A veces me pregunto qué era lo que fallaba en mi.
Siempre pensé que alguien, en algún lado del inmenso mundo estaría destinado para mí; pero después de ver cómo pasa el tiempo tengo mis dudas sobre las historias de almas destinadas.
Ahora siento que soy como una muñeca de porcelana, recién salida de la fábrica, feliz por ir a una tienda esperando a que una niña la quiera y la compre para jugar. El sentir esa emoción de ser querido cuando llegas en tu cajita a una hermosa tienda donde hay más muñecas de porcelana como tu, cada una tan diferente a las demás pero con ese mismo anhelo de ser queridas; con diferentes vestidos, color de cabello, expresiones, tamaños, color de ojos. Y entonces ves entrando un montón de niñas con ese brillo especial buscando a su compañera de infancia ideal, con la cual compartir tardes de té o juegos de modelaje.
Pero entonces notas que todas las niñas se llevan a las demás muñecas y tu sólo quedas ahí, a un lado, mirando como todas tienen alguien que les haga compañía, alguien que se preocupe por ellas y las quiera. Y te preguntas qué está mal contigo ¿Por qué nadie te ha escogido? Y es ese momento cuando el dueño de la tienda te observa, y pensante “por fin alguien me ha notado”, pero entonces notas el tipo de mirada que te dirige una cargada de compasión.
Una sensación de vacío y tristeza llega a ti, esa mirada no ha sido lo que esperabas ¿Cierto? ¿Qué es lo que en realidad pasa? ¿Por qué me mira así? ¿Algo está mal? Por fin el encargado toma tu caja y dice:
- ¡Uy! Que pena, esta muñeca está fallada.
¿Fallada? ¿Estoy fallada? ¿Qué es lo que va mal conmigo? ¿Es por eso que nadie me ha escogido? Sientes como te levantan y te colocan en una repisa lejos de las demás.
La casualidad dictó que hubiera un espejo delante de la repisa, y entonces lo notas, una rajadura en medio de esa carita de porcelana.
Y piensas: ¿Así que ésta es mi falla? Miras a las demás muñecas y notas que todas tienen la carita perfecta, la mirada dulce, el vestido bellísimo e impecable y el cabello reluciente con tiernas ondas; pero tu tienes esa marca en el rostro, una falla de fábrica, un defecto imposible de reparar.Una falla que todos ven, algo imposible de ocultar aunque lo intentes y que te hace menos que las demás muñecas; que genera que nadie te quiera, que estés sola y abandonada allí.
El tiempo pasa y sigues en la misma repisa, el polvo pronto cubre tu cajita impidiéndote ver con claridad el exterior y es ahí cuando lo comprendes; nadie te va a escoger, eres un objeto fallado, nadie en su sano juicio querría una muñeca rota. Porque es así como estas pero no rota solo superficialmente si no también por dentro, rota en lo más hondo porque nadie fue capaz de ver más allá de esa rajadura, nadie vio cuán especial podrías ser aún cuando tuvieras un pequeño desperfecto.
Nadie se dio cuentas las esperanzas que tu tenías por que te escogieran y nadie supo cuánto lloraste en silencio al verte rechazada por el mundo.Sólo tú sentiste aquellas lágrimas, sólo tú comprendías el anhelo de ser alguien especial y sin embargo no fuiste nada, ni siquiera una sombra que alguien notó por casualidad.
Y solo te quedaste en esa repisa mientras veías, cada vez con menos claridad, como llegaban más muñecas y cuántas personas venían por ellas.
Porque tu nunca tuviste una persona destinada, por que tu simplemente estabas… fallada.