—Tara, es hora de levantarte.
La luz me pego a la cara, ocasionando que abra los ojos y los cierre nuevamente por la intensa luz del sol; cubrí mi cara con las sabanas.
Cerré mis ojos nuevamente para dormir de nuevo, lo estaba logrando hasta que un grito me interrumpió.
—¡Tara Marie Cox! —abrí los ojos nuevamente del susto, la voz enojada de mi abuela es la manera más efectiva de levantarme. Mi abuela jalo las sabanas, dejándome descubierta —. Levántate princesita, apenas tienes tiempo de tomar una ducha.
De mala gana le obedecí, recibiendo una sonrisa triunfante de mi abuela que al asegurarse que ya estoy bien despierta se fue de mi habitación. Me cubrí el rostro con mi mano algo molesta, el sol entraba por la ventana y daba directamente al rostro. Con los ojos entrecerrados empece caminar hasta el baño, más bien lo intente. Me tropecé con una de las maletas, cayendo así al suelo de cara.
—¡Ay, ay, ay! —me queje adolorida, sentía como se formaba una bolita en mi cabeza. Me levante de nuevo y ahora si asegurándome de no caerme de nuevo.
Me estire un poco antes de ir al baño para darme una rápida ducha.
Mientras el agua fría recorría mi cuerpo no pude evitar sentir un sabor agridulce. Anoche, mi abuela en un intento de animarme, me comento que en el internado se encuentra mi prima Alejandra. Mi tía decidió inscribirla ahí porque le parecía que la educación era mucho mejor que en cualquier sitio y por su trabajo de azafata, como mi tía viaja mucho casi no la vemos, pero siempre le da tiempo de ver a Ale cada vez que puede. Aunque tampoco puedo evitar sentir aun tristeza por ya no estar con mi abuela, me hará tanta falta tenerla a mi lado.
Después de una rápida ducha y cambiarme en tiempo record, baje las gradas con los auriculares en una mano y el celular en la otra. Vi como mis maletas estaban en la puerta principal, mi padre debió bajarlas de mi habitación.
Una mano se posó en mi hombro, volteé y vi como mi madre me miraba con una extraña expresión en su rostro. No sabía si es tristeza o simplemente sigue algo dormida como lo estoy yo.
—Despídete de la abuela y sube al auto, ya nos vamos —hablo, asentí y mi madre subió al auto mientras mi padre metía mis maletas en la cajuela.
Ahí la vi, mi abuela Annie salía de la cocina con una bolsa en su mano y una sonrisa triste dibujada en los labios.
—Te hice algo para que desayunes en el camino, princesita —hablo en susurro. Tomé el desayuno que me había hecho y no pude evitar sonreír al ver que la bolsa tenía una notita que decía:
"Te amo con cada trocito de mi corazón"
Levante la vista para verla y en sus ojos algunas lágrimas se desbordaban. Sin poder aguantar más me lance a sus brazos y ella me recibió con amor, rápidamente las lágrimas también acudieron a mis ojos. Solloce en su hombro, mi abuela me acariciaba el cabello suavemente y con ternura.
—No quiero separarme de ti —hable con la voz rota, sin dejar de llorar sobre su hombro.
—No quiero separarme de ti tampoco, mi princesita —dijo mi abuela, sin dejar de acariciarme el cabello con delicadeza —. La sola idea me destroza, pero tu y yo sabemos que aunque no nos veamos tan seguido ahora, eso no cambiara el inmenso amor que te tengo y que nos une.
La aprete con fuerza contra mí, deseando quedarme entre sus cálidos brazos más tiempo y no tener que irme.
—Te prometo que todo saldra bien, que te ira de maravilla —hablo mi abuela en un intento de alegrarme —. Mi niña, no tengas miedo. Sólo te pido que le des una oportunidad al internado, ya te daras cuenta que no es tan malo como parece —me aparte un poco para verla y me sonrio —. Sólo se tu misma, esa chica fuerte e increíble que eres.
—Te amo abuela —dije en un susurro, colocando mi cabeza es un pecho.
—Te amo, te amo, te amo —repitio con alegria mi abuela, tomando entre sus manos mi rostro y llenandome de besos, haciendome reir.
El claxon del auto de mis padres sonó, indicando que ya es hora de irme. Mi abuela me dio un beso en la frente y nos dimos un último abrazo, no quería apartarme de ella, pero la insistencia de mis padres nos obligó.
Subí al auto de mala gana, mi padre iba manejando y mi madre de copiloto. Mi madre me dio un rápido vistazo por el retrovisor y yo solos suspire con pesadez mientras me colocaba en la cabeza los auriculares. Volteé y me encontré a mi abuela sacudiendo animadamente su mano derecha, estaba parada fuera de la casa y con una taza de café en su mano izquierda.
Le devolví con alegría el gesto y ambas sonreímos. Mi padre encendió el auto y acelero, dejando atrás a mi abuela, hasta que ya no se podía distinguirla bien.
Mire por la ventana mientras los árboles y las casas pasaban a mi lado con rapidez.
—Me gustaría decirte algo, Tara: tu prima Alejandra está muy contenta de que vayas al internado —habla mi madre, rompiendo el silencio que se formó desde que mi padre encendió el auto.
Gire la vista hacia adelante, observe como mi madre me miraba atreves del retrovisor con una sonrisa.
—También me agrada la noticia de verla —dije sonriendo. Hace como dos años que Ale y yo no nos vemos, pero siempre hablamos por teléfono para mantenernos al día.
Mi celular sonó en mi mano, lo estaba apretando sin darme cuenta, bajé la vista y vi que era un mensaje de mi prima Alejandra. Subí la mirada de nuevo hacia mi madre, pero su mirada estaba fija en la carretera. Revisando mi teléfono, no pude evitar formar una sonrisa:
"Si no llegas en dos horas, te pateare el culo"
Mi dulce prima tan tierna como siempre.
Yo: ¿Cuál? No hay, no existe :(
Ella: No puedo argumentar nada ante esa lógica.
Yo: Por un demonio, lo que me faltaba.
Ella: Hey, tranquilo viejo.
Yo: Vamo a calmarno.
Solté una carcajada ante nuestra conversación, no es ningún secreto que ambas somos amantes de los bellos memes. La conversación no pudo continuar ya que perdí la señal, apagando así mi teléfono y volviendo a mi posición inicial. Hace un rato ya dejamos la ciudad atrás, ahora los árboles y una que otra montaña pasa a mi lado velozmente.
Di un vistazo rápido al frente, mi padre conducía callado y con la vista clavada en la carretera. Mi madre, por otro lado, ya estaba dormida y su cabeza estaba apoyada contra el cristal; no puedo culparla, tuvimos que levantarnos temprano para llegar al internado a buena hora.
El silencio del auto se vio interrumpido por el fuerte rugido de hambre que emitió mi estómago, mi mano bajo hacia él y lo acaricie deseando comida. Recordé que mi abuela me había dado la bolsa con mi desayuno, emocionada comencé a buscar la bolsa con los alimentos, pero cuando no había pista de ella traté de recordar donde la había dejado.
Mierda, se me ha quedado en casa. Debió haberse resbalado de mi mano cuando abrace a la abuela.
Mi estómago volvió a rugir insistente, causando que me remueva en mi asiento. Golpee ligeramente mi estómago, tratando de callarlo. Suspire con pesadez, espero lleguemos pronto.
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Ella es Tara
Teen FictionTara Cox, una chica caracterizada por su rebeldía, al ser expulsada de su colegio por una pelea, causando así la perdida de la poca paciencia que le quedaban a sus padres y orillándolos a cumplirle la amenaza a su hija de enviarla a un internado. A...