Prólogo

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- Marte, año 249 -

En ocasiones es difícil de imaginar aquello que no podemos ver con nuestros ojos, los sentidos engañan a nuestro corazón con tanta facilidad que nos deslumbramos ante la mentira más absurda. La realidad que nos rodea no deja de ser una creación imaginaria aceptada por un conjunto de individuos que tienen la necesidad de creer firmemente en algo con tal de hacerlo tangible.

Ahora mismo me encuentro en el tren, lleno como de costumbre, de camino a mi celda. Rara es la vez que consigo sentarme, solo sucede los días en los que salgo más tarde de trabajar y la afluencia de gente es menor. Odio el transporte público. Está lleno de indeseables que odian tanto su propia existencia que ellos mismos deciden deshacerse de ella.

Desde la última actualización de la red neuronal noto a los individuos más solitarios que de costumbre. Un trabajo eficiente por parte de los ingenieros informáticos del Gobierno Marciano, la desinhibición es el primer paso para obrar como un colectivo eficiente.

Con esto no quiero decir que internet sea perjudicial, es más, me entusiasma la idea de pensar que los humanos hemos sido capaces de crear nuestro pequeño universo. El problema aparece cuando veo a la mujer que tengo sentada en frente, zombificada por ese estúpido programa, constituyendo un engranaje más para la producción de riquezas de unos pocos. ¿Cuánto debe tener? ¿80 años? ¿Y eso es para lo que ha servido tu vida? No dejas de ser ganado que nace para substituir al anterior con el fin de alimentar una rueda que nunca se detiene. A esa maravillosa obra de ingeniería me gusta llamarla sociedad.

En fin, parece ser que no vas a dar señales de vida. Me sorprendería gratamente que pasara lo contrario, pero ambos sabemos que eso no es posible. Solo unos pocos somos capaces de ver la cruda realidad, el problema es que los demás nos toman por locos. "Locura"; que término más ambiguo... En fin, me siento afortunado de que mi genética no fuera del todo compatible con la red neuronal.

La estación de Samet se encuentra en el mejor distrito de la ciudad, como es de costumbre. Samet es una ciudad conectada a la gran metrópolis de Maestra, situada en la depresión del cráter Iazu. Las ciudades en Marte están protegidas por campo electromagnético que mantienen el oxígeno y el nitrógeno en su interior. El aire respirable es constantemente reciclado por unos generadores que se encuentran en los laterales de la cúpula.

Kolo llegó a su parada de tren a las 20:53. Suele llegar a las 20:32, pero esta vez había perdido su tren. Su superior le pidió que arreglara un problema en la red de la empresa y, literalmente, no se podía negar; después de la caída del régimen y del colapso financiero en la Tierra se decidió hacer medidas con tal de que no volviera a suceder.

Después de salir de la estación central de trenes rápidos, Kolo quería llegar a casa. La melodía que estaba escuchando había sido producida por Rely de forma clandestina. La música legal, la producida por el Gobierno Central, es un instrumento actualizador del software que permite un mayor control sobre la población.

Rely se gana sus créditos creando animaciones publicitarias en el portal de gimnasios de Samet. A parte, se dedica al abastecimiento de información oscura de la red Marciana. Extrae información de los servidores del Gobierno Central y la vende a compradores interesados que estén dispuestos a pagar un alto precio por ella.

Rely y Kolo son vecinos, se conocen desde hace 12 años y ambos comparten un pensamiento claramente distinguido del resto de humanos.

Se conocieron una noche en una de las tabernas de los suburbios de la ciudad. Los dos viven solos y de vez en cuando frecuentan antros en los que se sirve alcohol, la única droga legal en Marte. En ellos puedes pedir Wiskhy, Ginebra o cerveza. Estos brebajes provienen de la Tierra y son popularmente aceptados como la forma de recordar los orígenes y el hogar.

En Samet las comunicaciones son muy buenas dada su privilegiada posición en el territorio por lo que hay buses, tranvías y vehículos a disposición las 24 horas i 37 minutos de la jornada. Kolo, al salir de la estación de trenes rápidos, usó el bus BL4 que le deja en la esquina de su bloque de pisos.

Al llegar a la puerta, Kolo puso su dedo en el viejo identificador de huella y la abrió. Acto seguido el olor a productos químicos de la entrada de su edificio le relajó haciéndole sentir como en casa.

El piso de Kolo es un piso sencillo. Al llegar, dejó su abrigo en el perchero que tiene al lado de la puerta y se dispuso a comer algo, como de costumbre. No le quedaban muchas cápsulas en el dispensario así que comió masa de trigo. El trigo es el alimento más producido en marte dado su rápido crecimiento y su poca necesidad de agua.

Kolo se calentó el trigo en el microondas y se sentó en el sofá mientras interactuaba con Rely por la red neuronal. Ambos platicaron vagamente sobre su día.

- Final del primer capítulo –


Marte - La nueva civilizaciónWhere stories live. Discover now