Amor de antaño

75 9 17
                                    

Sería en vano empeñarme en encontrar parecidos. Sería inútil conocer cien hombres y a todos preguntarles lo mismo. No hace falta mucho para saber que a todos les es atractivo lo que no pueden poseer, aunque eso no significa que es imposible tenerlo.

Curiosamente a todos nos agrada que nos desafíen, nos gusta sentir el peligro de caer enamorado y siempre queremos saber hasta dónde somos capaz.

El amor es amor, sin importar la época, sin importar la moda, la ciencia y las nuevas formas de entretenimiento. El verdadero amor cala hasta los huesos, invita al insomnio a charlar toda la noche, te roba el aliento al estar de frente. El amor te hace desfallecer al oír su voz, al leer con emoción sus cartas, acelera el ritmo de tu torpe corazón.

—Aarón, ¿tú me quieres?

He desviado su vista del cielo, lo cual es una pena porque el día de hoy se aprecia de una forma inigualable y el pasto en el que estamos acostados está fresco y desprende un agradable olor de la hierba. Yo podría mirarle todo el tiempo, haciendo todo, haciendo nada.

—Podría decirte mil veces que te quiero, pero ninguna de ellas cambiaría el hecho de que mañana me vuelvas a preguntar y que jamás sería lo suficiente para expresar cuánto te amo.

Pero jamás será que no lo crea, que se me ocurra el dudar sobre los sentimientos que ambos hemos albergado en nuestros corazones desde hace ya algún tiempo, incluso antes de saber que podíamos sentirlos.

—Cómo un hombre como tú puede pensar si quiera en contraer matrimonio con alguien cómo yo, con un apellido tan poco importante, con alguien que no tiene nada qué ofrecerte y que tú, podrías darle todo con un par de palabras. No me cuesta creer que me quieres, porque yo también te quiero, pero no encuentro el momento, no puedo construir en mi cabeza el día en el que te enamoraste de mí o que tu corazón susurró mi nombre.

El mundo puede ser pequeño de una forma relativa.

Puedes estar tan cerca y a la vez tan lejos, caminar por las mismas calles en horarios distintos, estudiar en el mismo colegio, y tomar clase en distintas aulas, vivir en el mismo vecindario y jamás coincidir al llegar a casa; coincidir sin nunca verse a la cara, esperarse sin saber cómo es su rostro.

—Pienso que te quise aún antes de pensarlo, que una parte de mí se dispuso a tus pies cuando te vi por primera vez, pero no encuentro propósito en conocer el momento justo que mi corazón cayó rendido ante tu gracia—respondió con tranquilidad al volverse a acurrucar en su posición original, cambiando sus brazos al posar sus manos sobre su nuca, para soportar el peso de su cabeza con sus palmas—. Y al final, es lo que menos importa, porque es pasado y lo único que aprecio ahora es nuestro presente y a dónde iremos juntos esta vez.

Si mi corazón pudiera bailar, bailaría una rítmica sonata en este momento, aquellas que te acercan mucho a la persona y elevan tu cuerpo en un instante y al otro te llevan hasta al piso con ella, como los dedos sobre las teclas de un piano deslizándose con tanta elegancia y tan rápido de un segundo a otro.

Mis sentimientos se entretejen en el tiempo, condicionados a un hoy y por verse en un mañana.

—Entonces dime por qué te enamoraste de mí.

Se ha reído, provocándome en mi interior una volcadura de sensaciones, que, a pesar de experimentarlas seguido a su lado, siguen siendo tan frescas y nuevas como la primera vez.

Una vez alguien me dijo que las cosas que se dicen pueden cambiar muchas cosas, como las palabras que se quedan en nuestra garganta; el simple acto de decir 'te quiero' o inclusive un 'lo lamento' y yo no me imagino mi vida sin nunca haberle saludado al menos una vez.

—Por que me quisiste tal cómo soy —respondió acomodándose los mechones de su cabello que pegaban su frente luego de que el viento soplara con lentitud, posando su mirada sobre la mía de forma expectante, ansiando por verme ruborizada una vez más. — Por que fuiste tú conmigo, no te interesó tenerme de esta manera, ni si quiera yo si lo hubiera planeado hubiera salido tan bien. Es el mismo desinterés que me llama, pero tú interés en cosas más importantes en la vida.

—Creíste que habías encontrado una amiga, alguien que pudiera escuchar tus problemas y darte un abrazo sin doble intención —complementé mientras una sonrisa se ensanchaba en mi rostro—. Estabas harto de tantas atenciones, pero de alguna manera mi atención nunca te molestó. Sé que muchas mujeres te han pretendido y con alguna otra debiste darte un gusto, pero si bien, no soy lo más hermoso que has encontrado y probablemente, ni lo primero que has amado.

—Haces muchas cosas tontas antes de encontrar la verdad absoluta, pero si no fuera así, uno no tendría un camino qué recorrer.

—Sé sincero conmigo —supliqué al sentarme sobre el pasto, con la palma de mi mano apoyada en la tierra. — ¿Te gusté porque no me mostré como todas las demás?

—El amor no se trata de belleza, Clark, ni mucho menos de comparaciones. Si tengo que explicar el por qué te amo, entonces lo haré, pero te pediré que siempre lo tengas en claro, porque no soporto la idea de que te imagines cosas tan nimias cuando lo que has conseguido en mi vida está lleno de tu fuerza y forma de ver la vida. Nunca me contradijiste porque quisieras, sino porque sabías de lo que hablabas, nunca hablaste de más, siempre fue lo suficiente para callarme. Tiraste mi caballo muchas veces y me extendiste la mano con bandera de tregua. Me hiciste avergonzarme de mis propios deseos y protocolos perfectos para que las cosas fueran perdurables. Pensaba que las cosas se crean con el tiempo, pero yo nunca te vi venir y una noche desperté teniendo tu imagen en mi cabeza.

Y en momentos como éste siento lo egoísta que soy al pensar solo en nosotros, ignorando el hecho de que existen miles de personas a nuestro alrededor aún buscando y tan solo un pequeño porcentaje de ellas sintiendo lo mismo que experimentamos ahora.

De sentir lo mucho que lo amo, que lo espero y que bendigo su vida. Hace ocho meses creía que el tiempo nos llevaba con el resto del mundo; que las costumbres, los medios y todo lo nuevo que existe hoy tergiversaría lo que siempre he anhelado.

Pero las cosas reales nunca cambian, nunca pasan.

Y si tuviera que reencarnar, nacer en un lugar distinto y con otra identidad, usando largos vestidos o siendo simples colores flotando en el vacío, no dudaría que lo mismo que siento en estos cortos instantes serían igual de intensos entonces, que el amor que vivo ahora se viviría en cualquier época y universo, porque nadie creó el amor, el amor ya existía para consumirnos.  


|| Dedicatoria: a mi honey, mi ayuda idónea. 

Notas del autor: un relato que pensaba compartir en RomanceEs para una antología de romance, pero sin darme cuenta nunca la envié así que ya no entró a participar. Jajaja. Está inspirada en el disparador de "Orgullo y Prejuicio", parte en donde Darcy le explica a Elizabeth por qué se enamoró de ella. 

Ojalá les haya gustado, gracias por leer <3 

Tejidos de tiempo y de amorWhere stories live. Discover now