Punto y aparte; EMILIACO

Punto y aparte

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Emilio sentía los besos de su novia en su cuello, intentaba disfrutarlos cerrando los ojos, sin embargo, al hacerlo veía a otra persona. Joaquin se hacía presente en su mente como un castigo, no podía mantenerlos cerrados o nombraría a la persona equivocada, con la que no estaba, pero con la que desearía estar.

Si le preguntaran cuando fue que empezó todo esto, él no sabría contestar.

No supo exactamente cuando dejó de disfrutar las caricias de su novia en su cuerpo, cuando comenzó a sentir fría su piel ante el tacto, ni cuando comenzó a desear que fueran las de alguien más.

Sus manos intentaban mantener el ritmo, tocando el cabello de la chica mientras ésta seguía besándolo, sus dedos temblorosos ejercieron fuerza en la cara de la muchacha, alejándola con cuidado de no lastimarla, no creía soportarlo más.

— Paremos, por favor. — su voz salió apenas en un susurro.

— ¿Te sientes bien? — la preocupación en la voz de su novia era palpable.

— No, no estoy bien. — cuando Emilio levantó la mirada, ella pudo apreciar sus ojos llenos de lágrimas, quién sabe cuánto tiempo habían estado retenidas ahí.

— ¿Qué pasa? — Emilio negó con la cabeza ante la pregunta.

— Lo siento. — Su voz sonaba quebrada, débil.

— No, está bien, podemos... podemos platicar del porqué no puedes...

— Ya no siento lo mismo — las lágrimas comenzaron a caer libres por sus mejillas al fin.

— Emilio... ¿De qué... — ahora la chica también comenzaba a llorar.

— Perdóname

— ¿Es por él?

— Es por mí — Los ojos rojizos de Emilio se toparon con los de María un segundo. — No puedo engañarme más.

— Vete — dijo la muchacha con los ojos vidriosos y con su mano temblorosa señaló la puerta de su habitación.

— ¿Me odias? — Preguntó Emilio mientras tomaba su chaqueta y caminaba hacia la salida.

— Vete. — repitió.

— Lo siento. — sus manos giraron la perilla de la puerta y seguido de esto salió de la habitación.

— Adiós. — María cerró la puerta, y un capítulo de su vida.

˗ˏˋ 0.2 ˎˊ˗

Joaquin sintió su teléfono vibrar en su mesita de noche, talló sus ojos hasta tener la capacidad suficiente para enfocar el contacto que intentaba comunicarse con él a las ocho de la mañana en un domingo.

— ¡Se confirmó la serie, Joaquin, felicidades! — eso lo descolocó por completo y salió de su cama.

— ¿Qué? — su voz mostraba cuan confundido estaba.

— Joaquin, se confirmó la serie, pensé que ya te habían avisado.

— No, no lo habían hecho.

— Pero... estás feliz ¿no? — Joaquin mordió su labio.

— Claro ¿por qué no lo estaría? — un pequeño flashback pasó por su cabeza.

"No siento lo mismo, estamos interpretando un papel, como actor deberías saber diferenciar eso, por favor no hagamos esto incómodo ¿podemos limitarnos a ser Temo y Aristóteles nada más?"