Desde las Cenizas (Cap. 1)

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I: Cenizas.

Lebron, Esmetia

El calor y el olor a carne quemada le devolvieron la consciencia de un golpe. Se incorporó rápidamente a la vez que tosía. Sus pulmones se llenaban con el aire contaminado por el humo del incendio que se extendía por aquella habitación en cada inhalación que realizaba. Todo cuanto era capaz de distinguir estaba sumido en el abrazo destructivo de las llamas. No tenía mucho tiempo si no quería compartir el aciago destino de la posada donde se supone que iba a pernoctar.

Agarro apresurado su negra gabardina y la bandolera donde descansaban sus armas antes de que el fuego decidiera alimentarse también de ellas. Debía apresurarse o esa noche él también sería parte en el menú de las llamaradas.

Pero esa noche no sería.

Tomo impulso y se dirigió hacia la ventana. Mientras corría hacía esa posible vía escapatoria recordó la obligación de pagar la habitación por adelantado y maldijo su suerte. Al romper el cristal el aire entro súbitamente del exterior, provocando una deflagración que lo expulso de forma violenta hacia la calle. Confiaba en que la altura que separaba su habitación con el suelo no fuera gran cosa, pero el impacto le enseño rápidamente cuanto se había equivocado, como tantas otras veces. Noto como alguna de las articulaciones de sus piernas se salía del sitio que le correspondía, pero no era el momento para quejarse. Se levantó y comenzó a correr como pudo hacia el callejón más cercano. El humo y las llamas de la taberna ascendían en forma de dedos que intentaban agarrar el cielo. Los vecinos y otros curiosos ya empezaban a reunirse en grupos para observar cómo se consumía el edificio mientras otros intentaban en vano apagar las llamas con cubos y calderetas rebosantes de agua.

Una vez que estaba fuera de la vista de entrometidos y fisgones se paró para evaluar la situación al cobijo que le proporcionaba la oscuridad de aquel sucio callejón. Según parecía hacía ya un tiempo que había caído la noche en aquella ciudad de mierda. Recordó cuantas veces se había prometido no volver allí, a Lebron, pero como una mosca, no podía dejar de ir a la mierda. << Esta vez sí que es la última que vengo >> volvió a mentirse mientras se sentaba en los restos de lo que parecía un desvencijado barril de recogida de aguas pluviales, el cual hacía tiempo que había dejado de servir para dicho propósito.

Inspecciono los bolsillos de su gabardina en busca de su faltriquera y tan solo encontró un vacío en el lugar donde se suponía que se encontraba. Aquella ciudad de mierda le había arrebatado demasiado tiempo y dinero. Maldijo a Lukhaa, el gordo tabernero con la cara picada de viruelas, que le había obligado a pagar diez monedas de cobre para hospedarse en la habitación que en esos momentos estaba ardiendo. Lukhaa era un hombre terco y de ojos profundos que desconfiaba de todo aquel que buscaba cobijo bajo su techo, obligando siempre a pagar por adelantado cualquiera de los servicios que pobremente proporcionaba.

-Lukhaa, gordo cabrón, si no estás ardiendo con tu taberna, desearas estarlo cuando te ponga mis manos encima – Grito en forma de desahogo mientras se acomodaba el largo pelo negro que ocultaba la cicatriz que recorría su rostro desde la frente hasta la mejilla. Un parche de cuero negro cubría la zona donde se suponía que debería estar su ojo izquierdo.

De entre los bolsillos de la gabardina asomo un cartel de color ocre. << ¿Por qué aceptaría este trabajo? >> pensó al sopesar el esfuerzo invertido y lo que iba a ganar. En el panfleto se le ponía el precio de dos monedas de oro a la cabeza de Damjan Giaba alias, "El Manso", por los crímenes perpetrados en la zona costera del Aquinal. Damjan estaba acusado de matar, que se tuviera constancia, a unas diez personas. También tenía varias órdenes de arresto por la práctica de brujería y conocimientos de alquimia.

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2016 ⏰

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