parte única

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Park JiMin era un omega bastante dulce y trabajador, nunca había tenido problemas con nadie, trataba de llevarse bien con las personas que conocía y, sin quererlo, estas siempre terminaban adorándolo.

JiMin era propietario de una pequeña tienda de plantas en una calle tranquila de Seúl, tenía cualquier planta que uno pudiera imaginar en su vivero, sin embargo lo que más le apasionaba eran los pequeños cactus que venían en pequeñas macetas de colores, adoraba sus formas y características, le parecían tan hermosos pero a la vez peligrosos pues las múltiples espinas que los rodeaban se le habían encajado en sus manos muchas veces, aún así JiMin seguía adorando los cactus.

Eran cerca de las ocho de la mañana cuando JiMin se dirigía a su negocio, saludó como siempre a la señora de la cafetería y siguió derecho.
Abrió el candado de la puerta principal, sonrió ampliamente listo para hablarle a todas sus plantas de la forma cariñosa en que siempre hacía, sin embargo su sonrisa se desvaneció cuando entró; todas sus plantas estaban regadas por el suelo, aplastadas y muertas, JiMin corrió hasta la parte trasera y observó con pesar que la puerta de atrás estaba forzada, todos sus pequeños cactus fuera de sus macetas y molidos contra la porcelana del suelo.

—¿Quién hizo esto? — se preguntó con la voz temblorosa —Mis bebés, mis bebés.

El omega se tiró sobre el suelo y rompió en llanto, podían llamarlo ridículo pero para JiMin esas plantas lo eran todo, cuidar de ellas le había salvado de una depresión tremenda y ahora verlas de ese modo le estaba partiendo el corazón.

No entendía quién podía ser tan desalmado para poder hacer algo como aquello ¡Eran plantas, carajo! No le hacían ningún mal a nadie y ahora sólo venían y se las mataban así como así.

—No ¿Por qué? Mis bebés.

Se quedó tirado en el suelo mientras abrazaba con dolor las macetitas vacías, poco le importaba si las espinas estaban clavándosele en los brazos, él estaba demasiado triste en ese momento.

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Min YoonGi era un alfa bastante perezoso, algunas personas pensaban que era malhumorado pero eso sólo se debía a la cara de sueño que se cargaba todo el día, la verdad era que YoonGi solía ser bastante alegre y muy amable, simplemente no se encargaba de romper aquella imagen que todos tenían sobre él pues en algunas ocasiones le funcionaba.

Tenía un restaurante-bar justo en la acera frente al vivero de JiMin, era bastante concurrido y tenía excelentes críticas así que YoonGi estaba seguro de que estaba haciéndolo muy bien, sin embargo la mejor de las recompensas era poder mirar al omega que le traía loquito durante todo el día.
Podía verlo regar las plantas y sonreír a sus clientes de esa manera tan bonita que sólo el sabía.

Desde hacía un tiempo YoonGi había estado intentando invitar a JiMin a una cita, sin embargo siempre terminaba arrepintiéndose por ello y volviendo a su local con lo que sea que llevara aquél día para conquistarle. La última vez había sido un trozo de pastel de zanahoria, mismo que el mejor amigo de YoonGi, Jung HoSeok, había terminado por comerse.

Aquél día finalmente se había armado de valor y decidió hacerlo antes de incluso abrir el restaurante, no podía aguantarse más y es que el suave aroma a galletas de canela recién horneadas que desprendía el omega le tenía enamorado, YoonGi sólo quería olerlo de cerca y sentir el calorcito agradable que el menor tenía; claro que se hablaban pues al ser comerciantes de la misma zona siempre acudían a las juntas que se hacían mensualmente, habían conversado dos o tres veces y eso había bastado para que YoonGi se imaginara una vida entera junto al omega de bonitos labios, se habían vuelto buenos amigos en ese tiempo y de vez en cuando JiMin incluso comía en el restaurante de YoonGi.

Little Cactus ʸᵒᵒⁿᵐᶦⁿ【One Shot】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora