Despedida

Hands on each other

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Y me besó.

Al principio con toda la timidez que nunca tuvo para besarme, ni siquiera en la academia. Como si mis palabras tuviesen para mí un significado distinto del que tenían para él. No era así.

Su boca dio paso a mi lengua y me desplacé los centímetros que me faltaban para sentarme en su regazo y poder enredar mis dedos entre los rizos de su nuca. Tirando un poco más de la cuenta, cuando sus manos apretaron mis muslos recolocándome más cerca de nuestro calor.

¡Cómo había echado de menos su barba! Su barba, su mandíbula, su cuello. No pude evitar utilizar mi agarre en sus rizos para separarlo de mi boca y permitirme mordisquear la línea de su mandíbula, con la barba de su mejilla haciéndome cosquillas.

Sus manos se desplazaron desde mis muslos hasta mi culo. ¡Mucho había tardado en volver a su lugar favorito! Sonreí sintiendo los latidos en la vena de su cuello, esa que se le marca en las notas altas, cuando (me) canta Por ti estaré.

-Hmm... - dijo arrastrando sus manos hasta mi pelvis - Todo lo que me ha mantenido cuerdo durante esta discusión, contigo en albornoz, era pensar que debajo estabas mínimamente vestida. ¿Cómo eres capaz de discutir sin ropa interior? ¿No te desconcentras? - Me reí en su hombro.

-Lo que me desconcentra - dije saboreando la sal de su piel - es que tus manos lleven un rato sin moverse. - Mi cadera se movió de forma involuntaria al hablar de sus manos, buscando un roce que me encendiera más.

-Hagamos una cosa - utilizo su agarre en mi cadera para desplazarme hasta el final de sus muslos- Yo me doy una ducha rápida mientras tú cenas; sí, aún me queda algo de sangre en la cabeza para no olvidarme de eso; y después me pongo manos a la obra. ¿Te parece?

Mientras hablaba, su mano derecha había descendido, ¡por fin!, hacia mi centro, y el ligero, casi imperceptible roce de su pulgar, hizo que sus palabras tardaran de procesarse el tiempo suficiente para que se levantara; levantándome a mi de paso.

-A veces te odio mucho - dije recomponiéndome un poco

-Pero me quieres más. -se metió en el baño y oigo cómo abre el agua - Cena o me voy a dormir con Roi.

Tardo aún unos segundos en despejar mi cabeza y calmar mis impulsos, antes de ir hasta el escritorio donde él había dejado el plato de comida y sentarme. Era un sándwich de pollo y patatas fritas que, aún más bien tirando a frías, eran justo lo que necesitaba en ese momento. No me había dado cuenta de que tenía tanta hambre.

Mientras picoteaba distraídamente no pude evitar recordar la primera vez que descubrí sus manos.

17 diciembre 2017

Eran más de las doce de la noche y poca gente quedaba despierta en la habitación. A medida que iban llegando de los ensayos en plató, todos caían muertos en la cama. Yo no podía, tenía un cúmulo de emociones y nervios dentro que me impedían dormir, así que me puse a leer en la cama de Luis, que aún no había llegado. El resto de luces estaban apagadas, excepto la de Alfred, al final de la habitación, que estaba escribiendo en su libreta de composiciones con una Amaia ya completamente dormida al lado.

Mañana era la gala y llevaba acumulando unos días de cansancio vocal que me impedían ensayar en condiciones. Además, por fin me habían puesto la canción de Adele que tanto había pedido y la presión porque la actuación fuese perfecta, era mayor.

Ya llevaba más de la mitad del libro que Xuso Jones vino a presentar hace unos días. Era una historia romántica que tenía de protagonistas a Paulo y Olivia. En la escena que estoy leyendo Paulo prepara una cita para Olivia después de volver de un viaje a Colombia. No puedo evitar dejar vagar mi imaginación cuando Xuso describe como Paulo comienza a besar a Olivia desde las pantorrillas hasta las ingles. ¡Qué suerte tienen algunas! Y yo encerrada durante dos meses ya en un sitio donde la intimidad no está, ni se la espera. Me permito imaginarme que estoy en la piel de Olivia; que unos labios anónimos están humedeciendo el interior de mis muslos. Que su lengua...