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Recuerdo como aquella vez el sol brillaba intensamente sobre cada uno de nosotros, y la brisa fresca corría entre los arboles rozando a su vez la piel de cada persona que transitaba por allí. Y ahí, entre la multitud del ambiente, sostenías mi mano. Movilizándonos, entre las áreas verdes llenas de vida, me relatabas aspectos de tu vida; y me sentí tan a gusto en ese momento.

No olvido tampoco, ese banco verde olivo, donde recostaste tu cuerpo y reposabas tu cabeza sobre mis piernas, observando las nubes, observando mi rostro, antes de cerrar los ojos y caer en los brazos de Morfeo por minutos; tu cabellera suave se deslizaba tan sencillamente entre mis dedos, y tu rostro... lucía tan relajado en ese estado, que me intrigaba. Y te miraba. Y no podía dejar de mirarte.

Cuando tus irises café volvieron a estar a la vista, me miraste y sonreíste con alegría; confesando cuan relajante era estar allí, junto a mí, y que no querías que acabara; lo mismo pensaba yo. Tomaste mi mano, la dirigiste hacia ti, para posar tus labios suaves sobre ella y luego dejarla sobre tu pecho, aún unida a la tuya. No hacía falta decir nada, no debíamos a hacer alguna otra cosa.

Todo estaba bien, allí, ambos en silencio, nuestras manos entrelazadas, la brisa escurriéndose entre nosotros; y par de corazones latiendo al mismo ritmo.

Y a pesar de que no era una cita. Fue sin duda, la mejor primera cita que pudimos tener.

Nuestra "NO Cita" [#MicroRelato]Where stories live. Discover now