Alguna ves pensaste en ¿quiénes han sido tus ancestros?, te puedes llevar una gran sorpresa al descubrir tu línea de sangre....
-Shadow
Karen, una chica carismatica, sociable y cariñosa, siempre se preocupaba por los demás, en realidad le importaban las otras personas y mucho, pues para ella todos tienen un propósito en la vida, siempre creyó en eso, pero... ella no sabia cual era el suyo.
Iba saliendo del trabajo, ya eran eso de las 9 de la noche o quizás algo mas, no podía saberlo siempre tenía su reloj adelantado para poder llegar puntual a cualquier lado, un mal hábito que aprendió de su ex novio.
(iRing Ring! Sonó su teléfono,)
- ¿Hola?, respondió karen al instante,
- karen, querida habla natalia, ¿donde estas?
- ah, hola cariño. Ya voy llegando a casa.
- ya veo ya veo, pues mañana paso por allá y salimos un rato, o si quieres voy ahora y será noche de chicas, le puedo avisar a yeisi o nose, ¿Estas cansada por el trabajo?
- me agrada la idea de dormir. Mañana te confirmo cualquier cosa, ahora solo pienso en descansar, estoy molida, ah y darle de comer al gato.
- ok cariño, no hay problema. Dijo natalia en un tono desmotivado.
- No te sientas mal, Exclamó karen, ya casi llegó a la casa, yo te llamo y ahí vemos que podemos hacer, ¿vale?
- Vale.dijo su amiga y al segundo cuelga el teléfono.
- wao, adios por lo menos, dijo karen guardando el teléfono.
Ya bajando del auto bus, camino dos cuadras hasta llegar al edificio y miró hacia arriba, y se pregunto.
-¿Porque carajos preferí el ultimo piso?
Al entrar, nota que hay un par de personas fumando en la entrada, otras 3 bebiendo alcohol. No era problema para ella, no juzgaba a nadie. Espero el azensor por 13 minutos, solo para darse de cuenta de que estaba dañado, tenia que subir 12 pisos, demasiado para sus piernas. Ya en el piso 8 pudo escuchar como una pareja tenía sexo, se podía escuchar los gemidos por todo el pasillo, fue en ese momento cuando recordó el porque había preferido el ultimo piso.
Abre la puerta y recibe una calida, bienvenida de su gata, ronroneando y pasando entre sus piernas. Su gata, era algo peculiar, su pelaje era unico, era de un tono vino tinto y uno de sus ojos, su ojo era blanco, como la nieve, y el otro era casi del color de su pelaje.
-calma,calma. Ya mamá esta aqui, no te preocupes deja y me quito este uniforme y vemos que hacemos.
Se dirigió a su cuarto, y su amada gata iba detrás de ella como su guardián.
Su gato se posó en la cama mirando hacia afuera del edificio cerca de la ventana,
Karen empezó a desvestirse, primero la camisa luego el pantalon, luego el brazzier, y busco su toalla y se tapo,
- oye gatita, ¿que es lo tanto miras eh? Ven aca mirame. La gata no le prestaba atención, parecía una estatua, quieta, sentada mirando fijo por la ventana.
- eh, ya me asustas, que tanto miras, prestame atención, ay ahora si, hasta los gatos me ignoran ahora. Que me prestes atencion o no te daré de comer. Advirtió karen lanzando una almohada a la gata que estaba como una estatua aun.
- me haces sentir triste, gata tonta, tu ganas. veamos que es lo que tanto miras allá afuera.
Karen se acercó a la ventana y miró hacia abajo pero no había nada. Alzó su mirada hacia el edificio que estaba al frente y comprendió la reacción de su gata, de hecho ella también quedó casi que Cómo una estatua, no podía mover un solo dedo siquiera, no podía creer lo que sus ojos veian. En el edificio que estaba en frente habia como una clase de agujero negro en una ventana. Las luces empezaron a fallar, un olor putrido y desagradable se podia sentir en el ambiente. Vio tambien a un chico, en el centro dando vueltas y al fondo se vía una señora tratando de ir al rescate, vio como esga cayo desplomada en el suelo. Una sombra empezo a emerger y todo el edificio empezo a cubrirse de esta sombra, dejando todo en completa oscuridad. Karen se retiró de la ventana, pero no dejo que el pánico se apoderará de ella, se tiró al suelo para no ser vista por lo que sea que fuere aquella cosa. Cuando se lanzó al suelo, miro hacia la cama y su gata aún estaba ahi, como estatua. La iba a tomar por sus patas y a esconderla también pero cuando alzó la cabeza para hacerlo, se detuvo en seco, su gata. Su gata, había cambiado, su ojo izquierdo era totalmente rojo, pero no un rojo cualquiera, y tampoco era ese rojo color sangre, era rojo color metal al horno, su ojo derecho por otro lado, era totalmente blanco, tan blanco como la leche, y su pelaje cambio a negro, negro, ese mismo negro, color sombra, exactamente el mismo color sombra, como el de la que acababa de ver hacia unos segundos