Capítulo Único.

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El despertador rugió puntual a las siete de la mañana y por primera vez en mucho tiempo el molesto ruido de este no me hizo saltar de la cama.

Había pasado toda la noche despierto, pensando, planeando, agobiándome en mis propias suposiciones.

El inquietante recuerdo de que ese día era, precisamente, catorce de febrero me perturbaba como nada nunca antes.

Divise mi móvil en la mesita de noche e inmediatamente me lancé sobre él, esperando encontrar alguna señal de vida por parte de la que con orgullo llamaba "mi novia" desde hacía más de seis meses.

Marinette era la ternura personificada, la chica más dulce que pude conocer y es por eso que jamás imaginé que de sus labios saliera tal proporción como la que había oído la noche anterior.

y... ¿haremos algo especial mañana? — La oí con sus piernas abrazadas mientras su cabeza reposaba en mi hombro.

¡Claro! — Había respondido yo. — ¿Qué es lo que te gustaría, princesa? — Averigüe con la curiosidad picándome mientras cientos de posibilidades pasaban por mi cabeza.

El carmín acudió a sus mejillas apenas sopesó mis palabras, supongo que, al igual que yo, su traviesa cabecita se hallaba ideando el plan perfecto para aprovechar al máximo nuestro primer día de San Valentín.

B-Bueno... — Comenzó, alcanzando mi mano en busca de confort. — Estaba pensando... ¿Qué tal si lo intentamos?

¿Intentarlo? — Repetí sin comprender del todo sus palabras. — ¿Intentar qué? — Cuestioné como el chico despistado que era.

Oh, vamos Adrien... no me hagas decirlo. — Farfulló cubriendo su rostro cuando el rubor cubrió la totalidad de este.

Y fue aquella reacción la que me hizo caer en cuenta de lo estúpido que había sido hasta ese segundo.

Oh... — Solté procesando la idea. — ¡Oh! — Vociferé cuando un sin fin de imágenes obscenas tomaron lugar en mi mente — ¿Ha-hablas en serio?

No te lo estaría diciendo de no ser así...

— Claro...

Tragué pesado ante el repentino silencio que se había formado entre ambos.

Escucha... — Marinette elevó la voz lo suficientemente segura como para intimidarme mucho más que antes. — Si no te sientes preparado no hay problema, Adrien... puedo esperar el tiempo que gust...

No la deje terminar, no podía permitir que retrocediera un paso, así que la besé para acallar cuanta palabrería pudiera salir de su boca. Un contacto rápido y preciso que la tomó por sorpresa. — Nací preparado, Marinette. Nunca lo dudes. — Me apresuré a decir, tropezando con las palabras.

— ¿Estás seguro? — Elevó una ceja curiosa de mi reacción.

— ¿Tú no?

— ¡Claro que sí! — Vociferó, sorprendiéndome en el acto. — Lo he esperado por meses, es algo que no me deja dormir y... y siento que ya hemos esperado el tiempo suficiente.

Me quedé pasmado por la decisión tras sus palabras y ha decir verdad, las mismas, me generaron un poco de envidia.

En mi caso, los nervios eran bastante mayores y para ser sincero, no esperaba preocuparme por ello hasta dentro de unos años, o incluso esperar a que ambos estuviéramos casados.

Pero no, al parecer Marinette iba con todo esta vez y jamás creí que fuera tan directa en un tema que la mayoría de la gente obviaba como tabú.

Malentendido #LoveAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora