Capítulo 7

37 12 0
                                    

Hae Jin

¿Donde diablos está?

No creo que la rata humana lograra ir tan lejos. A esa carcacha que tenía como auto no le quedaba combustible, debió haberse terminado cuando llego a la cuidad... Tal vez.

Aparte... ¿Cuando aprendió la rata a conducir? Nunca le enseñé, y hasta donde yo se, la vieja de su madre no le enseñó. Nunca le preste mi auto, y se supone, la rata no tenía amigos.

Hyung Sik era tacaño con el, no pudo haberle enseñado.... Bah, me da igual.

Llevaba más de de dos horas caminando para llegar a la cuidad. Se suponía que ya debería de estar cerca, pero no veo rastros de ella.

Ví un auto aparcado a un lado de la carretera... Corrí e intente abrirlo, lo cual fue inútil, pues estaba cerrado.

Escuché pasos acelerados y me escondí en el bosque, al lado contrario de dónde provenía el sonido.

Ví a dos chicos correr. Uno tenía cabello rubio y era... Un poco pequeño, el otro tenía el cabello castaño casi llegando al negro.

Ajá, me da igual.

Los vi subirse a su auto e irse rápidamente sin dejar rastro... Raros.

Salí de mi escondite, o lo que sea que sea, y seguí caminando por donde se fueron los dos chicos.

Hubiera seguido mi camino, así bien campante, pero escuché como decían mi nombre...

Y yo, todo extrañado, gire a ver quién era quien me llamaba.

— Uuff, cuánto tiempo, Park. — Nos acercamos mutuamente hasta dejar solo un metro de separación.

— Lo mismo digo, Park. — Nos miramos burlonamente, pero el cambio su mirada a una neutra. Lo miré con una ceja arqueada, dando a entender, que no entendía ni una mierda.

— ¿Viste a los dos chicos que salieron del bosque?

— Si. ¿Acaso los conoces? — Comenzamos a caminar. Lento, sin preocupaciones.

— Conocen a JiMin.

Oh, no. Señores. Nadie se debía ni debe enterarse de mi pequeño.

— ¿Lo lograron ver?

— Solo uno de ellos.

Apreté mi mandíbula y no dije más. Necesitábamos encontrar a esos chicos cuanto antes.

— Estás rojo. — Hablo Hyung Sik, después de varios minutos de silencio.

— No.

— Se te marca la vena del cuello.

— No. — Dije un poco más enojado.

— Tienes el ceño fruncido.

— Si, pero de furia. Nadie debe saber acerca de JiMin. Y ya, de verdad. ¡Deja de hablar! No creas que no estoy enojado contigo. Te di un solo trabajo, y lo hiciste mal. — Si, si. Explote

— Yo cumplí con lo que me tocaba. El lograr que nadie se enteraran no era parte del trato.

— Respétame mocoso, sé que no quieres que se enteren de eso.

— No tengo porque, el hecho de que seas mi padre no influye en todo lo demás. Ni conmigo, ni con los otros seis. Yo no recuerdo y tú no recuerdas, ¿Está bien? — No lo miré en ningún momento, ambos sabíamos que tenía razón.

— ¿Qué hacias aquí? Parecias drogado vagar por la calle. — De verdad...

— ¿Podrías callarte?

JiMin...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora