Tenía 8 años, 8 inocentes años. Perdido entre los gritos y golpes en mi casa, sofocado con el maltrato colegial, me eché a andar entre calles que no desconocía. Seguí no una voz, sino una onda que aunque imaginaria, era cálida. El ente, que habitaba en mi cabeza me llamaba y aunque era lejano, sentía su voz cada vez más cercana mientras me acercaba a mi destino. Dentro de poco mi energía se agotó, la gente momentáneamente se quedaba mirándome puesto que mis débiles pasos no se detenían, todo lo contrario; seguían adelante, como un torpe bebé yendo hacia su madre. Mientras mi mirada se desvanecía lentamente, reconocí los rieles que tiempo atrás me habían causado felicidad. Con cada paso que me acercaba a mi meta, la luz volvía a mis pupilas y mis pasos en vez de débiles, se tornaron decididos. Comprendí que no era algo imaginario lo que me guiaba, la calidez que antes creí perdida, volvía en forma de brazos.. brazos que esperaban mi llegada para apoyarme. En mi pecho algo vibraba con cada paso que me acercaba a los rieles, palpitaba como mi cabeza alguna vez palpitó, ahogada. Sentí que envejecí en ese trayecto, al encontrar lo sucedido como algo lejano, dejado atrás como una historia ya olvidada. Fijé de nuevo la mirada en mi camino, dejando que los temblores en mi pecho aumentaran mientras caía en la cuenta de lo poco que faltaba para reencontrarme con la calidez perdida y desconocida. Lentamente mis ojos se comenzaban a cerrar, de a poco una sonrisa comenzaba a brotar, no tan lento se fueron las agitadas contracciones de mi pecho. En mis pies sentí piedras, luego una madera que se hundía por el paso de los años en ella, algo duro hizo que me percatara del metal bajo mis pies y cuando súbitamente me detuve, supe que podía descansar. Los brazos estallaron en una luz que como un foco, me rodeó. Segundos antes abrí mis ojos, ya no sonreía. La sonrisa había invadido mi existencia, acompañada de la luz y la sentía en mi interior. Mi boca ahora simplemente respiraba, y cuando tomé asiento en los rieles, mis ojos volvieron a cerrarse. Sentí que sonreía, pero no con mi boca. Mi mente se dirigió al cielo y mi cabeza le siguió, me sentí vivo. La calidez estaba consumiendo lo último que me quedaba de razón. Un sonido estalló en mis oídos.
Paz.
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Visible Breath
SpiritualBasado en un recuerdo, inspirado por un aire nuevo en mi vida y desarrollado gracias a la influencia de Cortázar y microcuentos varios.