Sus ojos se abrieron con suma pesadez. Sus orbes azules, trataban de acostumbrarse a aquella claridad. A aquél cuarto tan blanco, blanco. Totalmente blanco, como si se tratara de una sala de hospital. ¿Estaba en un hospital? No, claro que no. La cama era demasiado mullida para estar en uno de esos lugares. Le dolía la cabeza, palpitaba debido a la gran cantidad de alcohol ingerida aquella noche. Decidió mirar a su lado por mera curiosidad, encontrándose con una cabellera negra, color contradictorio a aquella habitación. ¿Quién era? Trató de incorporarse, sin embargo al hacerlo, notó un tirón en su cuello. Tosió al notar el aire faltarle debido a la cadena. ¿Estaba encadenado? Llevó una mano a su cabeza, ¿Qué mierdas pasó anoche?
—Oh, parece que ya despertaste —Dijo con curiosidad aquel hombre, quien se giró a verle con una sonrisa coqueta. —Buenos días, hermoso —Saludó mientras acariciaba el desnudo cuerpo del más bajo.
El de ojos azules, le miró en silencio. Nuevamente se emborrachó y acabo en la cama con uno cualquiera. Suspiró. — ¿Puedo saber el nombre de mi amante y porque tengo una cadena en mi cuello?
Una suave risa escapó de los labios del contrario, quien le quito aquella cadena. Besó su cuello con suavidad, lo que hizo al joven estremecerse. Le miró con sus penetrantes ojos azules, que hicieron que una sonrisa curvara los labios de aquel hombre moreno.
—Ogai Mori. Solo dime Mori —Dijo con una sonrisa.
—Bien, Mori —El pelinaranja sonrió con coquetería. — ¿Me dirías como acabamos aquí? —Preguntó con una suave voz, para colocarse sobre el hombre, esta vez se le fue de las manos, ¿Cuántos años podría tener? Rodeo el cuello del nombrado Mori con sus brazos. Ya que estaban allí, quería recordar como follaba aquel hombre. Después de todo, ya se habían acostado anoche
— ¿No te lo imaginas? Veo que eres una mercancía muy cotizada, pequeño —Respondió observando sus movimientos. Deslizó sus dedos sobre la suave piel del más joven, acariciando su pecho y bajando a su abdomen. Acercó su boca al cuello de aquel pelinaranja, mordiéndolo con deseo. —Estabas en un prostíbulo, meneando tus caderas mientras servías aquellas copas de contenido dudoso, haces mezclas muy raras. Te llamé y te indique que sentaras tu culo de puta en mis piernas. Y obedeciste como una perra.
—Sí, me sé el proceso. Los capullos como tu suelen caer rápido a mis provocaciones. —Dijo con una sonrisa, relamiéndose los labios. Llevó las manos de su captor a su cintura, mientras que él se dedicaba a lamer y morder el cuello del más alto. —Espero que pagases bien por tenerme una noche, mi trabajo solo es ser camarero —Dijo con una sonrisa, mientras comenzaba a besar su pecho.
—La suma suficiente para tenerte por la mañana también. Pero antes de que me comas la polla, ¿Tú nombre? —Preguntó coqueto, viendo a aquel dios de cabellos naranjas bajar de forma erótica y lenta por su cuerpo.
—Nakahara Chuuya —Fue su corta respuesta. El más bajo destapó al hombre, para reír algo. Siguió bajando sus besos, lamidas y mordiscos por el cuerpo de Mori, mirándole con sus ojos azules que se fijaron en los rojos de su amante. No solía acostarse con hombres maduros, pero por esa vez lo dejaría pasar. Empezó a lamer el pene, desde su base hasta su punta, dando suaves mordiscos y succiones en la cabeza de su pene.
El menor hacía un movimiento lento, lento y tortuoso. Lento y placentero. Su lengua no dejaba ninguna parte del miembro del moreno desatendida. Lamía, mordía, succionaba y hacia al moreno gemir de forma ronca y placentera. Chuuya lo sabía, que hacía buenos orales. Que su lengua los hacía perderse de placer. Pensaba seguir torturando a ese hombre un buen rato más, pero sus planes se vieron frustrados cuando este tiro de su cabello, obligándolo a meterse toda su polla en la boca, incluso llegando hasta lo más hondo de su garganta. Haciéndole atragantarse un poco.

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No más oportunidades.
FanfictionChuuya no iba a confiar mas en Dazai. Deseaba que desapareciera de su vida, no quería volver a darle otra oportunidad. No después de que pisoteara sus sentimientos como si fuesen basura, no después de que malgastó todas sus oportunidades. Dazai sin...