El frío me hiela la sangre. Me esfuerzo por recordar quién soy y cómo llegué hasta aquí. No paro de repetirme: "soy Arleen, fui testigo de un asesinato. Lo más horroroso que vi en mi vida. Me vieron. Me persiguieron pero no lograron atraparme. Hui. Me creí segura, pero era una farsa. Llegue a mi casa, desesperada. Debía esconderme, pero ellos fueron más rápidos, me estaban esperando. Me atraparon. Grité, pero nadie me escucho. Me trajeron hasta aquí, y luego me empujaron".
Ahora me hundo. Y lo único que escucho es mi respiración y el movimiento de mis brazos y piernas que, en vano, intentan sacarme a la superficie. Algo me lleva hacía abajo. Recuerdo sus muertes y las preferiría a esta que se me aproxima.
Quiero gritar, pero sé que no puedo, y de poder, nadie me oiría. Estoy sola. Me pregunto por qué no se lo dije a nadie, por qué no pude confiar. Me empiezo a quedar sin aire y mi mente comienza a volar: momentos, personas, sueños sin cumplir, se pelean por ocupar mi atención. Si tan sólo pudiera verlo una vez más...
Podrían haber pasado horas y eso es lo que siento, aunque sé que es imposible. Todo se torna blanco primero y oscuridad absoluta después. Me desvanezco poco a poco y sé que se acerca el final. Comienzo a perder el conocimiento y alguien empieza a gritar mi nombre, lo oigo, lejano, pero lo oigo. Siento una mano en la cintura, aunque me creía incapaz de sentir.
Más frío me recorre el cuerpo. Sus intentos de revivirme me llaman. Pero teniendo la paz tan cerca yo ya no sé si quiero volver.
