Vamos a Mazamitla...otra vez
Recuerdo que fue todo un fin de semana. Iríamos a las fiestas del pueblo de la madre de Cihualpilli, cerca de Mazamitla. Se suponía que iríamos varios del EDBOAL, pero al final sólo fuimos Indra y yo.
Claro que la madre y hermana menor de Cihua fueron. Al llegar al hotel, la habitación sólo tenía dos camas. Y al principio la madre de Cihua medio se negaba a que yo durmiera con dos mujeres, pero Cihua le recordó que soy gay y pues se lo dejó pasar.
Los tres jóvenes íbamos con la intención de encontrar algo con que relajarnos un poco ese fin de semana. Ir a tomar, conocer un poco más el pueblo, etc.
Pero el primer día nos fuimos al pueblo de la madre de Cihua. Eran las fiestas tradicionales y pues habría baile en el quiosco, todo el mundo podría beber allí en la zona pública, habría algunos juegos mecánicos y música de banda por todos lados.
Cihua me había dicho que estaría un amigo suyo gay. Y que me lo presentaría. Al final nomas nos aludamos y ya. Ella medianamente se enojó pero luego entendió que pues es un pueblo y su compa no se mostraría tal cual es. Indra y yo nos subimos a un juego mecánico llamado: Las tazas locas. Dimos varias vueltas esperanfoa. que el alcohol no nos hiciera una mala jugada y terminar vomitando todo. Por suerte no paso. Luego Cihua y yo fuimos a los Carritos chocones. Ella estuvo encimismada en chocar con una de sus primas. La chiquilla apenas y tenía doce años. Bailamos un rato. Terminé sacando a bailar a todas. A la madre, a las hijas y a la amiga. Estaba cansado.
Como nos fuimos hasta que se acabo todo. Pues tuvimos que esperar como una hora para que pasará el camión de regreso a Mazamitla. Estábamos casi con hipotermia y eso que llevábamos ropa caliente.
En cuanto llegamos al hotel, nos dejamos tumbar a la cama. Claro cada quien con pijama.
Al siguiente día. Nos fuimos de aventureros al bosque que está cerca. En donde hay una cascada muy bonita y tranquila. La madre de Cihua no quiso ir, por problemas en las rodillas. Así que nosotros cuatro fuimos con la intención de poner a prueba nuestras capacidades físicas.
Como Cihua no recordaba para donde era, dejamos que un perrito nos guiara. Al principio lo tomamos en broma. Pero al final sí nos estaba guiando a la entrada del bosque. Fue muy divertido y extraño, pues en cuanto nos dejo cerca de la entrada se fue corriendo y ya no lo volvimos a ver.
Como el bosque es un lugar turístico, nos encontramos con mucha gente, subiendo y bajando el sendero. Al principio la bajada la vimos fácil, pero yo sabía que la subida sería un infierno. Y no creí que fuera tanto.
Duramos como dos horas para llegar a la cascada, pues hacíamos paradas para tomarnos fotos, acariciar caballos o ver al guapo conductor del camión que los acercaba mas rápido a todos a la cascada.
En fin, la cascada ya no soltaba tanta agua como nos lo había dicho Cihua. Pero igual se veía hermosa, un lugar muy fresco y tranquilo. Con agua fría y una calma que te hacia sentirte uno con la naturaleza.
Al irnos de regreso, quisimos esperar a que pasará el camión, pero no venía, se hacía fe noche y pues no queríamos que nos agarrara la oscuridad en ese lugar. Y yo no llevaba mi cuarzo, porque no quería que se me perdiera.
Así que nos fuimos caminando de regreso. Meshi, la hermana de Cihua, se había doblado el tobillo, así que nos parábamos casi cada cien metros a descansar, lo cual nos estaba atrasando mucho.
La noche nos agarró a medio camino. No se veía nada, y el bosque comenzaba a mostrar su otra cara. Se sentían muchas energías, demasiadas. Eran demasiadas para mí. Tantas que Cihua me prestó su cuarzo, hasta ese punto puede sentirme mejor y pude proteger a todos de lo demás.
Llegamos a la entrada y el peso del bosque se estaba quitando de nuestras espaldas. Estábamos tan exhaustos, por proteger a las chicas que casi me desmayo. Pero no. Agarramos un taxi y nos fuimos al hotel.
Descansamos un poco y luego nos fuimos de vuelta a las calles del pueblo, a buscar algún bar. Terminamos por salir con otros dos tipejos ya grandes y fuimos a su cabaña, al parecer se querían tirar a Cihua pero ella los mando a la...muy lejos.
Lo chistoso es que mis amigas me querían ayudar a acostarme con alguno de ellos dos, pero yo sabía que no iba a suceder eso. Y bueno, las consecuencias sólo fueron caminar de vuelta al hotel y tener que dormir en medio de dos muchachas que son muy friolentas.
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Esto: Es mi VIDA
Non-FictionEs mi quinto semestre en la universidad. Ya no soy parte del Pastiche. Ahora tengo otros amigos. Regreso a ser quien era. Y a ver que pasa, de ahora en adelante. Continuación de: Pastiche - El otro lado de Sili.