Capítulo 1

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Sentía que mis pies me abandonarían de un momento a otro. Llevaba demasiado tiempo corriendo y esquivando a la gente, tantos minutos, que igual se habían convertido en horas. Había perdido la noción del tiempo. Ni si quiera sabia en que parte de la ciudad estaba, quizá había llegado a un pueblo de las afueras. Pero tenia que seguir corriendo, al menos hasta que estuviese segura de que no me seguía  nadie.

Realmente, había sido estúpida. Esta misma tarde había usado mi don delante de la gente que había en el centro de la ciudad, dejándolos a todos anonadados y con diversas gotas de miedo en su cuerpo. Acababan de contemplar aun un bicho raro, un extraterrestre para otros, o incluso parte de la imaginación de los más escépticos. O por lo menos eso creía yo.

No sabía cómo ni porqué lo había hecho. El don me estaba matando por dentro, siendo como una droga para mi hermano y para mí,  haciendo que nuestras vidas corriesen peligro. Cuanto más lo usábamos más necesitábamos usarlo. La vida del mundo real era una vida triste y aburrida, estaba pintada de un color gris y cuanto más tiempo pasábamos fuera más monótono se nos hacía todo.

Nuestro don era simple y aburrido a los primeros años de conocerlo , pero con la edad aprendimos a sacarle el mejor partido, descubriendo que  podía llegar a ser muy interesante. Se trataba de introducirse en los cuadros y así vivir nuestras historias, es decir, historias que  nosotros recreabamos dentro de ellos.  Los primeros años sólo creabamos historias pequeñas y sencillas pero según avanzaban los años fueron mejorando pasando de ser los reyes de un reino o gobernar el mundo a nuestro antojo a tirarnos por precipicios sin ninguna protección, sabiendo que en ningún caso podíamos morir.

Lo descubrimos jóvenes, a los 10 años, cuando fuimos de visita a un museo. Mi hermano y yo sentíamos la llamada de los cuadros hacia nosotros, sintiendo la misma sensación que cuando entras en una chuchería y tienes la extraña necesidad de comprar chuches por más que tú no tengas ni pizca de hambre.

La guía iba comentado cada uno de los cuadros, haciendo larga y aburrida aquella visita que ninguno de nosotros quería hacer. Sin embargo mi corazón iba a un ritmo exagerado con cada uno de los cuadros, y mi mente corría veloz y creaba increíbles historias con cada uno. Pero el momento en el que lo descubrí no fue precisamente como me hubiera gustado, pero por mucho que me no me gustase no lo puedo cambiar.

Fue en el descanso para ir al baño. Las chicas fuimos al baño de mujeres (naturalmente). Yo no me metí en niguno, me quede fuera esperando al resto. Me quedé sola, únicamente con la presencia de un simple cuadro colgado a la derecha del espejo.

Era un paisaje árido y seco, un desierto con un cactus grande y puntigudo a lo lejos, un desierto que emitía sensación de soledad. Me acerqué para ver el cuadro de cerca pero cuando estuve a tan solo dos centímetros de él fui introducida dentro. Me acuerdo la angustia que sentí, las tremendas oleadas de calor por todo rincón de mi cuerpo y el aire sequísimo quemandome la boca.

Miré atrás y vi un rectángulo aproximadamente de un metro de largo y dos de ancho del que salía una luz blanca y brillante. Pensé que esa era la salida. Una sonrisa se posó en mi cara y el miedo que sentía fue intercambiado por la tranquilidad y la calma. Regresé por donde  había entrado.

Aquel día, le conté mi experiencia a mi hermano y fue así como descubrimos que los dos podíamos meternos en  cualquier cuadro de cualquier tamaño, y vivir las historias que creabamos nosotros mismos. Pero como en todas la cosas, teníamos una norma, no decírselo a nadie y tan poco mostrar nuestro don al público y yo la acababa de quebrantar.

Paré, no podía seguir corriendo y menos ahora que habían empezado a caer las primeras gotas de una tormenta que prometía ser violenta. La gente ya había comenzado a resguardarse en sus casas y el último autobús que iba a mi barrio había salido hace tan solo un par de minutos. Miré en mi cartera para ver cuanto dinero tenía,  con suerte tendría lo suficiente para volver a casa en taxi. Afortunadamente tenia veinte euros en monedas, más que suficiente para volver.

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⏰ Última actualización: Dec 22, 2014 ⏰

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22 días en el interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora