Subió pesarosa el último peldaño de la escalera que le separaba de su habitación. El viejo y sucio suelo de madera se quejaba con cada paso que daba. Que aquella posada había vivido tiempos mejores nadie lo dudaba. Una vez estaba parada frente la mohosa puerta de su habitación busco la oxidada llave que le permitiría entrar entre las escasas ropas que llevaba puestas.
Tiro al suelo el paño andrajoso de lana azul que llevaba por vestido y se aseo como buenamente pudo con el agua que aún le quedaba en el barreño. Una vez se había limpiado los restos del último cliente, se puso el único ato de ropa que aún no le asqueaba ataviarse.
Cogió el candil que tenía sobre su mesa, lo encendió y su tenue luz iluminó la precaria alcoba en la cual estaba viviendo. De un roto del colchón de paja saco un pequeño libro de cuero rojo. Tomó la pluma y prosiguió la escritura de su diario donde antaño la dejó.
"Estoy maldita, como tú. Aunque eso ya lo sabes.
Aun rodeada de una multitud, me siento sola. Nada ni nadie hace que desaparezca esta sensación. Tengo que convivir con este eterno sentimiento de vacío en mi interior. Un agujero en mi alma me devora por dentro y me hace sentir miedo, mucho miedo.
Vendo mis besos y caricias a desconocidos por cuatro monedas cuando cae la noche. Intento llenar mi triste vida con dinero deshonesto y obscenas mentiras, pero lo único que consigo cuando estos degenerados terminan de penetrarme es sentirme más sucia, más muerta. No recuerdo la última vez que me sentí limpia."
Un grito que procedía de la habitación contigua le sobresalto momentáneamente, hasta que se percató que eran los gemidos nerviosos de una primeriza. Recordó su primera vez, sus ojos azules marino brillaron y una lágrima recorrió su mejilla.
"No soy yo solamente. El mundo entero esta maldito, sucio y carente de alma. Este mundo en el que vivimos está lleno de gente cruel sin corazón dispuesta hacer cualquier tipo de atrocidad. Todo tiene un precio para ellos, hasta la vida de la gente si se llegara al caso.
Entonces me pregunto, ¿Tengo que ser como aquellos que me rodean para sobrevivir? No se trata de otra cosa desde que me escape, de sobrevivir. Adaptarme a mi entorno para conseguir vivir un día más.
Nadie me ha preguntado jamás por mi historia. No creo que fuera porque a nadie le importara, es más bien porque creen que ya conocen mi vida. Es fácil juzgar a una puta. Dime, ¿Acaso no has hecho tú lo mismo? Sé quién eres Garbiel. Una puta como yo también ha escuchado historias sobre ti y de lo que eres capaz.
No sé cuánto tardarán en encontrarme, pero sin duda lo harán. No sé qué pasará cuando esto ocurra pero tengo la certeza que no va a ser un final feliz para mí. Puede que intenten llevarme a rastras hasta lo que ellos han atribuido como mi hogar, o simplemente me maten.
Nadie derramara una lágrima por mí.
Espero que estés ahí para verlo y descubrir de que estas hecho en realidad. Ojala supiera que cuando llegue el momento puedo contar contigo. El día que ellos vengan, ¿Serás tú, Garbiel, quién haga lo correcto?
Hace mucho tiempo que alguien pronuncio por última vez mi verdadero nombre. Garbiel, no olvides mi nombre. No me olvides. Cas ..."
No pudo terminar de escribir cuando noto el tacto del frío acero sobre su piel. Un rápido movimiento de la daga degolló su garganta dando paso al caliente fluido carmesí. La sangre escapaba rauda del cuello de aquella pequeña joven sin que esta pudiera articular ninguna palabra de auxilio.
En un vano intento de aferrarse a su vida se agarraba la garganta con sus pequeñas manos para evitar su inminente muerte. El asaltante se agacho junto a ella y limpio el cuchillo con su vestido. No fue capaz de distinguir la identidad de su asaltante ya que sus vestiduras oscuras se fundían con la sombra de su lúgubre habitación.
La muerte se aproximaba mientras se apagaba el ápice de vida que quedaba en sus dulces ojos azules. Borrosamente diviso como su asesino arrojo el candil encendido hacia la cama. En la oscuridad de sus últimos momentos pudo sentir como esa cálida luz brotaba desde el colchón. El fuego se hizo dueño de la estancia, devorando todo cuanto quedaba en aquella habitación, destruyendo así su vida, su esperanza y sus últimas palabras
ESTÁS LEYENDO
La Hermandad © (Work In Progress)
FantasyPuedes llamarlo cazarrecompensas, espada de alquiler o simplemente mercenario, a él le da lo mismo. De sobra es conocido a lo que se dedica y poco le importa lo que opinen de él. Ha vivido lo suficiente como para participar en multitud de guerras...