Desilusión.

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                                                                        Capítulo I

...Mientras más lo pensaba, más triste se sentía, a pesar de todo...lo había preferido a él, lo había elegido a él, y eso le revolvía el estómago. Por qué lo hizo? En qué estaba pensando, si todo le indicaba que no valía la pena? Se sentía un grandísimo idiota. Lucas no lo merecía, no merecía que Mateo arriesgara lo poco y nada que tenía. Por alguien tan egoísta, tan cruel, tan falso.

Estaba tan frustrado; porque a pesar de saber todo eso...lo seguía amando, por desgracia. Deseaba poder borrar todos esos momentos que había vivido con él, todos esos pequeños detalles que le hicieron enamorarse de ese idiota. Esos hermosos ojos verdes, sus largas pestañas, esa sonrisa pícara como la de un niño travieso, su cabello negro rizado que le llegaba a los hombros, su caminar seguro, sus brazos fuertes, su cuerpo trabajado por tantas horas de práctica de fútbol. Su voz...esa voz que cuando susurraba su nombre en su oído le hacía perder la cabeza y se olvidaba del mundo. Sus manos que con un simple roce le hacía estremecer...y esa boca, esos labios suaves y dulces, tan posesivos, tan apasionados, que cuando lo besaban ya no podía resistirse, y cómo hacerlo, si le gustaba tanto.

Lucas lo había negado y humillado delante de sus amigotes. Se había burlado de sus sentimientos, haciéndolo quedar como un maldito "pervertido acosador". Como si no hubiera sido el mismo Lucas quien comenzó todo. Fue Lucas quien después de una acalorada discusión lo "besó" para hacerlo callar. Fue Lucas, quien después de ese primer beso, no dejaba de provocarlo cada vez que estaban a solas, para terminar cada discusión de esa misma manera...besándolo.

Las discusiones se volvieron casi algo cotidiano, y de ese primer beso, que fue apenas un roce, se fueron transformando en besos cada vez más profundos y apasionados. Llegaron a un punto, en que cuando se encontraban, ya sea en los baños del instituto, la biblioteca, el patio trasero o cualquier pasillo abandonado, ya ni siquiera discutían. Era sólo mirarse a los ojos...sin palabras, y cada cual se abalanzaba hacia el cuerpo del otro y se fundían en un beso ardiente, hambriento, desesperado. Ya no había forma de negar, se gustaban, se deseaban y no perdían oportunidad, para tener esos encuentros clandestinos, donde se dejaban llevar por el hambre y el deseo.

Fue en uno de esos encuentros, durante la fiesta en casa de uno de sus compañeros de curso, Alonso. En un rincón del jardín, entre los matorrales, se dejaron llevar y se entregaron el uno al otro. Bajo el oscuro manto de la noche, se entregaron a la pasión y a la lujuria.

Se devoraron a besos, mordiscos, tocando y acariciando lo mejor que podían en la incomodidad de aquel lugar. Sus bocas no se separaban y sólo podían oír sus respiraciones agitadas, tratando de no emitir sonido alguno, para no ser descubiertos. A penas unos suspiros, gruñidos ahogados en sus gargantas.

Antes ya se habían dejado llevar por el calor del momento; pero no habían pasado de masturbarse mutuamente. Ahora, eso ya no era suficiente.

Mal amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora