasado, dónde estoy mamá? - Pregunta Key desorientada.
- Ay... mi pequeña, me tenias asustada, te dio un ataque de ansiedad muy fuerte y llevas ingresada toda la noche, pensé que te perdería a ti también.- Le dijo su madre, Amanda, entre sollozos, se le notaba que no había dormido nada.
Salieron del hospital tras recibir el alta, en absoluto silencio hasta que una de las dos, decide romper el ensordecedor ruido del dolor.
- Mamá, ha sido mi culpa, lo siento – Repetía una y otra vez Key entre lagrimas.
- Cielo, no, no digas eso, no tienes culpa de nada – El intento de consuelo fallido de su madre se repetía hasta la saciedad.
En el taxi de vuelta a casa, iban destrozadas, no paraban de llorar, y todavía no había pasado lo peor.
Key dejó la universidad, no era capaz de volver sin que todos los recuerdos la atormentasen, por la contra su madre seguía luchando como podía en el trabajo, acababa de terminar su baja de dos meses para poder arreglar todo el papeleo judicial, ir al entierro e intentar que Key saliese de casa.
- Key cielo, llevas encerrada en tu habitación sin salir y apenas comiendo dos meses, tu única salida a la semana es a por tabaco, sabes que odio que fumes en tu cuarto – Le decía la madre una y otra vez muy preocupada, pero nunca obtenía respuesta.
Amanda intento buscar ayuda por todas partes, no sabía a quien ni como recurrir, pero el colmo fue cuando entró al cuarto de Key y la vio, 6 meses después de la muerte de su padre, desfallecida en el suelo, con una botella de Ginebra y una cuchilla al lado. Sintió como su alma se rompía.
- Key, Keyla – Gritaba mientras llamaba al 112
- Ma... mamá, lo siento – decía mientras le costaba mantener los ojos abiertos, llena de sangre.
Al fin llego la ambulancia, y dentro se hallaba Alexander Cooper, director de un psiquiátrico muy conocido de la ciudad.
-Señorita Amanda, me gustaría poder ayudar, estaba de guardia en el hospital como voluntario al recibir la llamada de auxilio de usted, me llamó la atención es muy joven, y decidí mirar su historial. - Así se presentó Alexander, tan respetuoso y decidido que Amanda se quedó sin palabras
- ¿Pe... pero quien es usted? - Dijo al final abrumada por su fuerte voz y su gran atractivo.
- Disculpe señorita, no me he presentado, soy Alexander Cooper, director y médico del Psiquiátrico La Luz, y hemos visto que es necesario ingresar a su hija, si usted lo desea – contestó el señor Cooper
- Si esa será la solución, adelante. - Dijo firme y serena la madre, con un brillo especial en los ojos que hacía tiempo no lucía, se notaba que tenía esperanzas.
YOU ARE READING
Keyla
Short StoryKey es una chica de 19 años, a la cual su vida le va cambiando por día.